domingo, 25 de junio de 2023

PALACIO DE SAN TELMO


 
Es la sede de la Presidencia de la Junta de Andalucía. Se trata de un edificio barroco, construido entre los siglos XVII y XVIII para ser la sede de un colegio de marineros. En la segunda mitad del siglo XIX fue la residencia habitual del duque de Montpensier y de la infanta María Luisa. En el siglo XX sirvió como seminario diocesano.

A comienzos del siglo XVII la Universidad de Mareantes estaba establecida en unas casas del barrio de Triana. En 1607 comenzaron a realizarse gestiones para construir un colegio-seminario para enseñar a los niños huérfanos a ser pilotos y emplearlos así en los barcos que iban a las Indias. Este proyecto no se concretó hasta la Real Cédula de Carlos II del 17 de junio de 1681.

Según la Real Cédula, esta institución estaría a cargo de la Universidad de Mareantes. En un primer momento se quiso construir donde se encontraban las casas que esta institución tenía en Triana desde 1573. El colegio estaría situado al lado de la desaparecida capilla de Nuestra Señora del Buen Aire, en la calle Larga (actual calle Pureza),​ que serviría de capilla del centro. Se trataría de un gran edificio para 150 alumnos, sus maestros y la servidumbre.

El Consejo de Indias nombró como "juez conservador" de la nueva institución al presidente de la Casa de Contratación de Indias. ​ No obstante, el edificio proyectado no cabía entre las calles de Triana donde se encontraban las casas. El presidente de la Casa de Contratación, Juan Jiménez Montalvo, propuso que se construyese frente a la Puerta de Jerez, en un terreno conocido como haza de San Telmo, que pertenecía al Tribunal de la Inquisición. ​ Esta decisión fue suscrita por otras personas que habían inspeccionado la ubicación trianera, que fueron; Acisclo Burgueño, maestro mayor de la ciudad; Francisco Escobar, arquitecto del Alcázar; y Francisco Moreno, maestro mayor de obras de fábricas. ​ El presidente de la Casa de Contratación y el de la Universidad de Mareantes escogieron, entre varias, una planta para el nuevo colegio-seminario y la enviaron al Consejo de Indias, en Madrid, para su aprobación.​ Las obras comenzaron en 1682.​ El edificio siguió con la misma planta durante todo el proceso de construcción, que se prolongó durante el siglo XVIII.​ El colegio ya tenía algunos alumnos a finales del siglo XVII.

En 1691 consta que era director de las obras el albañil Antonio Rodríguez, que seguía trabajando en las estancias del edificio en 1696. En la década de 1690 realizaron labores de cantería los maestros Francisco Gómez Septier y Antonio Gil Gataón.​ En 1699 las obras se paralizaron por falta de fondos y no se reanudaron hasta 1722.​ En 1722 el arquitecto encargado de continuar el edificio fue Leonardo de Figueroa. Tras la muerte este en 1730 su hijo Matías  se encargó de finalizar los proyectos de su padre. ​Las obras se suspendieron de nuevo en 1736 y no fueron reanudadas hasta 1775​ y prolongaron un par de años más.

En 1787 las obras fueron retomadas por Lucas Cintora, que se encargó de terminar la fachada norte y de hacer la escalera principal del palacio. Las obras en la escalera fueron de 1787 a 1791. El edificio original se dio por terminado en 1796.

En 1704 la Universidad de Mareantes se trasladó a este palacio, y vendió su sede de Triana en 1778. Por Real Cédula del 6 de noviembre de 1786 el colegio dejó de depender de dicha institución para pasar a depender de la Secretaría de Estado y Despacho Universal de la Marina.​ La Universidad de Mareantes continuó teniendo el palacio como sede hasta que fue suprimida en 1793.

En 1841 el palacio pasó a ser el Colegio Naval Militar.​ El 1 de marzo de 1846 entró como estudiante Gustavo Adolfo Bécquer​ con diez años de edad.​ Bécquer mostró interés por la literatura y conoció ahí al futuro escritor Narciso Campillo, con el que colaboraría.​ El 7 de julio de 1847 se suprimieron las enseñanzas en el palacio. Entre julio y octubre de 1847 pasó a ser sede de la oficina de la Sociedad del Ferrocarril.

En octubre de 1847 pasó a ser la sede del Colegio Real de Humanidades, conocido como Universidad Literaria. Esta institución tuvo su sede en el palacio hasta julio de 1849.

Antonio de Orléans, duque de Montpensier e hijo del rey francés Luis Felipe I, y su esposa la infanta María Luisa Fernanda de Borbón, hermana de Isabel II, abandonaron Francia tras la Revolución de 1848. Se dirigieron a Inglaterra y, posteriormente, a España. El Gobierno les dijo que fijasen su residencia en Sevilla, para mantenerlos lejos de la capital y evitar que el duque de Montpensier se metiese en la política nacional.​ El matrimonio se dirigió a Sevilla, y tras residir en el Alcázar, decidió mudarse al Palacio de San Telmo. ​ El 16 de junio de 1848 la venta del palacio al duque y a la infanta fue aprobada por el ministro de Comercio, Instrucción y Obras Públicas Juan Bravo Murillo y la reina.

En 1849 el edificio había pasado a depender del Ministerio de Instrucción Pública. Los encargados de tasarlo fueron el arquitecto Juan Manuel Caballero (enviado por el rector de la Universidad de Sevilla) y Balbino Marrón (enviado por el duque). ​ El edificio fue valorado en 1.504.800 reales. A esto hubo que añadir una tasación de las obras de arte del palacio, realizada por Joaquín Domínguez Bécquer.

El duque y la infanta se instalaron en el palacio a principios de septiembre de 1849. La compra del Palacio de San Telmo se formalizó el 15 de abril de 1850.​

Balbino Marrón llevó a cabo reformas arquitectónicas en el palacio hasta su muerte, en 1867. En torno a 1852 diseñó las fachadas sur y este, así como el torreón que hace ángulo entre ambas.​ En 1855 diseñó la fachada norte, con una puerta que da acceso a un apeadero.​ También en la década de 1850 realizó la torre noreste.

El jardinero mayor del palacio fue el francés André Lecolant. Los jardines eran un espacio que abarcaba las huertas de la Isabela y del antiguo convento de San Diego.​ Lecolant también se encargó de los jardines del duque en su palacio de Sanlúcar de Barrameda.​ El duque encargó muchas obras de arte a pintores y escultores de Sevilla y recibía en su palacio a la aristocracia local.​ En 1861 el duque recibió en Sevilla a la emperatriz consorte de Austria (conocida como Sissi), que regresaba de un viaje a Madeira.

El duque aspiraba a obtener el trono español y en 1868 financió el derrocamiento de Isabel II con un préstamo de 5.750.000 pesetas del banco Coutts de Londres, para el cual tuvo que hipotecar el Palacio de San Telmo. Estos planes le valieron, en julio, la expulsión de España al duque y la infanta, que se trasladaron a Lisboa. En septiembre tuvo lugar una revolución conocida como la Gloriosa e Isabel II se tuvo que exiliar a Francia. El duque de Montpensier y la infanta María Luisa regresaron al Palacio de San Telmo de Sevilla en 1869. En 1871 el duque fue objeto de un consejo de guerra en Baleares por no jurar lealtad al nuevo monarca, Amadeo I de Saboya, en el cual se le quitó el rango de capitán general.​ El 29 de diciembre de 1874 comenzó su reinado Alfonso XII, que tenía diecisiete años, y en mayo de 1875 Antonio de Orleans fue nombrado nuevamente capitán general. Con posterioridad a 1876 realizaría reformas menores el arquitecto Juan Talavera de la Vega. 

El 7 de diciembre de 1877 Alfonso XII telegrafió a Antonio de Orleans diciendo que mandaba a José Osorio y Silva, marqués de Alcañices y duque de Sesto, a San Telmo con una carta. El marqués de Alcañices viajó acompañado del mayordomo real Francisco María de San Martín, marqués de la Frontera, y del secretario de la mayordomía mayor Fernando de Mendoza y Abascal. El 8 de diciembre llegaron a la estación Plaza de Armas de Sevilla. Fueron recibidos allí por el secretario del duque, Rafael Esquivel y Castelló, por las autoridades civiles y militares locales y por el cabildo eclesiástico. Los recién llegados se trasladaron al Palacio de San Telmo en un coche tirado por seis caballos. Al llegar a su destino, fueron recibidos por una compañía del regimiento de infantería Soria número 9.

Fueron recibidos en el Salón Blanco del palacio por Antonio de Orleans, su esposa María Luisa y sus hijos Antonio, Cristina y María de las Mercedes. El marqués de Alcañices pronunció un breve discurso y entregó la carta, en la cual el rey pedía la mano de María de las Mercedes. Luego se retiraron a una habitación, donde Mercedes recibió un brazalete de oro, rubíes y brillantes como regalo de Alfonso XII. Esa noche se celebró una cena con los invitados, con música del regimiento de Soria y con la fachada del palacio iluminada. A la mañana siguiente, todos asistieron a una misa en el oratorio del palacio y, tras un almuerzo, los invitados regresaron a Madrid portando la contestación de Antonio de Orleans. En ella manifestaba que su hija, María de las Mercedes, aceptaba casarse con Alfonso XII. La carta fue entregada al rey en el Palacio Real de Madrid el 10 de diciembre.

María de las Mercedes se casó en enero de 1878 y falleció en junio del mismo año.​ Esta relación amorosa de Alfonso XII con María de las Mercedes ha sido motivo de varios escritos, coplas populares​ y la película ¿Dónde vas Alfonso XII? (1958). El 7 de diciembre de 1883 el duque de Montpensier recibió en Sevilla al príncipe alemán Federico.​

El duque de Montpensier falleció en 1890 en Sanlúcar de Barrameda. En 1893 la viuda, María Luisa Fernanda, donó al Ayuntamiento de Sevilla 18,5 hectáreas de los jardines para que fuesen un parque público. En la actualidad este es el parque de María Luisa. En 1893 Juan Talavera de la Vega realizó un pabellón mudéjar, conocido como Costurero de la Reina, para que fuese empleado por los guardas del recinto.​ En 1895 se terminó la construcción de la fachada norte del palacio.​ La parte superior se decoró con doce estatuas  del escultor Antonio Susillo que representan a personajes sevillanos o ligados a la historia de la ciudad. María Luisa Fernanda falleció en 1897. El palacio fue donado al Arzobispado de Sevilla.

Desde 1848 el Seminario Mayor se situó en el antiguo Colegio de Santa María de Jesús, fundado por  maese Rodrigo, cerca de la catedral.​ En 1888 el Seminario Menor se situó en el antiguo Convento de la Trinidad.​ En 1901, siendo arzobispo el cardenal Marcelo Spínola, se inauguró, en este edificio, el Seminario Metropolitano de San Isidoro y San Francisco Javier, que albergaba el Seminario Menor y el Seminario Mayor.

Juan Talavera de la Vega​ realizó obras en el palacio para obtener aulas. En 1926, siendo arzobispo el cardenal Eustaquio Ilundain, el seminario vendió parte de los jardines para financiar obras en el interior del palacio, realizadas con un proyecto de los arquitectos bilbaínos José María de Basterra, que ya había trabajado para Ilundain en Orense, y  Emiliano Amánn.

En el proyecto de 1926 se llevó a cabo la reforma de las estancias interiores del edificio.​ En los años 20, el arquitecto Aníbal González intervino para delimitar el espacio de los jardines del palacio trazando la calle La Rábida y la curva de la calle Palos de la Frontera.​ La altura del muro de separación de los jardines fue aumentada en 1946 con un proyecto de Auelio Gómez Millán.

Tras un aparatoso incendio en 1952, en el que se dañó la estructura y el patrimonio del archivo, el palacio fue restaurado por el arquitecto Antonio Illanes del Río. Esta fue la primera restauración que sufrió el inmueble. ​ En 1962 el interior de la zona norte del edificio fue reformado en estilo moderno para crear nuevas estancias. Este proyecto fue realizado por el arquitecto José Galnares Sagastizábal.

En 1967 el cardenal Bueno Monreal propuso la conversión del edificio en Parador de Turismo, aunque el proyecto no se llevó a cabo. En abril de 1968 fue declarado Monumento Histórico-Artístico. En 1969 José Galnares realizó un proyecto de restauración de las cubiertas que no se llevó a cabo. Galnares restauró las fachadas con un segundo proyecto, entre 1973 y 1974. En 1974 Antonio Delgado Roig creó varias estancias a base de parcelaciones en el entorno del patio de las Columnas.

La Diputación Provincial de Sevilla intentó adquirir el edificio, sin éxito, en 1980. ​ El 19 de septiembre de 1989 se firmó un convenio entre la Junta de Andalucía y el Arzobispado de Sevilla por el que se cedía el edificio para que fuese sede de la Presidencia. A cambio, la Junta de Andalucía construyó un nuevo seminario en la avenida de la Palmera.​ Durante tres años el inmueble fue restaurado por Guillermo Vázquez Consuegra.​ El palacio comenzó a ser sede del Gobierno andaluz en 1992.

Entre 2005 y 2010 el arquitecto Guillermo Vázquez Consuegra realizó una segunda reforma del edificio. ​ En esta se centró en restaurar las partes de los siglos XVIII y XIX y en reformar elementos de poco valor arquitectónico y escasa calidad de materiales realizados en el siglo XX por Basterra y Sagastizábal.​ De esta época también data la construcción de una cámara acorazada. 

En 2012 el palacio fue visitado por el entonces príncipe de Gales y actual Rey del Reino Unido y de los otros Reinos de la Mancomunidad de Naciones, Carlos III.

Los principales elementos del palacio original conservados en la actualidad son la fachada principal, el patio principal y la capilla.

La portada principal fue terminada en 1734, aunque la parte superior fue reformada entre 1775 y 1776. ​ En el primer cuerpo se encuentra la entrada y, a ambos lados, columnas con diversos relieves. En el segundo cuerpo hay un balcón sostenido por figuras de atlantes y, a ambos lados del mismo, columnas jónicas junto a doce figuras alegóricas de la navegación. En el tercer cuerpo hay columnas de orden corintio y figuras de los monarcas San Fernando y San Hermenegildo y, en un arco en el centro, una figura de San Telmo. En el cuerpo superior hay dos estatuas sentadas con cornucopias. En el intercolumnio del tercer cuerpo hay una inscripción que dice:

Reinando en España el señor don Felipe V, el animoso, siendo juez conservador de este real colegio y seminario del señor San Telmo don Manuel de Torres, del Consejo de S.M. en el Real de Castilla y alcaide de los Reales Alcázares, y siendo mayordomo y diputado de la Universidad de Mercaderes [sic] y dicho colegio y seminario don Gregorio de los Ríos, del Orden de Calatrava, don Juan Sánchez y don Pedro Hernández Colarte, del Orden de Santiago, se edificó esta portada y torres del claustro. Año de 1734

Pasada la portada se accede a un zaguán, en cuyo techo es de destacar la obra "Parra en otoño" realizada por Carmen Laffón, tras este, está el patio principal,​ realizado por Leonardo de Figueroa.​ En el otro lado de este patio se haya la entrada a la capilla.

El patio está rodeado por una galería con pilares cuadrados que, en su parte exterior, tienen adosados capiteles jónicos. Estos pilares sostienen arcos de medio punto. Los lados este y oeste tienen siete arcos y los lados norte y sur tienen cinco. Se levanta un segundo cuerpo de ladrillo rojizo, que tiene balcones que coinciden con las pilastras, divididos por pilastras con capiteles corintios. Las pilastras, los frisos, las jambas y otros elementos del patio están decorados con relieves. ​ Sobre el zaguán de acceso al patio hay una pequeña torre con un reloj y sobre la parte de acceso a la capilla hay otra semejante con unas campanas.

La capilla cuenta con cinco retablos del siglo XVIII. En el centro del altar mayor está la Virgen del Buen Aire. A sus lados están San Pedro y San Andrés. En la parte superior del retablo están representados San Fernando y San Telmo. Este retablo se realizó entre 1723 y 1726 y sus autores principales autores fueron Domingo Martínez y José Maestre.

Antonio Cabral Bejarano realizó algunas pinturas para la capilla entre 1850 y 1851. La bóveda de la capilla tiene tres óvalos pintados por este autor; uno con San Luis, otro con San Fernando y otro con la Virgen con el Niño. ​ En cada uno de los laterales hay seis lunetos del mismo autor y del mismo año. En el muro izquierdo están Santa Elena, San Juan de Dios, Santa Cristina, San Felipe, San José con el Niño y Santa Isabel de Portugal. 

En el muro derecho se encuentran San Francisco de Asís, San Clemente, San Carlomagno, Santa Amelia, San Carlos Borromeo y Santa Isabel de Hungría. ​ Los frescos de la bóveda y la pared del coro también son obra de Antonio Cabral Bejarano. En la pared hay dos lunetos con dos momentos de la vida de San Antonio de Padua; uno con la aparición del Niño Jesús y otro predicando a los peces.​ En el centro de la pared hay un cáliz, simbolizando la Eucaristía.​ En la base de la bóveda del coro hay ángeles adultos con instrumentos musicales y sobre los mismos hay pintados querubines.Antonio Cabral Bejarano también realizó un frontal para el altar mayor.

En 1895, se finalizó la fachada norte. En su parte superior hay una serie de doce esculturas de sevillanos ilustres (por nacimiento o por residir en la ciudad) realizadas por el escultor Antonio Susillo. Los personajes representados en esta galería son: Juan Martínez Montañés,  Rodrigo Ponce de León, Diego Velázquez, Miguel Mañara, Lope de Rueda, Diego Ortíz de Zúñiga, Fernando de Herrera, Luis Daoíz, Benito Arias Montano, Bartolomé Esteban Murillo, Fernando Afán de Ribera y Téllez-Girón y Bartolomé de las Casas.

PALACIO DE LAS DUEÑAS

 

Pertenece a la Casa de Alba. Fue construido en el siglo XV y reformado entre finales de este siglo y principios del XVI en estilo gótico-mudéjar y renacentista. Alberga una gran colección de pintura, escultura y artes decorativas de entre los siglos XVI y XX. Por su valor histórico y artístico, fue declarado Bien de Interés Cultural en 1931.

En él nació el poeta Antonio Machado en 1875. Fue la casa, en la ciudad, de Cayetana Fitz-James Stuart, XVIII duquesa de Alba de Tormes. Ella celebró, en este palacio, el convite de su boda de 1947 y su boda de 2011.

En 2016 Carlos Fitz-James Stuart y Martínez de Irujo, XIX y actual duque de Alba de Tormes, autorizó las visitas al palacio.

La familia de los Pineda era de Valdegovia, provincia de Álava. Miembros de la familia se instalaron en la provincia de Vizcaya, Santander y Burgos. Posteriormente, se instalaron en Sevilla, Córdoba, Granada y Alcalá la Real. Hubo miembros de la familia Pineda en Sevilla, al menos, desde principios del siglo XV.​

En esta finca tenía unas casas Juan de Pineda, funcionario del cabildo municipal, en la collación de San Juan de la Palma..

Juan de Pineda estuvo casado primero con Leonor de Santillán, con quien tuvo de hijos a Pedro, que le sucedió en el cargo municipal, y a Juan. Tras enviudar, se casó con María de Villafranca, con quien tuvo a Diego, Sancha y Leonor.​ Pedro de Pineda fue señor de Casabermeja.

Su nombre se debe a que estaba junto alConvento de Santa María de las Dueñas, fundado en 1251. En 1868 el convento fue exclaustrado y derribado.

Según el historiador del siglo XVII Diego Ortiz de Zúñiga, Juan de Pineda vendió estas casas a Catalina de Ribera en 1483 porque debían pagar un rescate por Pedro de Pineda, que había sido hecho prisionero por los moros en la Guerra de Granada. Esto es solo una leyenda. El hecho es que Pedro de Pineda le vendió estas casas a Catalina de Ribera en 1496.​ En la escritura de compraventa se describen varias casas de dos plantas, con corrales, huertas y edificios con bodegas.

Catalina de Ribera comenzó una reforma completa de este lugar, convirtiéndolo en una casa gótico-mudéjar. En 1505 el inmueble fue heredado por Fernando Enríquez de Ribera. ​ La capilla del palacio comenzó a ser construida por Catalina de Ribera, terminándose su decoración en tiempos de su hijo Fernando.​ En 1516 encargó a Alonso de León las pinturas de las galerías del patio principal y del Patio del Aceite. ​ El 17 de marzo de 1517 Fernando compró unas casas anejas a la Hermandad de San Bernardo por 200 ducados de oro. Con esta ampliación, y otras más entre los años 1515 y 1522, la casa pasó a ser un palacio renacentista  con elementos de estilo plateresco. Las obras fueron continuadas por su viuda, Inés de Portocarrero.

El palacio fue heredado por Fernando Enríquez de Ribera y Portocarrero en 1546. Este se casó el 2 de enero de 1564 con Juana Cortés, hija de Hernán Cortés.​ Entre 1571 y 1572 se restauró el edificio, se construyeron nuevos elementos y se renovaron los jardines.

En 1595 el palacio pasó a Enríquez de Ribera y Córdoba, marqués de Villanueva del Río.

La heredera del palacio, Antonia Enríquez de Ribera, marquesa de Villanueva del Río, se casó el 9 de febrero de 1612 con Fernando Álvarez de Toldeo y Meondoza, IV duque de Alba de Tormes. Tras esto, el palacio ha pasado a ser de la Casa de Alba. Esta familia también ha residido habitualmente en el Palacio de Liria de Madrid, finalizado en 1779.

La portada del Palacio de las Dueñas fue construida por el XII duque de Alba, cuando se encontraba en Sevilla en 1771. En ella se encuentra su escudo.

En el siglo XIX, cuando Jacobo Fitz-James Stuart y Ventimiglia XV duque de Alba, estaba en el extranjero, dividió el palacio en apartamentos y lo alquiló a unas doce familias.

Hacia 1885 comenzaron las obras de restauración, que continuaron en el siglo XX.​

Jacobo Fitz-James Stuart y Falcó, XVII duque de Alba y X duque de Berwick, realizó importantes obras de restauración en este palacio en el siglo XX.

María del Rosario Cayetana Fitz-James Stuart, XVIII duquesa de Alba y XI duquesa de Berwick, realizó nuevas obras de restauración y mantenimiento.​ También reconstruyó el Palacio de Liria de Madrid.

Aquí nació Carlos Falcó y Fernández de Córdoba, marqués de Griñón y marqués de Castelmoncavo, Grande de España.

En 2016 Carlos Fitz-James Stuart permitió las visitas turísticas al palacio. En 2018 recomendaron su visita el New York Times​ y Lonely Planet.​

El palacio ocupa una superficie de 9.000 metros cuadrados, de los cuales unas dos terceras partes están construidas. Cuenta con varios salones, una capilla y una gran colección de obras de arte.

Hay cuatro jardines, situados al norte, sur, este y noroeste, y dos patios, el principal y el Patio del Aceite. Uno de estos espacios es el Jardín de los Limoneros.

La portada es de 1771, con el escudo del duque. Al entrar se encuentra el primer jardín, que tiene plantaciones de naranjos, palmeras y arrayanes. El ajardinamiento actual fue realizado por Jacobo Fitz-James Stuart entre 1910 y 1920.​ El apeadero del palacio es del siglo XVIII. Los pilares se asientan sobre cipos romanos. ​ Este duque también tenía una gran colección arqueológica. En el apeadero se encuentran diversas esculturas romanas.


PALACIO ARZOBISPAL


 

Es la residencia oficial del arzobispo titular de la Archidiócesis de Sevilla, correspondiendo este cargo desde el año 2021 a José Ángel Saiz Meneses. Fue declarado Monumento Histórico Artístico en el año 1969

Se encuentra en la plaza Virgen de los Reyes, donde está también la Giralda  y una parte de la fachada de la catedral. Junto a la Giralda, en la misma plaza, se encuentra la Puerta de Palos de la Catedral, que es el lugar por donde salen las cofradías durante las procesiones de Semana Santa, por encontrarse en el recorrido oficial denominado carrera oficial. La plaza da acceso también a la calle Mateos Gago, uno de los principales accesos al barrio Santa Cruz.

Después de la reconquista de Sevilla en 1248 por el santificado rey Fernando III de Castilla, son cedidas unas casas en 1251 por el mismo rey a Raimundo de Losana, obispo de Segovia, para que se estableciese en la ciudad. Estas casas estaban edificadas sobre construcciones almohades que a su vez estaban construidas sobre un conjunto termal de la época romana, hallados a un nivel más profundo.

Del palacio mandado levantar para don Raimundo, que fue el primer obispo de Sevilla después de la reconquista, no queda prácticamente resto alguno.

A lo largo de los siglos se fue ampliando hasta que a mediados de siglo XVI una de las reformas lo deja con la estructura que se puede ver en el presente, alrededor de dos patios de estilo manierista que es lo primero que percibe el visitante del monumento. Tiene una extensión de 6.700 metros cuadrados ocupando casi toda una manzana.

La portada, de estilo barroco, obra de Lorenzo Fernández de Iglesias y Diego Antonio Díaz, fue construida en el XVIII, está considerada una de las mejores del barroco sevillano, cabe destacar los colores albero y sangre de toro con que está decorada, colores que acompañan a otros edificios emblemáticos de la ciudad.

En las últimas décadas del siglo XVIII, el entonces arzobispo,  Alonso Marcos de Llanes Argüelles, dotó y abrió la biblioteca del palacio. Además, realizó varios encargos al pintor José Suárez para la decoración del palacio, y también para el palacio arzobispal de Umbrete, utilizado por los arzobispos como residencia estival.

​Durante la guerra de la Independencia, fue utilizado como sede de la comandancia general del ejército francés y residencia del mariscal Soult y sus oficiales. Años después fueron los duques de Montpensier que estaban recién llegados a la ciudad, los que ocuparon sus estancias como vivienda ocasional mientras se realizaban obras en el palacio de San Telmo.

Nada más cruzar el umbral de la portada lo primero que se puede observar son dos patios de estilo manierista construidos entre los siglos XVII Y XVIII, el segundo posee una fuente del siglo XVI, detrás de este patio se encuentran las dependencias del Archivo General del Arzobispado y la biblioteca, que conserva toda la documentación eclesiástica de la archidiócesis hispalense, datando los más antiguos del siglo XIV, los fondos de este archivo está siendo reordenados y clasificados desde el año 1972 bajo la supervisión de la Institución Colombina habiéndose catalogados aproximadamente más de 13.000 legajos, unos 300 pergaminos y cerca de 800 libros llegando a ocupar más de 2.500 metros lineales.

Cabe destacar su escalera central, de un solo tiro y tres tramos, una auténtica obra de arte que data de la segunda mitad del siglo XVII, diseñada por fray Manuel Ramos, realizada con mármoles de colores y decorada con pinturas murales atribuidas a Juan de Espinal.

También son admirables el salón principal con su techo pintado al fresco con setenta lienzos exaltando a la iglesia católica, y el resto de salones.

Además posee una importante colección de pinturas y esculturas del barroco sevillano, repartida por el palacio, superada únicamente en Sevilla por el Museo de Bellas Artes y la catedral, convirtiéndose en la tercera pinacoteca de la ciudad. Entre sus pinturas se pueden ver obras de Francisco Herrera el Viejo, Francisco Pacheco, Zurbarán, Murillo, Juan de Zamora y Juan de Espinal. A esto hay que añadir colecciones procedentes de las escuelas italiana y holandesa, también de estilo barroco.

Estos fondos pictóricos fueron catalogados en 1979 por Valdivieso y Serrera determinando que existen 296 pinturas, conteniendo obras que datan de los siglos XVI al XX, aunque la mayoría de ellos están datados entre los siglos XVII al XVIII.

El palacio posee en su patio interior, en la fachada oeste, una ventana ficticia o falsa con su correspondiente reja, simulando una ventana real, por razones desconocidas.

Su cercanía con la catedral hizo posible que antiguamente se comunicaran ambos edificios por pasajes o pasillos balconados.

PALACIO DE LA BUHAIRA




En las inmediaciones de Nervión, los jardines de la Buhaira y el Palacio que le da nombre podrán pasar por alto para el turista, pero el sevillano debería saber algo más que situarlos en el mapa. No es difícil reconocer que no es de los lugares más turísticos de Sevilla ni uno de sus monumentos imprescindibles. Sin embargo, una visita al Palacio y los jardines de la Buhaira nos remitirán a un pasado de esplendor árabe.

En la época de ocupación musulmana, bajo el reinado de Al-Motamid, se decidió desecar una laguna que ocupaba la zona que hoy conocemos como Buhaira («al-buhaira», por cierto, significa «laguna»). Gracias a tres botánicos —Ibn-Bassal, Abu I-Jair e Ibn Hayay— se convertirá en una zona de recreos.

A partir del siglo XII, este terreno se ampliará bajo el califato de Abu Yacub Yusuf, quien dotará a la zona de olivos, palmeras, viñas, árboles frutales y lo más importante: un palacio y jardines en la zona, creando así una pequeña Medina Azahara en Sevilla. El agua con el que se mantenían estos jardines provenía del acueducto de los Caños de Carmona, y de una alberca que había in situ.

El palacio de verano fue un lugar idílico para los reyes árabes y, de hecho, los dos portones que dan a la calle Porta Coeli era el acceso a esta zona de descanso.

Al conquistar el rey Fernando III de Castilla esta zona en el año 1248, el entorno pasó a denominarse Huerta del Rey. Parte de los jardines se incendiaron y no se reforestaron hasta el siglo XVI. Años más tarde lo adquirió doña Catalina de Ribera, así que la Buhaira fue durante siglos propiedad de la familia Enríquez de Ribera y de sus herederos.

En el año 1892, María de los Ángeles Pérez Garvey encargó un pabellón neomudéjar a Aníbal González. Prácticamente un siglo más tarde, en 1999, se rehabilitó la zona, añadiendo unos jardines de estilo musulmán. Este conjunto declarado Bien de Interés Cultural alberga las ruinas del Palacio de la Buhaira, la alberca, la portada de las Almenas, la puerta de San Agustín, la calle Nueva y la portada de Tejaroz.

Actualmente, sirve como centro cívico en el que tienen lugar las noches de verano, en el Palacio de la Buhaira, un ciclo de representaciones teatrales y líricas que tiene lugar en el mes de julio.

PALACIO DE LOS MARQUESES DE MARCHELINA



Situada en el barrio de San Bartolomé, la casa que ocupa número 18 de la calle Conde de Ibarra de Sevilla, es un claro ejemplo de la arquitectura señorial sevillana, que evolucionó de lo bajomedieval a lo barroco, de los gustos decimonónicos a la adaptación para uso administrativo con criterios actuales. La calle en la que se ubica la casa, hoy Conde de Ibarra, recibió el nombre en el siglo XV de Toqueros, por instalarse en ella artesanos textiles que hacían tocas.

Apoyada su fachada sobre la antigua muralla judía, la estructura de la vivienda rememora las típicas casas romanas y musulmanas, donde los patios y jardines cobran protagonismo y nos conducen simbólicamente al Olimpo romano, edén cristiano y paraíso musulmán. Estos espacios abiertos han perdurado a lo largo del tiempo adaptándose a las nuevas necesidades. Las primeras referencias documentadas sobre su ocupación nos llevan al embargo de los bienes de la minoría religiosa judía expulsada del barrio de San Bartolomé y de su donación, por Enrique III, al justicia mayor Diego López de Zúñiga, quién fuera a su vez propietario del vecino Palacio de Altamira.

En la segunda mitad del siglo XV vuelve a ser donada al bachiller Fernando Díaz de Córdova, cuyos hijos la venderían en 1483 a Pedro Manuel de Lando, hijo ilegítimo de una familia sevillana de la nobleza, regidor del cabildo desde 1474, quién fue beneficiado por los Reyes Católicos por sus frecuentes y leales apoyos a la corona. En 1502 pasó a manos de la familia de los Alcocer, contratistas de transporte de mercancías y esclavos a las Indias. Descendientes de estos últimos ocuparon la vivienda durante los siglos XVI y XVII y será en las últimas décadas del siglo XVIII cuando recaiga en la familia de hidalgos de Santa Marina.

En el último tercio del siglo XVIII constatamos el estado semiruinoso en el que se encontraba la vivienda, por lo que el cabildo municipal exhorta a su rehabilitación o venta forzosa a quien pueda realizar su reconstrucción. La situación provoca su venta por subasta, siendo adquirida por Don Francisco Keyser, comerciante flamenco de Gante establecido en Sevilla.

A partir de este momento, la casa cobra especial esplendor, dotándose de la fisonomía que hoy reconocemos, modificando incluso parte de su exterior al retranquearse uno de sus ángulos de fachada para, remediando su estrechez, facilitar el paso de carruajes. Asimismo, el comerciante flamenco intentó que su parte trasera —con salida a la calle que aún hoy se denomina Levíes y en la que existió una callejuela que fue siempre motivo de queja por favorecer el refugio de indigentes y maleantes— fuese parte de la vivienda, a la vez que permitiera el acceso privado de carruajes, para lo cual instó en varias ocasiones al Cabildo a fin de proponer el nuevo uso recibiendo siempre la negativa de éste. Este periodo de modificaciones finaliza con el siglo al perder la familia Keyser la propiedad por un embargo judicial achacado a las gestiones efectuadas por un socio del comerciante con quién había contraído una gran deuda.

A lo largo del siglo XIX se suceden las ventas y cesiones temporales con sus consecuentes cambios de residentes, hasta que en 1854 la casa es comprada por la familia Romero, militares de alta graduación participantes en las guerras de independencia y de emancipación de las colonias españolas.

La viuda del insigne militar la legará a sus nietos, siendo, de entre ellos, Cecilia quién mantendría la propiedad hasta principios del siglo XX traspasándola a sus hijos, que la habitarán hasta 1934.

A partir de 1937 la vivienda es utilizada como escuela católica gratuita, morada de familias nobiliarias y, a partir de 1940, taller de impresión de un empresario coruñés. Con posterioridad sería propiedad y sede comercial de Industrias Farmacéuticas Miguel Ybarra, quién fuera alcalde de la ciudad entre 1940 y 1943. Pequeño burgués representante de una emergente industria autárquica que instalaría en la propia casa su laboratorio y almacén hasta que, a finales de los años sesenta, desapareciera la empresa.

De nuevo la herencia y el reparto abocaron a esta finca a cambiar de dueños, quedando en 1969 en manos de las Carmelitas Descalzas de San José de Dos Hermanas, siendo hipotecada por éstas como recurso económico en 1977.

La finca, como sucederá en muchas de la casas señoriales de los alrededores, sufre a partir de ese momento las consecuencias del abandono y la degradación, quedando prácticamente en estado ruinoso. Durante este periodo es adquirida por un grupo inmobiliario que pretende unificar varias propiedades para convertirlas en garajes y viviendas —en la que nos ocupa se llegó a construir parte de un sótano en la zona trasera— sin que la gestión llegara a producirse. El P.G.O.U. de Sevilla de 1985 la declaraba como casa-palacio, sugiriéndose la expropiación para evitar su deterioro.

Del inmueble podemos destacar en primer lugar su fachada, dividida en tres cuerpos y donde la restauración ha sido más intensa integrándose los restos hallado, de dibujos clásicos y líneas avitoladas. El apilastrado de la misma y parte de su rejería nos muestra su aspecto más rico. La planta baja, la puerta principal, centrada, de gran tamaño coronada con blasón, que da acceso al zaguán. El segundo cuerpo se encuentra estructurado con amplios ventanales y balcón con tejaroz. La última planta presenta una serie de ventanales con tejado a dos aguas, posiblemente destinado a almacén.

sábado, 24 de junio de 2023

PALACIO DE ALTAMIRA


 

El palacio de Altamira o palacio de los Condes de Altamira, se encuentra ubicado en la calle Santa María la Blanca, lindando también con la calle Céspedes y la barreduela Dos Hermanas a la que da acceso. Un sector muy transitado, próxima a una de sus más tradicionales puertas de entrada, la puerta de La Carne, que tras la reconquista quedó dentro de la aljama judía, una zona de gran actividad económica.

Se sabe, por investigaciones arqueológicas, que en el solar que hoy ocupa el Palacio de Altamira existió en época almohade una construcción que se ha interpretado como una vivienda. De su entorno se conoce una mezquita, unos baños y un pequeño zoco, lo que indica que a su alrededor se desarrollaba una intensa vida urbana. 

Poco después de la conquista de Sevilla, por los castellanos, esta zona quedó incluida en la aljama judía cuyos habitantes participaron de manera intensa en la vida comercial y económica de ámbito local, así como en la de la Corona de Castilla. Como muestra de ello, el cargo de Contador Mayor estuvo durante varios reinados en manos de personajes judíos que habitaban las ricas casas halladas en este solar (como José Pichón y Samuel Abravanel). 

El asalto a la judería en 1391 propició que estos terrenos pasaran a manos del justicia y alguacil mayor del rey, Diego López de Zúñiga, que levantó sobre ellos el edificio actual. La mansión estuvo unida en los siglos XV y XVI al linaje de los Stúñiga, Condes de Plasencia, Duques de Béjar y de Plasencia, y señores de grandes estados en Extremadura y el Reino de Sevilla, hasta que quedó ligada al Marquesado de Villamanrique y de Ayamonte y posteriormente al Condado de Altamira, por el que hasta hoy se le conoce. 

De todos estos propietarios fue recibiendo obras y mejoras adaptándose a los gustos y necesidades de sus dueños durante los siglos XVII al XIX, centuria ésta en que dejó de estar vinculada al linaje noble, y como ocurriera con otras notables mansiones sevillanas fue destinada a casa de vecindad en alquiler. Por ello se realizarían en el edificio reformas que enmascararon definitivamente la primitiva construcción mudéjar que ha sido descubierta nuevamente en el proceso de intervención arqueológica.

Se trata de uno de los edificios de mayor envergadura de la ciudad, compuesto por una yuxtaposición de edificaciones cuyo origen es un palacio mudéjar que posteriormente se amplió para convertirse en residencia de familias nobles y que finalmente en el XIX se adaptó a casa de vecinos.

La estructura del palacio mudéjar se organizaba en torno a un patio y muestra bastantes analogías, sobre todo en la disposición de sus piezas esenciales, con el palacio mudéjar de los Reales Alcázares. Del conjunto de edificaciones primitivas parece quedar constancia en una amplia edificación rectangular dividida en dos plantas y paralela a la fachada y en otra sala cuadrada situada a la derecha del patio, así como en los dos patios más pequeños, yuxtapuestos a estas salas.

La sala rectangular está simétricamente ordenada y cuenta con un gran espacio central, cubierto por un artesonado de madera, y dos saletas laterales con bóvedas sobre trompas donde están pintados los escudos de la familia de Altamira y Guzmán. Un estrecho pasillo que se supone sería el acceso desde el patio pequeño a las galerías del grande y desde éste a las salas, separa la sala de la calle Céspedes. Tanto el espacio central como el pasillo se cubren por un artesonado de madera y se decoran junto con el patio con yeserías de finales del siglo XIV.

El palacio cuenta con un segundo patio de mayores dimensiones, 14 x 18 m., con arquerías en sus cuatro lados y se observa en su construcción dos momentos diferentes, uno correspondiente al lado que lo separa de la calle Céspedes, donde la arquería parece incluida en alfices y una de cuyas columnas cuenta con un capitel califal, y otro el correspondiente a las otras tres caras, cuyas arquerías parecen ser todas de fecha reciente.

De las dos escaleras actualmente existentes, la situada al fondo de la edificación parece ser original y la escalera más próxima a la fachada parece ser coetánea con ésta, de la época en que el palacio se convirtió en la casa de los Villamanrique.

La crujía de fachada aparece como una operación unitaria, ejecutada en el siglo XVII, destinada a proveer de fachada y de un cuerpo principal de habitaciones al conjunto de salas y patio principal que configuraban el antiguo palacio mudéjar. Se compone de dos plantas y entresuelo y tiene una profundidad de 7 metros.

Otra transformación importante que afecta al edificio puede fecharse a finales del XIX, en que se adapta a casa de vecinos. De esta fecha deben provenir elementos tales como la pequeña edificación que ocupa parte del patio de entrada y las escaleras que unen la planta baja de la crujía de fachada con las entreplantas.

En el alzado destaca la portada principal abierta en arco de medio punto, con jambas y dintel moldurados que recoge el balcón principal. El paramento se divide en calles por pilastras pareadas y se remata por una cornisa con modillones a lo largo de toda la fachada. Sobre el alero de tejas aparecen dos buhardillas, rematadas por frontón curvo.

El palacio se encontraba en avanzado estado de deterioro cuando se realizó su reforma y rehabilitación con objeto de alojar la sede principal de la Consejería de Cultura. El proyecto participó de la estrategia de dicha Consejería de fragmentar sus dependencias en diversos edificios –frente al modelo de concentración adoptado por otras tantas Consejerías- con el fin último de promover la rehabilitación integral del barrio, antigua judería, prácticamente abandonado, en ruinas y ausente para la ciudad. Otras dependencias se alojaron en la misma calle y en la vecina calle Levíes.

La rehabilitación efectuada durante la última década del siglo XX ha permitido la recuperación del edificio mediante un proyecto cuidadoso que ha puesto en valor los diferentes espacios del Palacio, ejemplo de intervención en el que la participación multidisciplinar ha permitido valorar adecuadamente las estructuras superpuestas del edificio.

El proyecto de rehabilitación fue redactado y ejecutado por el arquitecto Francisco Torres Martínez, concluyendo las obras en 1999.

PALACIO DE LOS CONDES DE SANTA COLOMA


 

El palacio de los Condes de Santa Coloma también conocido como Palacio de los Bucarelli es una vivienda nobiliaria situada en el centro histórico de la ciudad. Constituye un valioso ejemplo de la arquitectura barroca civil de Andalucía.

Fue mandada construir por Antonio Bucarelli a finales del siglo XVII, posteriormente pasó a ser propiedad de los Condes de Santa Coloma. La familia de los Bucarelli llegó Sevilla en el siglo XVI procedente de Florencia. El rey Carlos II les concedió en el año 1679 el marquesado de Vallehermoso. Algunos de sus miembros son Francisco de Paula Bucarelli y Ursúa (1708-1775), gobernador de Buenos Aires, y su hermano Antonio Bucarelli (1717-1779) que ostentó los cargos de Virrey y capitán general de Nueva España y gobernador y capitán general de la isla de Cuba.​

El edificio ocupa casi en su totalidad una manzana, se trata de una gran casona de dos plantas que conserva su primitiva configuración de casa-palacio. Se distribuye alrededor de 2 patios principales, cuenta además con otros patios secundarios, apeadero, caballerizas y jardín. El patio principal posee arquerías de medio punto sobre columnas de mármol y se distribuye en dos plantas. La escalera principal de dos tramos parte de uno de los frentes del patio. La extensa fachada se divide en calles mediante una serie de pilastras que centran huecos espaciados regularmente. La portada también flanqueada por pilastras en estilo corintio sostiene el balcón principal decorado con molduras y el escudo de armas familiar.

PALACIO DE LOS MARQUESES DE DOS HERMANAS


 

Junto a la histórica y bella iglesia de Santa María la Blanca, muy cerca de la Puerta de la Carne, existe un estrecho callejón que pasa casi desapercibido y que lleva el nombre de Dos Hermanas. Se llama así no por nuestra población, sino por la casa-palacio que se encuentra al final del mismo, y que durante muchos años fue propiedad y residencia oficial de la familia Pedrosa, el palacio de los marqueses de Dos Hermanas. El palacio, aun siendo conocido por buena parte de nosotros, sigue siendo, a la vez, un gran desconocido, pues nada se sabe sobre su devenir histórico.

Empecemos por describir el propio edificio. El palacio de los marqueses de Dos Hermanas fue construido a principios del siglo XVII, siendo muy reformado en los primeros años de la centuria siguiente (a instancia del segundo marqués). Su planta posee la particularidad de que el patio se encuentra no en el centro, como es habitual en la capital hispalense, sino al fondo de la edificación, muy separado de la entrada y sin crujía de habitaciones en uno de los frentes, pues da a la calle Verde.

Igualmente, posee una pequeña fachada principal que da al callejón antes mencionado, y en su mayor parte está ocupada por una portada de piedra con numerosos elementos clásicos. Se desarrolla en dos cuerpos: el inferior comprende unas pilastras dóricas de fuste acanalado que sostienen el entablamento, con friso de triglifos y metopas. Por su parte, en el segundo cuerpo encontramos un balcón con jambas molduradas y rematado por un frontón partido. En este lugar se hallaría en su origen el escudo de la familia Pedrosa labrado en piedra, hoy desaparecido. La fachada guarda relación con la portada del hospital de San Bernardo y la portada lateral de la iglesia de San Benito (1610-1612), por lo que durante mucho tiempo ha sido atribuida a Juan de Oviedo (1565-1625).

Asimismo, junto a la portada se abren actualmente dos amplias ventanas. La inferior era anteriormente una puerta que fue abierta cuando la casa-palacio pasó a ser corral de vecinos en el siglo XIX.

En cuanto al patio del palacio de los marqueses de Dos-Hermanas antes aludido, presenta doble galería sobre columnas toscanas de mármol, la baja con arcos peraltados sobre columnas toscanas y cimacios, y la alta con medios puntos. Las enjutas se decoran con cartabones en ambos pisos. En el centro del patio se conserva una fuente de azulejos del siglo XVII, con forma estrellada. Destacable es también el mirador, de arcos de medio punto sobre columnas de mármol. Muy significativas son las cubiertas de las distintas habitaciones y, particularmente, la de la escalera, con artesonado de casetones y pinjantes dorados. La escalera, abierta en el ángulo sur del patio, es de un solo tiro y dos tramos, con balaustrada de forja y contrahuellas de azulejos de la época.

Si bien perteneció en un principio al duque de Béjar, en fecha que no hemos podido aún averiguar (debió ser en el primer tercio del siglo XVII) fue adquirido el inmueble por el rico mercader sevillano don Pedro de Pedrosa, para que fuese su casa solariega. En cambio, sí sabemos que en 1624 vivía ya en esta casa-palacio. Esta sería, pues, la residencia oficial de Pedrosa, que en 1639 compró el señorío y jurisdicción de Dos-Hermanas y en 1643 obtuvo el título de Señor de Dos-Hermanas. Cuando falleció en 1655, la casa pasó a manos de su único hijo varón y heredero del título: Alonso José de Pedrosa y Casaus, que seguiría residiendo en esta casa-palacio. Pero en 1657, su madre y nueva tutora, doña María Blanca de Casaus decidió fijar su residencia y la de su hijo en la collación de la Magdalena. Quería doña Blanca alejar a su hijo de todo aquello que recordase a su difunto marido, el referido don Pedro de Pedrosa (fue el suyo un matrimonio muy mal avenido, dicho sea de paso).

Aquel Alonso José de Pedrosa consiguió, en 1679, el título de marqués de Dos-Hermanas, y, dado su nuevo estatus, prefirió residir en arrendamiento en el palacio de los Domonte, ubicado justo frente a la iglesia de San Vicente, y que aún se mantiene en pie. Pensaba el primer marqués que la casa-palacio de su padre no estaba a la altura de su título nobiliario.
En 1692, muere Alonso José de Pedrosa y le sucede en el título su único hijo, Pedro Manuel de Pedrosa, quien seguiría residiendo en el palacio de los Domonte. Mientras tanto, la casa-palacio de Santa María la Blanca estuvo arrendada.

Pero la grave crisis económica que sufrió la familia Pedrosa en 1695 (que a punto estuvo de costarle el título de marqués), obligó a Pedro Manuel de Pedrosa a fijar su residencia en la que había sido, por decisión de su abuelo don Pedro de Pedrosa (fundador del linaje), la casa-solariega de los Pedrosa sevillanos. El marqués volvió a esta casa-palacio en 1701 y, a partir de ese año, procedió a reformarla.

Aquí vivieron también su hijo, Vicente de Pedrosa, III marqués de Dos-Hermanas, y su nieto, Pedro Nicolás de Pedrosa, IV marqués, hasta que estalló la Guerra de la Independencia en 1808. Cuando dos años más tarde, en febrero de 1810, los franceses entraron en la capital hispalense, en el inmueble vivían los dos hermanos menores del marqués, José y Francisco de Pedrosa, que, por cierto, se sucedieron en el título a la muerte de Pedro Nicolás en 1812. Por fortuna, las autoridades francesas respetaron la casa-palacio, por lo que éste ni fue expoliado ni fue sede de destacamento militar alguno. Eso sí, los invasores se llevaron muchos de los documentos del archivo familiar, según relataría años más tarde Francisco de Pedrosa.

Tras la retirada de las tropas francesas, el palacio de los marqueses de Dos-Hermanas comenzó un largo período de decadencia. La crítica economía de la familia Pedrosa hacía imposible la necesaria rehabilitación del palacio. Esa fue la excusa que dio Francisco de Pedrosa, convertido en 1819 en nuevo marqués, para abandonar el edificio, instalándose en otro domicilio mucho más modesto. En la década de 1830, fue vendido a un particular, y a finales de esa centuria pasó a ser casa de vecinos, continuando así hasta bien entrado el pasado siglo.

Afortunadamente, en los últimos años del siglo XX, la casa-palacio fue adquirida por una cadena hotelera, siendo reformada en su totalidad. Aquella adquisición la salvó de la piqueta, devolviéndole el esplendor de épocas pasadas.

PALACIO DE LOS MARQUESES DE LA ALGABA



 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Es uno de los mejores exponentes de la arquitectura mudéjar civil de la ciudad. Alberga el Centro de Arte Mudéjar.

Este palacio fue mandado construir en 1474 por Juan de Guzmán y Torres, I señor de La Algaba .​ En 1475 fue heredado por su hermana, Beatriz de Guzmán, que adquirió una casa aneja al palacio. En 1482 esta casa aneja fue heredada por Beatriz de Valenzuela y el palacio pasó a Luis de Guzmán, II, señor de la Algaba. ​ En 1481, casado con Inés Ponce, obtuvo autorización de Isabel la Católica para instituir un mayorazgo en favor de su hijo Rodrigo. En 1484, ya casado en segundas nupcias con Leonor de Figueroa, fundó dicho mayorazgo. Luis de Guzmán compró la casa aneja a Beatriz de Valenzuela en 1491.

Rodrigo de Guzmán heredó el palacio en 1495. En su matrimonio con Leonor de Acuña, hija del conde de Buendía, señor de Dueñas y adelantado de Cazorla, que tuvo lugar antes de 1516, incrementó su patrimonio familiar con la dote que la propia reina Isabel había legado a ésta y con otras propiedades que él mismo adquirió.

En los siguientes años, Rodrigo fue adquiriendo una serie de casas anejas que fue añadiendo al palacio. Junto a este inmueble había una casa que había pertenecido a Gonzalo de Cervantes y que había sido heredada en 1474 por su hija, Leonor de Pineda, casada con Diego Mejía. Rodrigo de Guzmán adquirió esta casa aneja en 1508.​ Entre 1508 y 1516 adquirió otras dos casas anejas, pertenecientes a Alonso Pérez Melgarejo. En 1516 adquirió una casa a Juan de Cervantes por 115.000 maravedís, otra propiedad del Monasterio de la Trinidad por 12.000 maravedís y otra de la Cofradía y Hospital de Nuestra Señora de la Concepción por 7 000 maravedís.​ En 1522 compró otras casas a Juana Bernal por 40.000 maravedís.​ En 1523 compró a Antonia de Vejer unas casas por 10.000 maravedís.​ En 1526 adquirió las casas de Juan de Alfaro por 15.500 maravedís.

En 1511 Rodrigo recibió autorización de la Corona para incorporar nuevos bienes adquiridos a su mayorazgo en favor de su hijo Luis de Guzmán y Acuña, lo que hizo en 1526. Ese mismo año fundó otro mayorazgo para su segundo hijo, Pedro de Guzmán.

En 1526 Rodrigo de Guzmán encargó trece piezas de mármol al taller en Génova de Antonio María Aprile da Carona y Pier Angello de la Scalla. Seguramente se tratase de columnas, una chimenea, balaustradas y otros elementos de mármol que tuvo este palacio.​ Las columnas y parte de las balaustradas fueron expoliadas en el siglo XIX. Fueron trasladadas a una casa del siglo XVIII en el número 20 de la calle Zaragoza, que fue remodelada en el siglo XIX. El único objeto de mármol que conservaba el palacio en su rehabilitación es una columna de mármol en una esquina, que debió ser fabricada en Sevilla en el siglo XVII. A principios del siglo XX otra parte de las balaustradas estaba en el Cine Arrayán, situado en la zona de los jardines.

En 1527 el palacio fue heredado por Luis de Guzmán y Acuña, esposo de Leonor Manrique Fajardo.​ En 1565 Felipe II convirtió ese señorío en un marquesado.

Las obras realizadas en el palacio por Rodrigo fueron continuadas por sus sucesores. En 1576 consta que se realizaron otras obras en la casa. Las reformas del siglo XVI se hicieron en un estilo renacentista.

A principios del siglo XVII hubo un pasaje elevado entre el palacio y la cercana Iglesia de Omnium Sanctorum. ​ Los marqueses tenían en la iglesia parroquial una tribuna, para asistir a misa en un lugar preferencial. Esta tribuna seguía allí a mediados del siglo XIX

En 1637 la viuda del marqués, Juana Fernández de Córdoba, donó al Convento de San Francisco de La Algaba las 442 obras literarias que había en la biblioteca del palacio.

Luis Francisco Ramírez de Guzmán y Fernández de Córdoba, IV marqués de La Algaba, trasladó su residencia habitual a La Algaba y, en 1643, arrendó el palacio por cuatro años.

Entre finales del siglo XVIII y principios del XIX Eugenio Eulalio de Palafox y Portocarrero, XI marqués de La Algaba, realizó una serie de reformas en la planta baja del edificio, una portada que comunicaba la planta baja de la torre con el jardín y, sobre todo, reformas en la zona de dicho jardín.

Eugenio Eulalio realizó un contrato de compraventa del palacio en 1822 por 85.000 reales, puestos por Sebastián Duarte y Sartorio. El pago no se completó por un conflicto burocrático. En 1834 el XII marqués de La Algaba fue su hermano, Cipriano Palafox y Portocarrero. Posteriormente, pasó a María Francisca de Sales Palafox y Kirkpatrick, esposa del duque de Alba. En 1850 se solucionó el problema del censo y Duarte pagó la parte que faltaba.

En 1840 se derribó el arquillo que unía la casa con la Iglesia de Omnium Sanctorum.​ En 1841 Sebastián Duarte ya había arrendado la parte del jardín y sus edificaciones.​ En 1843 un terreno del palacio en la calle Amargura pasó a Manuel Amores y Parra. ​ En 1844 vendió a Manuel Amores Parra un terreno junto a éste, que da a la calle San Basilio. Se realizaron nuevas construcciones en estos lugares.​ En la primera mitad del siglo XX en la zona de los jardines, que dan a la calle Arrayán, hubo un cine de verano, el Cine Arrayán.​ En la década de 1970 se realizaron edificios de viviendas en la zona de los jardines.

En un plano de 1848 figura que en este palacio estaba el Teatro de Hércules. Otras zonas sirvieron de apartamentos, locales comerciales y almacenes.

En la década de 1850 el edificio fue propiedad de Agustín de Pruna. En la década de 1860 estaba bajo el usufructo de su viuda. En la década de 1940 el antiguo Teatro de Hércules pasó a ser un cine.

En 1957 Joaquín Romero Murube le dedicó un texto al palacio, ya bastante descuidado, lleno de añoranza.

En mayo de 1990 fue comprado por el Ayuntamiento de Sevilla.

Entre 1997 y 2002 la Gerencia de Urbanismo del Ayuntamiento de Sevilla llevó a cabo obras de rehabilitación, con fondos del Plan Urban de la Unión Europea. Entre 2002 y 2005 las obras fueron realizadas por la Gerencia de Urbanismo del Ayuntamiento de Sevilla con fondos propios y de los Programas de Operativos Locales de la Unión Europea.

Alberga en su interior la sede la Delegación de Participación Ciudadana y el Centro del Mudéjar.

La portada principal es de gran interés y posee dos cuerpos: el inferior construido con sillares de piedra, y el superior decorado con azulejos polícromos. El interior se organiza en 2 plantas alrededor de un patio central dispuesto sobre arquerías, las cuales estaban sostenidas por columnas de mármol procedentes de Génova, la mayoría de las cuales no se han conservado. Lateralmente puede verse una torre de estructura similar a la de la Torre de los Guzmanes situada en el municipio de La Algaba. Destaca el artesonado original de una de las salas de la planta baja, ​ con dibujos formados por elementos vegetales y escudos de armas, así como la grandiosa escalera principal, que ha sido reconstruida minuciosamente.

El 11 de enero de 2013, el alcalde de Sevilla, Juan Ignacio Zoido, inauguró el Centro del Mudéjar en el Palacio de los Marqueses de La Algaba. Actualmente, se exponen un conjunto de 111 piezas relacionadas con este estilo artístico, entre las que destacan tinajas mudéjares, sellos, una pila bautismal, canes polícromos del siglo XV,​ paños de arrocabe,​ almizates,​ piñas de mocárabes de madera,​ fragmentos de yeserías, azulejos y lápidas góticas.

PALACIO MIGUEL DE MAÑARA
















Es una casa palaciega de estilo fundamentalmente renacentista, situado en la antigua judería de la ciudad, . En el palacio nació el ilustre filántropo Miguel de Mañara, impulsor y benefactor de la Hermandad y Hospital de la Caridad. En la actualidad, el edificio constituye la sede administrativa de la Dirección General de Bienes Culturales, de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía.​

Los primeros antecedentes descritos del edificio proceden del periodo de dominación musulmana, durante la Edad Media, como una construcción estructurada en torno a cuatro patios. Tras la conquista cristiana se le añadió otro patio más, de estilo mudéjar, restos de esta época son los zócalos con pinturas murales del salón de la planta baja. En el primer tercio del siglo XVI sus propietarios Juan de Almansa y su esposa Constanza de Alcocer llevaron a cabo una gran reforma del palacio para adaptarlo a los gustos propios del Renacimiento, aunque apoyándose en la edificación mudéjar ya existente, es entonces cuando se levantó el patio central, cuya decoración se encargó al taller del genovés Antonio María Aprile, que añadió las columnas balaustradas de mármol, la solería y la fuente.

En 1623, Tomás Mañara Leca y Colona, rico comerciante de origen italiano, enriquecido en el comercio con el continente americano, adquiere el inmueble, remodelando la casa para acondicionarla y darle la apariencia de los grandes palacios nobiliarios, para lo que se construye la fachada principal a la calle Levíes que proporcionó al palacio una entrada de carácter más monumental, en la que se mantiene el estilo tardorenacentista, las obras de esta reforma son atribuidas al arquitecto y escultor Diego López Bueno. Allí nace en 1627, Miguel de Mañara, impulsor y benefactor del Hospital de la Caridad.

Tras la muerte sin descendencia de Miguel de Mañara, en 1679, la casa quedó deshabitada, siendo alquilada durante el siglo XVIII en varias ocasiones por sus herederos, figurando, entre otros como inquilinos, Pedro Fillot y Manuel Prudencio de Molviedro. En el siglo XIX, sirvió como cuartel para las tropas francesas del mariscal Soult. Posteriormente pasó a ser propiedad de José Vargas Zúñiga y María Josefa Federigi, heredera esta última del mayorazgo donde se incluía la casa. A principios del siglo XX fue adquirida por la Hermandad de la Santa Caridad por 77.500 pesetas, siendo utilizada como fábrica de corcho, almacén de hilaturas y colegio. En 1989, fue adquirida por la Junta de Andalucía y en la actualidad constituye la sede administrativa de la Dirección General de Bienes Culturales, de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía.

Responde al modelo de casa renacentista, organizada en torno a tres partes diferenciadas, una zona de carácter noble, una segunda zona de servicio y un sector para las cuadras. La entrada al palacio se realiza a través de un zaguán y un patio delantero con un pequeño apeadero con doble arcada, tras el que se accede al patio central, que constituye uno de los elementos más destacados del conjunto, con arquería sobre columnas en las dos plantas. Destacan también las yeserías del patio, diseñadas por Diego López Bueno . En el centro se encuentra la fuente de mármol blanco, de procedencia italiana, citada anteriormente. En uno de los extremos, se sitúa la escalera de dos tramos.

Las estancias de la planta superior distribuidas en torno al patio, presentan techumbre de tradición mudéjar y tardorenacentista, estando cubiertas en su mayor parte por alfarjes y artesonados de madera. En los lados menores del inmueble existen dos patios de carácter secundario, a los que comunican una serie de dependencias de forma rectangular y cuadrada, con columnas y entablamento de madera.

La fachada principal del palacio se sitúa hacia la calle Levíes y presenta dos plantas divididas en calles separadas por pilastras adosadas al muro. El acceso a la casa está localizado en la tercera calle del lado izquierdo del muro, la decoración exterior se encuentra complementada por un conjunto de once rejas desiguales en sus formas, que constituyen un muestrario de la forja sevillana del siglo XVII. La fachada mantiene una forma irregular ceñida a la sinuosidad y el carácter quebrado con los que estaba concebido el entorno urbano de la casa.

La portada data del año 1540, se halla flanqueada por dos columnas de orden toscano, cuyos pedestales están decorados con relieves en los que figuran escudos de armas cruzados. En el friso, decorado con ménsulas, alternan bucráneos con máscaras florales. La decoración pictórica conservada en esta fachada, descubierta en la última restauración, presenta elementos de muy diversa índole: las pilastras se decoran con imitación de sillares, mientras que en el resto del muro la decoración es de ladrillos. En los lugares que falta la ornamentación, ésta se ha completado con pintura.

PALACIO DE LA MARQUESA DE PICKMAN





Se encuentra situada en la calle Lope de Rueda, en el interior del barrio de Santa Cruz.

Es una importante casa nobiliaria que se levanta ubicada entre medianeras, muy próxima a la plaza de Alfaro, desde donde tiene fácilmente su acceso.

Aún siendo una casa de unas dimensiones importantes, casi pasaría desapercibida en su bello entorno de Santa Cruz de no ser por la espectacular portada renacentista que presenta en su fachada a esta calle, una pieza de gran valor arquitectónico procedente de un palacio de la ciudad de Ubeda.

Esta portada, levantada según las tendencias artísticas del estilo plateresco, se presenta retranqueada tras una alta reja de hierro, y está presidida por un robusto arco de medio punto en la cual se marcan con claridad sus enormes dovelas de piedra. También destacan en ella sus columnas de orden corintio del siglo XVI y en especial su menuda decoración a la italiana, característica de la estética del plateresco.

En el interior, presenta un patio de dos plantas de altura, con arquerías de piedra sobre columnas de orden toscano.

PALACIO DE LOS CONDES DE CASA GALINDO




























El siglo XIX fue un período de crisis política, económica y social en Sevilla. Sin embargo, aún podemos reconocer en el entramado urbano determinados hitos que nos hablan de una sociedad que se resistía a dejar atrás el esplendor que había tenido la ciudad en siglos anteriores. Uno de los mejores ejemplos es la 
casa palacio de los condes de Casa Galindo. Se trata de un edificio construido en la primera mitad del siglo XIX (1842 es la fecha de su cancela aunque podría ser anterior) por encargo de Vicente Torres Andueza. De la ejecución se encargó el maestro de obras Alonso Moreno, que diseñó una gran casa que sigue la tradición arquitectónica sevillana pero actualizándola a las corrientes artísticas y sociales decimonónicas.

El palacio de los condes de Casa Galindo toma su nombre de Andrés Lasso de la Vega y Quintanilla, conde de Casa Galindo, que compró el edificio a sus primeros habitantes. La casa de la calle Alfonso XII, con fachada a la plaza del Museo, es plenamente neoclásica. Su fachada original, de dos plantas, estaba rematada por un frontón triangular que remarca la ubicación de la puerta principal del edificio. Esta portada se ancla a la fachada con dos columnas toscanas sobre pedestal que sirven de antesala al gran zaguán. Sobre la puerta, un balcón enmarcado por pilastras jónicas que simulan sostener el frontón superior. Se trata de un juego muy sencillo, típico de la arquitectura neoclásica, que utiliza elementos de origen grecorromano para dar mayor realce a las zonas principales del edificio. La tercera planta, con sus buhardillas, es un añadido del arquitecto Rafael Manzano, encargado de adaptar el edificio a partir de 1978 a su nuevo uso como apartamentos.

Una de las grandes novedades que incorpora la arquitectura decimonónica al caserío sevillano es la eliminación de los accesos en recodo. Si visitamos los grandes palacios sevillanos como Pilatos, Dueñas o Pinelo, nos daremos cuenta de que el patio principal nunca se encuentra a eje con la portada y es necesario realizar algún que otro giro para llegar hasta él. Será ya a partir del siglo XVIII cuando la arquitectura doméstica empiece a tender hacia un eje de perspectiva más o menos lineal que comunique el acceso principal de los edificios con el patio. La escalera seguirá estando en este patio, pero se trasladará desde un extremo del mismo hacia un lateral, ganando en visibilidad. 
 
Es lo que ocurre en este palacio. La portada principal da acceso a un gran zaguán que se abre al patio por medio de una espectacular cancela de origen francés que permite el paso de la luz, tamizándola, y al mismo tiempo no impide que se vea lo que transcurre en el interior. Ya en el patio la escalera gana un gran protagonismo, ocupando todo un lateral del mismo y decorándose con mármoles de colores en lugar del tradicional azulejo de cuerda seca que sí vemos en los zócalos del patio. En lugar de una armadura de madera la cubierta de la caja de escaleras se cubre con una bóveda mucho más sencilla (y económica).

La reforma de 1978 respetó en gran parte la zona más histórica de este edificio declarado Bien de Interés Cultural en 1968 pero al mismo tiempo modificó partes sustanciales para poder construir viviendas en su interior. Sus grandes salones fueron compartimentados y su jardín trasero desapareció para levantar un gran volumen que acogiera más viviendas. Manzano, encargado de la reforma, planteó una intervención de carácter historicista que no se desmarca de la arquitectura original del edificio, mimetizándose con ella. 

Los años setenta fueron un período de convulsión en torno a este edificio ya que hubo un pleito entre la casa ducal de Osuna y los herederos de Casa Galindo. Al parecer debido a un enlace matrimonial, ambas ramas dinásticas quedaron emparentadas y el edificio se convirtió en la residencia oficial de la duquesa de Osuna en Sevilla. Es en este momento cuando se protege el edificio con todo lo que tenía dentro. Tras la muerte del marido, la familia Lasso de la Vega quiso recuperar el edificio y la duquesa de Osuna se trasladó (con su patrimonio) a otro inmueble. La casa palacio llegó a ser propuesta como subsede del Museo de Bellas Artes, con la idea de ampliar la pinacoteca sin alejarse mucho de la sede principal. Al palacio de los condes de Casa Galindo iría una parte de la colección para liberar espacio en el antiguo convento de La Merced. Este proyecto nunca se llevó a cabo y se perdió la oportunidad de reunir en la misma plaza las dos sedes del Bellas Artes.

Como indica la Ley de Patrimonio, el palacio de los condes de Casa Galindo debe abrirse al público al estar declarado Bien de Interés Cultural. La visita, que se ciñe al patio principal, se realiza los lunes en horario de 11 a 13:30 horas y es libre.

PALACIO DE MONSALVES


 

 

Se trata de antiguo edificio reformado en 1909 por Aníbal González

Guillermo de Monsalves lideró a los catalanes que participaron en la Reconquista de Sevilla en 1248. Por ello, recibió heredades de Fernando III, comenzando con esto un linaje nobiliario. Guillermo de 

Monsalves tuvo casas en la collación de San Salvador y un olivar en Camas. 

Luis de Monsalves fue un militar que sirvió a Pedro I y María de Monsalves vivió en la corte de Juan II.​ María de Monsalves contrajo matrimonio con Pedro de Tous y los descendientes usaron el apellido materno de Monsalves hasta comienzos del siglo XVII, en que empezaron a apellidarse Tous de Monsalves.

Este palacio fue heredado por los miembros de esta familia hasta que fue heredado por María Luisa de Castilla a comienzos del siglo XIX. Ésta contrajo matrimonio con el brigadier Tulio O'Neill y O'Keeffee a comienzos del siglo XIX. Su heredero pasó a ser Juan Antonio O'Neill y de Castilla, marqués de La Granja y conde de Benagiar.​

Cuando el hispanista inglés Richard Ford llegó a Sevilla se instaló en una casa de la plaza de San Isidoro para, posteriormente, mudarse a este palacio. Residiendo en el mismo, su esposa tuvo un hijo. Ford hizo algunas reformas menores en el palacio y organizó en él fiestas populares que aparecieron en la prensa sevillana. En 1831 volvió a fijar su residencia en la casa de la plaza de San Isidoro y en 1833 se fue a Granada.

Richard Ford dibujó su antigua portada de piedra.

A finales del siglo XIX el palacio era propiedad de Tulio O'Neill y Salamanca, conde de Benagiar, que se llevó la portada principal de piedra a su palacio de Córdoba y vendió el palacio a Javier Sánchez-Dalp y Calonge, marqués de Aracena. La casa fue reformada por Aníbal González entre 1906 y 1909.

En 1948 pasó a ser la sede de la Compañía Sevillana de Electricidad. La empresa unió este edificio a otro anejo, adquirido al ganadero José de la Cámara. ​ La parte adquirida en este momento tiene su acceso en la calle Alfonso XII. El conjunto fue reformado por el arquitecto Rafael Arévalo.​ La empresa se trasladó en 1970 a una nueva sede en la avenida de la Borbolla. El edificio pasó a ser la sede de la Delegación Provincial de Educación, posteriormente, de la Presidencia de la Junta de Andalucía. En 1996 pasó a ser la sede de la Consejería de Relaciones Institucionales de la Junta de Andalucía.

En los años 2000 se estudió su uso para una ampliación del Museo de Bellas Artes en que se habría albergado la colección de pintura de los siglos XIX y XX y la Colección Bellver, donada por el coleccionista Mariano Bellver.

En él se ha rodado la serie de Antena 3 Allí Abajo​.

viernes, 23 de junio de 2023

PALACIO DE VILLAPANÉS


 

Es un edificio del siglo XVIII que está considerado como una de las principales manifestaciones de arquitectura civil del barroco en la ciudad. Está situado en la calle Santiago n.º 31. ​ El edificio está incluido en la categoría de Protección Global en el actual Plan General de Urbanismo del ayuntamiento sevillano.​

Fue construido en el año 1728 para residencia del almirante Manuel López Pintado, recibiendo el nombre de palacio del marqués de Torre Blanca del Aljarafe al serle concedido este título. Tras sucesivas herencias se fueron incorporando los títulos de los marqueses de Estrada y de los marqueses de Villapanés, título por el que se cambió el nombre del palacio a mediados del siglo XIX. Los sucesores de López Pintado habitaron el palacio hasta principios del siglo XXI y le dieron su actual nombre. En la actualidad ha sido transformado en hotel de lujo​ y es propiedad de la cadena hotelera CoolRooms, en este proceso se ha tenido especial cuidado en no alterar su fachada, ni sus características arquitectónicas.

El palacio se encuentra en el Barrio de Santa Catalina, dentro del casco antiguo sevillano y cerca de la antigua Puerta de Carmona, situada en la calle de Santiago, a la altura de la Plaza de Santiago de la Redención. Antiguamente esta plaza estuvo dedicada al constructor y primer propietario del palacio, al Almirante López Pintado. Posteriormente el nombre se cambió a finales del siglo XX a petición de la hermandad que reside en la Iglesia de Santiago situada enfrente del palacio.

Pegado al palacio se encuentra el antiguo Convento de Santa María de los Reyes, fundado en el siglo XVI, y del que se adquirieron algunas dependencias para la ampliación del palacio. En la iglesia de este antiguo convento fue enterrado y se encuentra aún el sepulcro del almirante López Pintado; en él encontramos un bello escudo de armas tallado en la losa sepulcral.

El palacio es la edificación civil privada más destacada del siglo XVIII en Sevilla, se encuentra a mitad de camino de otros dos de los principales palacios sevillanos: el Palacio de Dueñas y el Palacio de la Casa de Pilatos.

En la manzana inmediata se encuentra otro edificio singular sevillano el Corral del Conde, edificio de origen musulmán y remodelado en el siglo XVIII en su planta actual, su nombre se debe a que fue posesión del Conde Duque de Olivares. Llegó a ser el mayor edificio de la ciudad en el que podían residir más de 4.000 personas, Construcción prototípica de la arquitectura popular sevillana en una curiosa contraposición a la tipología y usos del palacio de Villapanés, que nos informa de la proximidad de vida que se daba entre las diferentes clases sociales sevillanas. Como otros nobles adinerados, López Pintado eligió este barrio sevillano por varios motivos a la hora de fijar en él su residencia. En primer lugar, por la disponibilidad de agua de calidad que provenía del acueducto de la Puerta de Carmona, y por encontrarse lejos del puerto.

Se conocen numerosos detalles del solar sobre el que se levanta el palacio, ya que ha sido ampliamente estudiado a través de los diversos procesos de restauración realizados tanto en este como en el inmueble contiguo, el Monasterio de Ntra. de los Reyes. En ambos descubrimos un amplio periodo de ocupación del espacio, en la que destaca, antes de la edificación de este palacete barroco, la presencia de restos de una necrópolis romana, un barrio almohade, un palacete bajo medieval perteneciente al Rey Moro de Baeza y un palacio renacentista. 

Desde el establecimiento del comercio con las Indias Occidentales, los comerciantes tenían por costumbre manifestar su poder social, entre otras cosas, participando en diversas corporaciones políticas sevillanas. Ocupar una posición destacada de mecenazgo en las instituciones religiosas locales, poseer tierras de labranza en las localidades próximas y poseer un edificio urbano de relevancia en el centro de la ciudad era un patrón muy extendido entre los nobles sevillanos.

Siguiendo esta costumbre Manuel López Pintado, para evidenciar su éxito económico y social, inició los contactos que condujeran a la consecución de un título nobiliario, que finalmente fue concedido por el Rey. También compró tierras en Aljarafe y Bollullos de la Mitación, de las que obtendría el nombre de su título y con las que, además, consiguió una producción agropecuaria con la que abastecía a la flota y comerciaba con Indias.

El almirante inició la construcción del Palacio en el año de 1728. Según Teodoro Falcón el edificio es obra del arquitecto Diego Antonio Díaz (1667-1748), que fue maestro mayor de la catedral y del arzobispado, otras obras destacadas por él diseñadas son: la iglesia del convento de Santa Rosalía, la portada de acceso interior a la iglesia de San Antonio Abad y la portada de la iglesia parroquial de Ntra. Sra. de Consolación de Umbrete. El palacio fue concluido antes de la concesión del título de nobleza a López pintado, lo que explica que el gran escudo de su escalera no ostente una corona de marquesado, sino una abundante decoración floral que disimula esta ausencia. Después de la concesión regia el palacio pasó a denominarse del marqués de Torreblanca. El marqués residió en su edificio hasta su muerte. Sería enterrado en el vecino convento donde aún reposan sus restos. Sus herederos siguieron residiendo en el palacio hasta comienzos del presente siglo en el que fue vendido por el VII marqués de Torreblanca del Aljarafe.

El nombre actual del palacio se debe al enlace matrimonial que emparentaba el marquesado con el de Villapanés, en concreto con D. Juan Antonio Duque de Estrada y Cabeza de Vaca, VIII marqués de VIllapanés, a mediados del S.XIX.

A comienzos del siglo XXI el Palacio fue vendido por sus históricos propietarios y se transformó en un hotel de lujo. Todas sus dependencias fueron adaptadas a partir del año 2006, fecha en la que se inicia un amplio programa de restauración que acabó con la apertura del nuevo hotel en el año 2009 por la cadena hotelera Alma, para pasar posteriormente a pertenecer al grupo CoolRooms.

El Palacio de los marqueses VIllapanés ocupa una parcela de 1.410 m², con una superficie total edificada de 4.614 m². La Casa palacio, creada en el primer tercio del siglo XVIII, constituye una magnífica construcción de dos plantas de altura. Destacan sus tejados a una y dos aguas y miradores de dobles arcadas sobre columnas. Cuenta solo con una fachada de ladrillo avitolada, rematada con cornisa y entablamento. La portada de ingreso se compone con las típicas molduras mixtilíneas que articulan el balcón central corrido de la planta alta. Sobre el dintel de la puerta se sitúa el escudo de armas de López Pintado, enmarcado entre dos leones rampantes que lo sujetan.

Existen otras entradas secundarias o de carros en ambos extremos de la fachada. A los lados de la portada se encuentran ventanas dispuestas de forma simétrica y cierres protegidos por rejas de hierro forjado. Este tipo de estructura arquitectónica abría el edificio a la ciudad, otorgando a la fachada un protagonismo propio de aquel propietario que desea exhibir su importancia social y participar en los diferentes eventos que se celebraban durante el año en la Sevilla Barroca.

Un elemento muy significativo de la fachada del palacio es su torreón-mirador sobre arcadas sostenidas por columnas de mármol blanco, similar al que aparece en diversos edificios sevillanos tanto civiles como religiosos a lo largo de varios siglos. En este caso el torreón-mirador, también denominado en Sevilla como tirasol, ​ adopta una posición asimétrica respecto en la fachada. Este será similar al que existe en los edificios de la finca de Torreblanca que el marqués poseía en la localidad de Bollullos de la Mitación, construido como casa de su mayorazgo. Se piensa que esta señal de identidad arquitectónica pretendía recalcar la posesión de las tierras que daban legitimidad territorial a su título nobiliario, y que el marqués reclamó durante años.

La disposición de las dependencias palaciegas adopta el esquema típico de la casa con patio sevillano. Consta de una larga crujía de fachada que incluye el zaguán y las cocheras, mientras que el resto se disponen en torno al suntuoso patio central y otros patios menores, incluso a un jardín trasero, hoy desaparecido.

Esta Casa palacio, podía llegar a albergar a 200 personas, entre familiares, invitados y personal de servicio presentaba numerosas estancias, más de 100, de todo tipo: cámaras, camaretas, piezas, aposentos, sobrados, palacios y palacetes. En algunos casos compartimentadas como alojamientos independientes dentro del propio edificio. La circulación vertical se realiza con diversas escaleras principales y de servicio.

Pasada la puerta principal se encuentra un amplio zaguán, llamado en Sevilla “casapuerta”. En las paredes laterales del mismo se abren sendas puertas que conectan con las zonas de servicio y almacenaje de la planta baja. Encima de cada una de ellas hay escudos de armas que representan a linajes menores de la familia. 

La relación entre el zaguán y el patio se resuelve con una espléndida escalinata que da paso a una triple arcada, cerrada con una magnífica cancela de tres cuerpos. Al patio se accede directamente desde el zaguán, por una de sus esquinas. El patio está cerrado por una galería de dos alturas en los cuatro frentes, con arcos de medio punto sobre columnas de mármol blanco, cerradas y acristalada en el piso superior y con una fuente central, de mármol rojo, con una pilastra y un plato encima que está decorado con un niño que sujeta a un pez. Este patio conecta con otros espacio importantes del palacio como el jardín, o con otro patio de pequeñas dimensiones decorados con una fuente de grutescos revestidos con conchas marinas.

En uno de los ángulos del patio central se encuentra la escalera principal, situada según la tradición mudéjar en ángulo con la entrada principal. Es de tres tramos apoyados sobre columnas y cubierta con una bóvedas de carroza con lunetos, que permiten la entrada de luz natural, lo que da una gran luminosidad y mayor percepción de espacio. En la pared principal de la escalera y bajo un luneto con vidriera, se sitúan dos ventanas con bellos enrejados. Entre estas se encuentra el que probablemente sea el mayor escudo de armas que exista en una casa sevillana. El escudo representa partido en palo (dividido en tres), las armas del primer marqués en la parte derecha y central y en la izquierda las de su mujer,Inés Solano de León, miembro de una familia noble sevillana.

En los sótanos nos encontramos dos ámbitos de dependencias; a la izquierda, en relación con la entrada principal, se situaban las cuadras, mientras a la derecha se encontraban los almacenes y la bodega, que nos hablan de la conocida relación de los marqueses de VIllapanés con las bodegas jerezanas. También era la zona donde se cuidaban los animales para las tareas de tiro y carga en las tierras de labor y aquellos que se destinaban para el consumo de los habitantes del Palacio. En estas dependencias también se guardaban productos agrícolas provenientes de las tierras de Aljarafe y otros destinados al comercio con las Indias. Además de las zonas de distribución ya descritas se encontraban las cocinas y los alojamiento de los criados principales, cocheras y las zonas de trabajo público del marque en las que se recibía a clientes y proveedores.

En la primera planta se situaban los aposentos principales y los salones nobles de la casa. Estas estancias eran de grandes dimensiones. En algunos casos nos encontramos techos de hasta 5 metros de altura; muchos de ellos decorados con sofisticados artesonados de madera. En madera nobles también encontramos ricas puertas de cuarterones. En los suelos de la entrada y de las partes nobles del Palacio abundan preciosos mármoles con motivos decorativos de ajedrezado en blanco y negro.

En la parte superior del palacio bajo los tejados se encontraban los sobrados, espacios destinados a guardar objetos y alimentos y también donde dormían algunos criados. 

Toda esta disposición palaciega aquí descrita hace referencia al momento de su construcción, pero fue cambiando a lo largo de los siglos, adaptándose a las diferentes necesidades que tuvieron que afrontar los herederos del marqués según iba evolucionando situación económica y social. De hecho a comienzos del s XXI el palacio se encontraba en un muy deteriorado estado de conservación. Se habían conservado gran parte de los espacios primitivos a pesar de contar con muy pocos habitantes. Lo que sí había desaparecido en mayor parte fue el mobiliario, que se había ido vendiendo a los largo de los años. El espacio fue rehabilitado y readaptado para su nuevo uso hotelero, pero respetando los espacios arquitectónicos originales, ya que así lo exige su consideración de edificación con Protección Global “debe conservar todas los elementos arquitectónicos que configuren el carácter singular del edificio aunque se posibilita el cambio de uso del mismo” según el PGOU del Ayto de Sevilla.

Para entender el porqué de las dimensiones de un palacio como el de Villapanés hay que acercarse a la forma de vida de su propietario y las necesidades de espacio que este tipo de vida nobiliaria requería. El palacio era una pequeña aldea en sí misma; alojaba a personas de todos los estamentos de la sociedad empezando por el propietario, su esposa y sus familiares, así como a sus amigos y contactos comerciales. Además se encontraban las personas de su círculo social próximo como capellanes, damas de compañía, ayudantes y pajes. Por último, y en mucho mayor número, se encontraba el personal de servicio dirigido por personas de confianza como mayordomos, capataces o administradores. El servicio, con un amplio grupo de criados menores, se hacía cargo de las tareas diarias divididas por especializaciones. En tareas de servicio y mantenimiento encontramos a cocineros, pinches, despenseros, bodegueros, mancebos, mozos de cuerda, doncellas, cocheros, palafreneros, lacayos, jardineros, aparceros de la finca, etc., un conjunto de profesionales que en total podrían superar ampliamente el centenar de personas de servicio. La presencia de tantas personas ameritaba complejas divisiones en apartamentos estancos. En ocasiones encontramos ventanas internas con rejas que cerraban partes concretas del edificio, con el fin de proteger a sus habitantes y sus pertenencias, sobre todo por la noche.

El marqués fue un gran coleccionista de pintura, especialmente de temática religiosa. Así lo acredita el inventario realizado a la muerte de López Pintado, donde se muestra la magnífica colección de arte reunida a lo largo de su vida. En esta colección encontramos una gran cantidad de lienzos de destacada calidad, siendo considerada como una de las mejores y más extensas de la Sevilla barroca. Hablamos de unos 121 lienzos, cuando la media en la alta nobleza era de unas 50. Entre la nobleza era común atesorar obras de arte y objetos exóticos que se “musealizaban” y se abrían al público general para su contemplación, en una suerte de competencia entre los diferentes coleccionistas por tener la colección más completa, mejor presentada y más visitada. Entre las piezas más destacadas de su colección se encuentran obras de autores como Murillo, (12 obras, 6 de ellas de gran formato); Valdés Leal (4); Herrera el Viejo (4); Lucas Jordán (3); Zurbarán (2); Tiziano (2);Van Dyck (2); Carreño de Miranda (1); Velázquez (1); Roelas (1); el resto de la colección estaba formada por lienzos, tablas y cobre de escuela italiana y de escuela flamenca. Además de la colección de pintura en el inventario de obras de arte figuran muebles, tapices, reposteros, vajillas, y objetos decorativos varios realizados en plata y joyas de oro con piedras preciosas.

En el inventario se echa en falta una biblioteca de igual magnitud que la colección pictórica, pero probablemente debió ser donada, pues sabemos que al final de su vida el almirante se encontraba casi ciego.

CURIOSIDADES: CAMPANAS DE LA GIRALDA

La Giralda cuenta con un total de 24 campanas, de las que 18 son de volteo y 6 de badajo; hay que añadir la campana del reloj en un piso sup...