Con la llegada de Cruz Conde, en diciembre de 1925, a la Comisión de la Exposición Iberoamericana se pretende dar el impulso definitivo para su culminación. Por tal motivo, nuevamente, se inician los contactos a nivel diplomático, invitando a los países iberoamericanos que aún no habían concretado su participación.
El 2 de noviembre de 1928, el Ministro de España para los Estados Centro Americanos contesta al Gobierno Español en los siguientes términos: "Guatemala participará en la forma más modesta y menos onerosa", más tarde informa también que Panamá, El Salvador y Costa Rica estarán presentes, pero concurriendo dentro de las Galerías Americanas. Respecto a Honduras y Nicaragua, inmersas en conflictos revolucionarios y guerra civil, disculpen su asistencia; por lo que cabe deducir que la presencia Centro Americana en la Exposición era incierta, ya que además de las razones expuestas las citadas repúblicas tenían una situación económica poco propicia dado su falta de recursos.
Pero ciñéndonos a la concurrencia guatemalteca, debemos avanzar dos años más, hasta el 26 de noviembre de 1928, cuando el Presidente de la República designa a D. Manuel Herrera y Herrera, Cónsul en Sevilla, como delegado de la representación de Guatemala y, como a comienzos de 1929, el gobierno del citado país da su conformidad al ofrecimiento hecho por la Comisión Ejecutiva del Certamen, de una parcela de 150 metros cuadrados en las Galerías Americanas, de forma gratuita. Dicho "stand" se situaría entre los ocupados por Ecuador y Panamá.
En el mes de febrero de 1928, el Ministro de Fomento, consigue una asignación de 30.000 dólares para la participación de Guatemala en el Certamen sevillano,. Inmediatamente comunica este hecho vía telegráfica el 1 de marzo mostrando su interés en participar con un pabellón permanente. Cruz Conde comunica al Ministro Plenipotenciario de Guatemala en España su alegría y le informa que la Dirección Técnica del Comité había elaborado un proyecto de pabellón en mayo de 1926.
El 10 de abril de 1929, a un mes escaso de la inauguración de la Exposición, Guatemala confirma su asistencia con un pabellón permanente de 18 x 10 metros cuadrados construido sobre parcela de 30 x 20 metros cuadrados, que el Comité había asignado junto al Pabellón de Venezuela, único de los pabellones internaciones desaparecidos, en la avenida de las Delicias y próximo al Pabellón de Argentina, iniciándose las obras inmediatamente.
Esta dilación en adoptar una decisión definitiva se debió al parecer, a la falta de interés en los cafeteros por mostrar sus productos en el Certamen, así como la inestable situación política interna, lo que produjo que el Estado tuviera que afrontar solo los gastos de la concurrencia al mismo.
Debido a lo tardío de la fecha obligó a la Comisión Permanente la construcción por delegación de su pabellón, sobre el proyecto del arquitecto de la Dirección Técnica de la citada Comisión D. José Granados de la Vega con un coste total de 208.000 pesetas, finalizándose las obras el 3 de agosto de 1929, siendo inaugurado de forma oficial por S. M. el Rey el 31de octubre de 1929.
El edificio que consta de dos plantas, una de ellas semisótano, tiene una superficie total de 378 metros cuadrados. Para su construcción se utilizó el sistema tradicional, sobre muros de carga de fábrica de ladrillo, lo más particular del mismo es el revestimiento, en su totalidad, de las fachadas con azulejos en color blanco y azul (color de la bandera de ese país) elaborado por Ramos Rejano, que responden a las influencias de una temática maya.
La organización de los elementos expositivos estuvo a cargo de los Ministerios guatemaltecos de Fomento, Educación Pública y Agricultura.
En 1931 fue cedido el edificio por parte del gobierno guatemalteco, aceptándolo el Ayuntamiento Hispalense el 10 de agosto del mismo año, transformándose en biblioteca infantil.
Pasado unos años quedó cerrado y abandonado. El 29 de septiembre de 1953, el Director del Instituto Murillo, ubicado en el cercano Pabellón de Argentina, lo solicitó para instalar una escuela preparatoria, utilizándose para este fin hasta 1963, fecha en la que la Comisión Permanente decide su demolición, cosa que no se produce, por lo que ocho años más tarde nuevamente el Director del Instituto, lo solicita para utilizarlo como gimnasio. Después de las reformas efectuadas hace unos años, actualmente depende de la Escuela Superior de Danza.
Fuente: Juan José Cabrero Nieves
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