Lista de algunos de los bares más antiguos de la capital hispalense:
2.-Bodegas Díaz-Salazar (1908), calle García de Vinuesa número 20
Los almacenes Pérez Cuadrado, uno de los comercios más emblemáticos de Sevilla que sigue en pie.
Esta tienda de ropa interior lleva abierta 80 años en el centro de la
capital.
En el número 13 de la calle José Gestoso de Sevilla se encuentran uno de los comercios más emblemáticos de la ciudad: los almacenes Pérez Cuadrado, una tienda de ropa interior de buena calidad que cuenta con una amplia variedad de tallas y con prendas para todas las edades. Además de esto también venden productos de perfumería y hogar.
Estos almacenes están ubicados en el interior de una antigua casa del siglo XVIII y su tienda discurre alrededor de un patio central, conservando las estanterías de madera originales desde su apertura en el año 1944. El negocio fue fundado por los hermanos Luis y Rafael Pérez Cuadrado, así como por Francisco Ledesma Prieto.
En el año 1970, tras fallecer Luis y no tener descendencia ninguno de los otros fundadores, su hijo, Rafael Pérez Castrillo se puso al frente del negocio, siendo la hija de este (Ángela Pérez) quien lo herede.
El 2 de enero de 1944, tres socios, Francisco Ledesma, Luis Pérez
Cuadrado y Rafael Pérez Cuadrado abrieron un almacén de paquetería en la planta
baja de una casa del siglo XVIII de la calle José Gestoso.
En este primer negocio se vendían lanas, papel,
bootnes, hilos, etc.y aunque no contaban con ningún tipo de escaparate puesto
que la tienda se oculta tras el zaguán de la casa en la que está, el
establecimiento se llenaba y se hizo popular gracias al boca a boca.
Los buenos precios, la calidad de sus productos y la
relación cercana con sus vendedores, que llevan trabajando años en esta tienda,
hacen que este negocio emblemático de Sevilla siga en pie en los tiempos
actuales.
En los almacenes Pérez Cuadrado trabajan desde sus inicios con marcas tradicionales de ropa interior y perfumería como Instituto Español o Abanderados.
Durante la época de la Navidad es habitual ver a muchos de sus clientes y clientas haciendo cola a sus puertas para comprar algún regalo. Sin duda este comercio sevillano ha logrado sobrevivir a pesar de no tener puertas a la calle y solo conocerse, tradicionalmente, por los sevillanos y sevillanas que han comprado en él.
Cuadros Venecia (segundo siglo)
Tradición. Fundada en 1913 por Emilia Ávila Cereceto, la tienda que sobrevivió a dos guerras mundiales y a una guerra civil lucha contra los presagios de la película de Visconti.
Es uno de los milagros de Sevilla. En una de las calles más estrechas de la ciudad, la calle Lagar, cuando aprieta la lluvia apenas cabe un paraguas de lado a lado, se adentra uno en un amplísimo taller veneciano. Ignacio Mena García, el marido de Emilia, el cuñado de Teresa, las hermanas Moscoso Ávila, hijas de la fundadora, doña Emilia Ávila Cereceto, este nieto político nunca estuvo en Venecia y nunca salió de allí.
Otro milagro es que, cruzado el rubicón del año 13, la tienda Venecia, deudora de la luna de miel de la pionera que la fundó, este local inicia la aventura de su segundo siglo. "Estamos muy cansados", dice Ignacio. "Esta tienda ha sobrevivido a dos guerras mundiales, a una guerra civil, a los años del hambre, a las crisis del petróleo, pero lo de ahora es como que te caiga una bomba atómica. Una crisis que a quien cruje de verdad es a los del medio; los grandes se aprovechan de ella; los chicos no pueden".
Presagio
de Muerte en Venecia, la historia de Thomas Mann que llevó al cine
Visconti. Esa estética en la que lucían Dirk Bogarde y Silvana Mangano está
presente en este local, los únicos que doran con oro de 23 quilates y que
introdujeron las molduras de maderas naturales.
Equidistante entre las setas y la Giralda, paralela a la calle Acetres en la que nació Cernuda, esta Venecia evocada vive estos días el trasiego de encargos propios de la festividad de los Reyes Magos. Le acompaña el símbolo más apetecible. A un lado, en la Abacería del Sur, roscos de reyes de la Confitería Rufino, de Aracena; al otro, roscos de La Colchona, marca señera de Estepa, donde el mantecado acabó con el paro como le consta al New York Times. Los roscos de Reyes son marcos del paladar, molduras frutales con la sorpresa dentro.
La abuela de Emilia y de Tere vivió en la casa que actualmente ocupa la tienda Los Reyes Magos. "Era bombonería y tintorería. Vino un cubano y vendió la casa". Venecia, cien años vistiendo el arte, se lee en los dos locales de Cuna y de la calle Lagar. La clientela es de lo más variopinta.
José Castro es un pintor que es como de la casa y se pone a retocar un cuadro de temática taurina antes de ser enmarcado. Juan Miguel González es catedrático de Historia del Arte y coleccionista de grabados antiguos. Le regala a su amigo Ignacio la visión de su primera llegada a Venecia, la plaza, las palomas, las góndolas, la cúpula de San Marcos, "aquello parecía Cifesa".
Un siglo trabajando para los mejores pintores de Sevilla y de España entera. "Aquí ha venido una nieta o bisnieta de Sorolla porque el pintor siempre prefería marcos de los sitios donde trabajaba". Uno imagina a García Ramos, Bacarisas o a Hohenleiter llegando con sus lienzos. "Muchos cuadros antiguos tienen todavía el sello de la tienda". Entre los clientes, Joaquín Sáenz, Carmen Laffón, Pepe Barragán, Manuel Salinas, Miki Leal, Abraham Lacalle o Luis Gordillo, que propicia una curiosa historia.
Advierten a Ignacio de la llegada de un cliente muy especial. Juan Candau tiene 32 años, es sevillano y trabaja como recuperador de futbolistas en el CSKA de Moscú. Eligió la diáspora rusa después de hacer un trabajo similar en el Betis con Víctor Fernández y Antonio Tapia en el banquillo. No viene solo. Le acompaña Belén, también sevillana, a punto de dar a luz al primer fruto de la pareja, Alejandra, que nacerá en Sevilla antes de familiarizarse con el frío moscovita.
Candau tenía una camiseta con la imagen de Rafael Gordillo, uno de sus ídolos balompédicos, pero llega a Venecia -en la ciudad homónima está enterrado Helenio Herrera- con un cuadro de Luis Gordillo, pintor emparentado con su familia. "El galerista Rafael Ortiz y yo creamos un tipo de moldura especial para unos cuadros de Luis Gordillo a la que ahora le llaman la caja americana", le dice Ignacio Mena, que se pierde en la taiga de los futbolistas rusos, de este equipo que fue apeado de la Liga de Campeones en el mismo grupo del Bayern Múnich y el Manchester City. Con Guardiola y Pellegrini.
Los Reyes van camino de Belén y esta Belén busca el sendero de los Reyes Magos con el mejor regalo, una vida pletórica en sus entrañas. Vida en Venecia, invirtiendo los términos de la película asociada con la música de Gustav Mahler. El catedrático sigue dentro del taller eligiendo sus grabados; el pintor ha concluido sus retoques y vuelve a la calle. Cuna vive una efervescencia comercial que parecía olvidada.
Cuadros. Serigrafías. Óleos. Cristales. Láminas. Litografías. Inventario de quehaceres de la tienda que fundó doña Emilia. Del 13 al 14 más cien años de avatares. Emilia Ávila tiene cinco hijos; su hermana Teresa, dos. Ninguno aspira a coger el timón. "Nos mantienen los doce empleados, que son como de la familia", dice Ignacio. Entre roscos de Aracena y Estepa, placeres de serranía, Venecia sigue viviendo la historia del arte en la calle más estrecha, en el taller más amplio.
Confitería La Campana, una de las más antiguas (1885)
Como el huevo y la gallina, en la ciudad no se entiende la una sin la otra y hablar de la plaza de la Campana es imaginarse comiendo una torrija en esta emblemática pastelería mientras se espera la llegada de la primera cruz de guía de la Semana Santa.
No es de extrañar que el sevillano suela relacionar la plaza con la confitería casi sin dudarlo. Esta última lleva en la misma esquina 140 años, habiendo coexistido con Alfonso XII, Alfonso XIII, la II República, la dictadura de Franco y todo lo que va de democracia. Ahora, la centenaria confitería se adapta a los tiempos modernos y acaba de inaugurar un nuevo obrador en Santiponce.
La confitería La Campana es una pequeña empresa familiar que rezuma historia y un cierto halo de romanticismo. Antonio Hernández Merino, un roteño que vivió en Filipinas cuando todavía era colonia española, fundó la confitería en 1885. Por aquel entonces ya estaba casado con Margarita Nalda Gil, hija de un médico militar de la que se enamoró perdidamente durante su estancia en Filipinas. Fruto de ese matrimonio nacieron ocho hijos de los que dos quisieron continuar con el negocio de su padre.
Entre los incontables
establecimientos hosteleros de Sevilla que desempeñan un papel protagonista en
la historia de la ciudad por sus incansables servicios a la población, una
serie de nombres propios destacan por encima de los demás por haberse
convertido en iconos inconfundibles por sí solos.
Este es el caso de la Confitería La Campana, ubicada en el centro histórico junto a la Plaza del Duque. Desde 1885, hace ya la friolera de 140 años, los dulces de La Campana han conquistado los paladares de sevillanos y turistas por igual, con un amplio abanico de opciones que siguen la tradición confitera de la capital hispalense, que ya de serie es una de las ciudades más importantes del panorama gastronómico internacional por su oferta culinaria infinita, e incluso acoge en la actualidad elementos procedentes de todos los rincones del mundo en sus calles.
En definitiva, es complicado entender la herencia confitera sevillana sin pensar de manera instantánea en La Campana, que para muchos es la pastelería, cafetería y confitería más importante de toda Sevilla, no solo por su impecable decoración tradicional y la calidad de sus servicios, sino también por su ubicación envidiable en el centro neurálgico de la ciudad, más concretamente en una de las zonas con más ambiente de todo el territorio, cerca de la Facultad de Bellas Artes y al final de la legendaria calle Sierpes.
Ahora bien, no muchos conocen los orígenes de este local y su nombre. Por ello, trataremos de homenajear como es debido a este auténtico símbolo culinario de nuestra ciudad, que sin duda desempeña un papel crucial en la identidad de la misma.
¿Por qué se llama Confitería La Campana? El famoso nombre de este local se origina en el
mencionado año de 1885, con la fundación del mismo de la mano del maestro
pastelero Antonio Hernández Merino. Por aquel entonces, un parque de bomberos se ubicaba en este mismo emplazamiento antes que la
confitería, y dentro de este, sonaba una campana en determinados puntos del
día. Tras oír esta campana en incontables ocasiones, Hernández se vio inspirado
por su sonido para ponerle nombre a su establecimiento pastelero.
Poco sabía este
prodigioso confitero que más de un siglo después, su invención seguiría,
manteniéndose de manera inmortal, en el imaginario colectivo sevillano.
Teofrasto, filósofo y botánico griego, dijo que "el tiempo es la cosa más valiosa que una persona puede gastar". Se reflexiona a diario sobre el tiempo, una magnitud física que siempre ha estado ahí pero que, a veces, parece no ser suficiente. Por ello, la familia Sanchís lleva 120 años regalando a sus clientes la medida justa, la hora y el minutero exacto para no perder ni un solo segundo.
En 1901 comenzó su andadura, unos comienzos asentados en una pequeña relojería que hoy día se ha convertido en una empresa sólida, firme y de vanguardia. Nada más y nada menos que seis son las generaciones que han permitido a las personas medir algo tan abstracto como el tiempo.
La capital hispalense se da cuenta de que no está anclada en el pasado y
que la vida prosigue gracias a El Cronómetro, uno de los
establecimientos más tradicionales de Sevilla. Situado en la
majestuosa calle Sierpes, una de las arterias principales de la ciudad, El
Cronómetro enamora por su esplendorosa fachada, una fachada que esconde en su
interior una gran colección de piezas antiguas y únicas, prueba
irrefutable de que se trata de un lugar mágico, con una esencia e historia que
se remonta a principios del siglo XX. Si recorremos trazos históricas, El
Cronómetro ha vivido tres guerras y algunas pandemias, momentos
históricos que ha sobrellevado con el tesón de la gente y sus épocas, aprendiendo
con cada una de ellas.
Muchos entendidos dicen que hay que ir más allá de nuestra propia existencia. Por ello, de generación en generación se ha ido transmitiendo la esencia de este negocio para conservar lo necesario, eso sí, siempre asimilando con rigor los vaivenes de la vida para avanzar en cada momento. De los relojes de bolsillo y pared a los de pulsera, cambios y más cambios llevados con tal naturalidad que han hecho de El Cronómetro el distribuidor oficial más famoso de Sevilla y Andalucía, prueba de ello son las mejores y más reconocidas marcas que se exhiben en sus ventanales. En definitiva, la clave de éxito es ir más allá de un simple negocio, se trata de una esencia familiar, de trabajar con pasión y estilo para ofrecer a las personas la posibilidad de ser los protagonistas de su propia historia.
El Cronómetro se basa en el ahora, en vivir el día a día sin perder algo tan efímero como el pasar de las horas. Para ello, no se trata de un simple establecimiento emblemático de Sevilla, es un lugar que va más allá, un lugar que siempre busca estar a la vanguardia de la innovación y la más novedosa tecnología, tratando de ofrecer los mejores productos y servicios a sus más selectos y distinguidos clientes.
En esa incesante búsqueda de perfección, El cronómetro confeccionó el denominado Duo-Boutique, un concepto que nace de la necesidad de brindar a los clientes una amplia gama de productos junto con las experiencias más exclusivas para sumergirles en ambientes asombrosos que seducen al franquear la escena. El tic tac de la elegancia lo definen marcas como Jaeger-La Coultre y Panerai, alta relojería que da la bienvenida a este nuevo concepto de boutique pionero en España y que ha sido diseñado al detalle presentando una imagen contemporánea donde se combina la tradición, la elegancia y la innovación.
Las palabras no bastan y las miradas deben observar las esferas que adornan Sierpes. Tan sólo un segundo de su tiempo será necesario para deleitarse con las vitrinas repletas de relojes de firmas muy conocidas como Patek Philippe, Rolex, IWC, Breitling y los mencionados JLC y Panerai, entre otros. Finalmente y acompañando nuestra oferta en Alta Relojería, os ofrecemos la incorporación de Chanel, Pomeliato, Roberto Coin y Dinh Van en joyería
120 años de historia y ningún impas en el tiempo.
La única sombrerería especializada de Sevilla resiste desde 1908 en el
mismo emplazamiento de la calle Sierpes. Tras cuatro generaciones regentada por
la familia Maquedano, el negocio sigue cubriendo las cabezas de locales y
extranjeros que encuentran aquí el sabor de la tradición y la calidad de los
sombreros únicos
Cristina Vega, cuarta generación de Sombreros Maquedano, se declara como una “mujer de mar y apasionada de los viajes”, aun así, desde hace 20 años gran parte de su vida sucede en esta pequeña tienda de la calle Sierpes.
Sombreros Maquedano abrió sus puertas por primera vez en 1896 en Almirante Apodaca, y en 1908 se traslada a Sierpes, donde permanece intacta desde entonces. Este local fue diseñado y creado para ser lo que sigue siendo hoy en día: una antiquísima tienda que guarda en su interior los sombreros que han cubierto las cabezas de gran parte de los sevillanos durante los últimos cien años.
Sombreros de ala ancha (el típico andaluz), con el sevillano, el cañero o el cordobés como subtipos principales; sombreros estilo mascota, pork pie (los que visten la gente del jazz), los canotiers (algo parecidos a los que llevan los gondoleros en Venecia) o el tipo indiana, son algunos de los sombreros que se encuentran entre sus estantes y cajas.
Las cajas, uno de los iconos de la tienda, son de Miguel, trabajador aquí durante 40 años que actualmente sigue al frente de su fabricación, y que muchos clientes compran a modo de recuerdo o para guardar sus sombreros. Por aquí han pasado también algunos clientes reconocidos como Paco Rabal, Tita Cervera, Lucóa Bosé, Verónica Forqué, Arturo Pérez-Reverte o Juan y Medio. Todos ellos tienen, al menos, un sombrero de la casa Maquedano.
Un viaje a Cuba de Federico Cárdenas y Juan Maquedano
a finales del XIX impulsó que a su regreso, y tras haber ahorrado un pequeño
capital, decidieran abrir este negocio. La idea tenía sentido, ya que por aquel
entonces todo el mundo iba cubierto. En palabras de Cristina “con el tiempo se
perdió esta costumbre, muchos empezaron a asociarlo con una moda antigua, pero
por suerte en los últimos años está volviendo”. Así, sin saberlo, pusieron en
pie lo que hoy en día es la única tienda de sombreros especializada: “En
Sevilla hay tiendas con sombreros, pero conviven con otros accesorios y ropa.
Actualmente, la única especializada es la nuestra”.
Las escaleras de madera siguen intactas desde 1908 y fueron construidas para dar acceso al taller que se encontraba en la parte superior.
Cristina Vega, es la cuarta generación de este comercio familiar: de Federico Cárdenas y Juan Maquedano pasó a Santos Cardoso, bisabuelo de Cristina; de él pasa a Cristina Menéndez, madre de Cristina, y finalmente de madre a hija. “Mi madre sigue siendo la propietaria y de vez en cuando se pasa por aquí, y mi bisabuelo pasó 92 de sus 93 años al frente de esta tienda”, explica Cristina orgullosa de mantener viva la tradición de un negocio que ya es todo un emblema para la ciudad, y del que declara “es parte de mí”. Además, esta sombrerería fue hasta los años 60 tienda y también taller de fabricación, “la variedad era mínima, por lo que en un espacio tan pequeño podían apañarse”, apunta Cristina.
Inaugurada en 1919, la Administración de Loterías nº 16 de Sevilla es una de las más antiguas de España y de la que más premios ha repartido. En 1954 Dña. Isabel Cifrián Casado, Vda. de Porto, tomó posesión de Lotería de Sagasta, y desde entonces fue regentada por la familia Porto hasta que en 2017 fue comprada por Ricardo Ruiz Iglesias.
Es a partir de ese momento cuando salta a la fama como la Administración de Lotería con más premios gordos repartidos llegando a ser conocida en Sevilla como “La de los millones”, una fama avalada por la gran cantidad de Gordos y miles de millones repartidos por Sagasta a lo largo de los años.
Ahora, en pleno siglo XXI, Lotería Sagasta en Sevilla sigue siendo un referente no sólo por los premios y la alegría que ha repartido, sino por el trato amable y personal que dispensamos a nuestros clientes, así como por más servicios para empresas y organizaciones, que hacen de la compra de lotería un modo de compartir ilusión entre los empleados y compañeros.
En el año de
nuestro centenario, queremos estar todavía más cerca de ti, y demostrar que
Lotería Sagasta es mucho más que una administración. Eventos como la Gymkana
por el centro de Sevilla forman parte de un conjunto de acciones que se
irán desvelando a lo largo de 2019.
Los datos no engañan, y la historia tampoco. En Sagasta colaboramos con las personas que más lo necesitan, porque la fortuna no está solo en comprar el Décimo, sino en hacer un mundo mejor y más solidario
Ignacio Sánchez Meléndez | Librero anticuario
Es
el fundador y propietario de la Librería Los Terceros, uno de los
establecimientos de referencia del mercado del libro antiguo y de viejo en la
muy anticuaria ciudad de Sevilla
Ignacio Sánchez Meléndez (1956) pertenece a la colonia algecireña de Sevilla, como el profesor y escritor Alberto González Troyano o la periodista Patricia Godino. Librero anticuario y de viejo, su Librería los Terceros –situada en la plaza homónima– es una de las más afamadas de la ciudad, con casi 40 años de historia.
Como el champán francés o el sastre, el escaparate de Los Terceros es una de esas tentaciones que es mejor evitar si en la cartera crían telarañas, aunque se pueden encontrar volúmenes por unas pocas monedas. Libros de diferentes épocas, tamaños y temáticas con el denominador común de la nobleza que da el paso del tiempo y el aroma a ácaros. Especializado en americanismo, aunque abierto a todos los temas, ese licenciado en Empresariales que sintió la barojiana llamada del libro antiguo, tiene almacenados más de 200.000 volúmenes entre la librería y sus almacenes del Castillo de las Guardas, la tierra de su mujer donde pasa siempre parte de la semana.
Tras cuatro décadas de un trabajo que ha
disfrutado como pocos, ahora prepara para diciembre su jubilación. Ese mes le pasará
los tratos definitivamente a su hijo, Ignacio Sánchez II.
–Me han comentado que se jubila.
La Joyería Reyes data de 1900, promovida por José de los Reyes señala por Juan de los Reyes, la Joyería Reyes es uno de los edificios modernistas más importantes de la ciudad no solo por su arquitectura sino por su interior en el que podemos ver muebles traídos de París cuyo valor es incalculable.
Su excelente situación entre otros edificios eclécticos y modernistas la hacen pasar desapercibida. En 1909, Jacobo Gali Lasaletta acomete su ampliación, es el cuerpo adosado, actualmente formado por dos cierres metálicos de estilo ecléctico.
La Joyería Reyes es una fachada completa en cuanto a ornamentación en ella se da, cita todas las técnicas posibles de decoración. Así encontramos diversas molduras vegetales y con figuras humanas. Es remarcable el uso d estas molduras para los balcones, técnica que recuerda el modernismo catalán. En cuanto a la forja, la balconera principal es uno de los mejores ejemplos de modernismo en forja de la ciudad. Se observa cierta inspiración plateresca, aunque ornamento vegetal predomina destacando las dos grandes hojas del balcón.
Por último, el arquitecto recurre a algo tan sevillano como la cerámica para dotar de color a la fachada. Se trata de un diseño recurrente, acorde con el resto de la decoración. La composición de la fachada es clásica, lo que muestra una más indecisión en la arquitectura sevillana por dejar de lado el eclecticismo y el romanticismo y abrazar el modernismo en toda su extensión. Hay ciertos elementos clásicos como los jarrones que rematan la fachada, columnillas, frisos o pilastras adornadas con cerámica.
Sevilla es una ciudad un tanto especial. Aunque plenamente europea, no ha perdido su idiosincrasia. Y si hay un objeto que simbolice la esencia andaluza y sevillana, éste es, sin lugar a dudas, el abanico. El que, en el pasado, traspasó el concepto de complemento de moda para erigirse en auténtico medio de seducción, está plenamente presente en el armario de cualquier sevillana: desde la más moderna a la más clásica, desde la abuela hasta la nieta. Los hay para diversas ocasiones y hay sevillanas que disponen de varios modelos, con distintos colores para adaptarlo al look elegido.
En la tienda de la Calle Sierpes de Abanicos Díaz encontrarás primorosos abanicos pintados a mano. El establecimiento no tiene pérdida, ya que se encuentra en pleno centro, en la calle de las compras por excelencia. Muchos de ellos son modelos únicos, en los que se mezclan vibrante colores con distintos materiales. Las dependientas te irán sacando con paciencia los distintos modelos que atesoran en sus cajones que llegan a alcanzar cotas de verdadero arte. Si, además, viajas en época calurosa, puede que incluso necesites un abanico. Si no es así, puedes llevarte uno (o varios) a casa.
Calle Arfe, numero 18, esquina a la antigua calle Varflora, con esta tienda llamada "El Rejoj", fundada allá en el siglo XIX por un comerciante santanderino como almacén de legumbres y que pasó en el año 1909 a desempeñar la actividad de comercio de ultramarinos y carnicería.
Hay quien dice que el reloj que preside o presidía esta fachada de la calle dedicada al famoso orfebre sevillano José de Arfe, fue el que primitivamente instaló Don Antonio Sanchís en su famoso establecimiento “El Cronómetro” de la Calle de las Sierpes y que lo tuvo allí hasta que en 1922 se le instaló el cartapacio actual, regalando o vendiendo el reloj que vemos en la foto al dueño de este establecimiento de ultramarinos, que pasó a colocarlo en su fachada de la Calle Arfe… en cuyo interior aprovechamos para comprarnos unas sardinas arenques, de esas que se aplastaban bien con los goznes de las puertas para quitarles las escamas… ¿alguno recuerda tales “maniobras”?
La fotografía muestra el famoso reloj y…¡funcionando!... cosa que se dice dejó de hacer allá en el año 1967 cuando se perdió la escalera que se utilizaba para subir a su altura a darle cuerda…
Caminar
por la calle Sierpes, cuando la ausencia de prisas nos permite recrearnos en lo
que sucede a nuestro alrededor, invita a detener la vista en
Uno de los escaparates más emblemáticos de la vía y querer quedarse a vivir para siempre en él. Figuras decorativas y detalles de joyas se convierten en actores secundarios de una película en la que los protagonistas son los espectaculares bordados y flecos de los mantones que acaparan todas las miradas cuando el viandante, sin prisa alguna, posa sus ojos en el escaparate de Foronda.
Ubicado
en la calle Sierpes, número 33, este establecimiento es todo un referente en
Sevilla y sus mantones, auténticas obras de arte, tienen fama mundial. Los han lucido reinas y princesas, se han convertido en tesoros que se
heredan de abuelas a nietas y son el complemento perfecto para el traje de
flamenca o el look de invitada. Con 102 años de tradición avalan a
Foronda, una empresa familiar que parece tener el secreto de sobrevivir con
éxito al paso de los años y cuya historia va mucho más allá de ingresos,
números y ventas. Ahora, con la tercera generación al frente del negocio, con Juan y José Foronda, los responsables de
que estos mantones y mantillas sigan siendo un referente en Sevilla y un icono
internacional.
Aunque no solo mantones y mantillas encontramos entre sus vitrinas. Como rezaba un popular anuncio de juguetes a finales de los 90, si existe, está en Foronda. Al menos así lo descubre el sevillano, que siempre que ha necesitado un objeto o una joyita un poco más especial, ha preguntado a la matriarca del clan y le ha soltado eso de ve a Foronda, que allí lo tienen seguro. Porque en el establecimiento tienen de todo, siempre artesanal y siempre con una historia detrás.
Lleva más de 100
años y los pilares siguen siendo los mismos: tradición, buenos productos,
artesanía y familia. Foronda es una empresa familiar en muchos sentidos. La
familiaridad es uno de los secretos del éxito de Foronda, porque no hay nada
como lograr que un establecimiento se convierta en ese hogar al que siempre
volver para sentirse en casa. Pero ese sentimiento que despierta Foronda en el
sevillano y también en el extranjero, por qué no, no es algo arbitrario, es
fruto de muchos años de esfuerzo y dedicación que comenzaron en 192 con el abuelo de Juan y José, procedente
de la Rioja que tiene que emigrar y viene a parar a Sevilla. Aquí empieza a
trabajar en Los Caminos y al poco entra como aprendiz en Peyré, donde aprende
el oficio y se convierte en un apasionado del textil y la artesanía. En 1923
abre su primer negocio en el Barrio de Santa Cruz y la proximidad a la
Exposición Iberoamericana 1929 hace que exponga sus mantones en un pabellón.
A mediados de
los años 50, la segunda generación se hace cargo del negocio y empieza
una época de expansión del negocio. En esa década se abre el taller de Argote
de Molina, que todavía sigue ahí y que ostenta el título de Establecimiento
Emblemático de Sevilla. Un poco después abre la tienda de la calle Sierpes, que
también cuenta con el mismo reconocimiento. Ambos establecimientos despiertan
mucha curiosidad, hasta han venido productoras a rodar, incluso han aparecido
en un spot de turismo de Andalucía.
Ahora, en un contexto
completamente diferente, Foronda sigue siendo un referente, no solo en la
ciudad, sino también en el mundo
En Galán continuamos seleccionando los mejores productos ofertando una amplia variedad de prendas, con las mejores calidades y a los precios adecuados. Lo más importante para los gestores de esta tienda es saber identificarse con los clientes, nosotros no pretendemos abarcarlo todo, pero si llegar a unos clientes determinados que tienen unos gustos definidos, presentándoles productos, unas veces prendas clásicas, otras proponiendo nuevas tendencias que opinamos pueden ser aceptadas, que en ambos casos son moda.
Desde 1913, Casa Rodríguez ha sido un referente en la fabricación y distribución de artículos religiosos y tradicionales en Sevilla. Nos enorgullece ser una empresa familiar que, generación tras generación, ha mantenido intacto su compromiso con la calidad, la tradición y la artesanía.
Abrió sus puertas en Sevilla en 1913, de la mano de Eduardo Rodríguez y Rodríguez , quien fundó la tienda con el propósito de crear bordados y artículos religiosos y militares de una calidad y belleza inigualables. Con el diseño y confección del manto para la Virgen de la Candelaria de Sevilla, el taller comenzó a consolidarse en el mundo de la pasamanería y los artículos religiosos. Más tarde, su hija, Ascensión Rodríguez, tomó el relevo, ampliando la oferta hacia la confección de flecos, borlas, cíngulos para Cristo y fajines de hebrea, siempre preservando la dedicación y el rigor del oficio artesanal que definía la marca.
Desde entonces, y gracias a Concha Rodríguez, Casa Rodríguez ha mantenido un equilibrio entre la sabiduría artesanal y la innovación, adaptando sus técnicas y diseños a las necesidades de cada época, sin perder de vista la autenticidad y el respeto por sus raíces. Con un compromiso inquebrantable hacia la calidad y la atención al detalle, la empresa actualmente y con Javier Gotor Rodríguez como cuarta generación al mando, ha logrado expandirse más allá de Sevilla, ofreciendo productos a clientes de distintas partes del mundo que buscan el valor de lo hecho a mano. Hoy, con más de un siglo de historia, Casa Rodríguez sigue siendo un referente en la artesanía de calidad, fiel a una herencia que se refleja en cada pieza, y que aspira a conservar la tradición para futuras generaciones.
La tienda se especializa en una amplia gama de artículos religiosos y tradicionales, cuidadosamente seleccionados para garantizar la excelencia. Desde ornamentos litúrgicos hasta imágenes religiosas y productos artesanales, en Casa Rodríguez cada pieza refleja nuestro compromiso con la autenticidad y el valor histórico de nuestras creencias.
En Casa
Rodríguez, nos dedicamos a preservar y compartir la esencia de la artesanía en
cada una de nuestras creaciones, reflejando la riqueza cultural de nuestras
tradiciones a través de productos religiosos y decorativos de alta calidad.
Nuestro compromiso con la excelencia es absoluto: seleccionamos cada material y
cuidamos cada detalle para asegurar que cada pieza cumpla con los estándares de
quienes buscan autenticidad y elegancia en lo artesanal.
Creemos en el
valor de lo hecho a mano, en el respeto a la herencia cultural y en la creación
de piezas que perduren en el tiempo. Cada producto es el resultado de una
dedicación profunda y una pasión por el oficio, que transmitimos en nuestro
trato cercano y en la personalización de cada pedido. Nuestra misión es
conectar con quienes valoran la autenticidad, aportando belleza y significado a
cada espacio a través de una tradición que sigue viva en cada creación.
Cordonería Alba abrió sus
puertas en 1904. En la actualidad el negocio tiene ciento quince años de
antigüedad.
Existe un documento que certifica que el 9
de Diciembre de 1903 el establecimiento, ya estable en aquella época, es
«traspasado» a D. Francisco Alba Galán (Fundador de Cordonería Alba) por Doña
Carmen Camacho Manzano, viuda de D. Carlos Ballesteros Salvador. En el traspaso
se incluían el local de arrendamiento, herramientas, máquinas, efectos, géneros
y demás accesorios que se encontraban en dicha industria en un establecimiento
que está sito en la calle Francos, número 38, aunque en el contrato dice,
curiosamente, que en esa fecha sería el número 33.
Todo lo dicho anteriormente estaba avalado
por D. Arturo Llamados Esquivel, artífice del «gremio» de cordonería y
pasamanería de la ciudad.
La cantidad aportada en dicha operación
fue de «2.000 pesetas», un dinero muy importante en aquellos tiempos.
La primera generación la condujo D.
Francisco Alba Galán. La segunda la regentaron sus hijos, donde destacó durante
muchos años, hasta que sus fuerzas se fueron apagando, D. Manuel Alba Rueja,
hombre de carácter serio, fuerte y perseverante, y que fue maestro de D. Jesús
Spínola Cantero, tercera generación, actual propietario desde 1945 y ahijado de
D. Manuel.
El camino no ha sido fácil, con muchos obstáculos ya que se tuvo que
rehabilitar el inmueble declarado en ruina técnica y en el que la ciudad de
Sevilla se volcó en su ayuda, para que este oficio no se perdiera, y mantuvo en
jaque durante varios años de mucha lucha a esta familia.
¿Qué decir del noble oficio de la
Cordonería y Pasamanería? La importancia de que venimos de un «gremio» de seis
siglos de antigüedad, en el que se sigue trabajando con máquinas, herramientas
y técnicas de la época como se puede ver en la guarnición calesera expuesta.
Esta técnica se llama “Espigao” y consiste en forrar con cordón borlas y
pasadores en forma de espiga.
Trabajamos para la Semana Santa de Sevilla, para su provincia y para el ámbito nacional e internacional.
Durante estos años ha realizado los cíngulos a Ntro. Padre
Jesús del Gran Poder, del Señor de la Sentencia de la Hermandad de la Macarena, a Nuestro Padre Jesús
de la Salud de la Hermandad de los Gitanos, a Nuestro Padre Jesús Cautivo de la
Hermandad de Santa Genoveva, también a Ntro. Padre de las Penas de San Vicente,
Nuestro Santísimo Cristo de las Tres Caídas de la Hermandad de la Esperanza de
Triana o el Cristo de la Victoria de la Hermandad de la Paz entre
otras.
Hemos realizado flecos y cordones de
Palios como el de la Hermandad de la Soledad de Olivares o a Las Penas de San
Vicente y todo tipo de adornos para Hermandades.
Otro de nuestros grandes logros son los
borlajes de la guarnición Calesera, con trabajos para la Casa Real Española o
la Casa Real Inglesa. Los borlajes de las mulillas de arrastre de la Plaza
Monumental de Méjico, para la yeguada militar de Jerez, la yeguada de Andic -propietarios
de la firma «Mango»-, para la Duquesa de Alba, Don Santiago Domera o Don Jacobo
Corsini entre otros.
Hablando de la Guarnición Calesera, como obra culmen sin duda, se encuentra el trabajo de borlaje que se realizó en seda natural granate, multiplicando la dificultad de ejecución de la misma. Está inspirada en la guarnición Calesera que regalaron «nuestros guarnicioneros» de Sevilla a su Majestad la Reina Isabel II en la inauguración del Puente de Isabel II, popularmente conocido como puente de Triana, el 23 de Febrero de 1852. Esta se realizó en 2014, para la Yeguada de Sierra Mayor, una auténtica apuesta del propietario.
BAR LAS ESCOBAS 1386 BAR LA AURORA 1913 Lista de algunos de los bares más antiguos de la capital hispalense: 1.-Bar La Aurora (1913), call...