El siglo XIX fue un período de crisis política, económica y social en
Sevilla. Sin embargo, aún podemos reconocer en el entramado urbano
determinados hitos que nos hablan de una sociedad que se resistía a
dejar atrás el esplendor que había tenido la ciudad en siglos
anteriores. Uno de los mejores ejemplos es la
casa palacio de los condes de Casa Galindo.
Se trata de un edificio construido en la primera mitad del siglo XIX
(1842 es la fecha de su cancela aunque podría ser anterior) por encargo
de Vicente Torres Andueza. De la ejecución se encargó el maestro de
obras Alonso Moreno, que diseñó una gran casa que sigue la tradición
arquitectónica sevillana pero actualizándola a las corrientes artísticas
y sociales decimonónicas.
El palacio de los condes de Casa Galindo toma su nombre de Andrés Lasso
de la Vega y Quintanilla, conde de Casa Galindo, que compró el edificio a
sus primeros habitantes. La casa de la calle Alfonso XII, con fachada a
la plaza del Museo, es plenamente neoclásica. Su fachada original, de
dos plantas, estaba rematada por un frontón triangular que remarca la
ubicación de la puerta principal del edificio. Esta portada se ancla a
la fachada con dos columnas toscanas sobre pedestal que sirven de
antesala al gran zaguán. Sobre la puerta, un balcón enmarcado por
pilastras jónicas que simulan sostener el frontón superior. Se trata de
un juego muy sencillo, típico de la arquitectura neoclásica, que utiliza
elementos de origen grecorromano para dar mayor realce a las zonas
principales del edificio. La tercera planta, con sus buhardillas, es un
añadido del arquitecto Rafael Manzano, encargado de adaptar el edificio a
partir de 1978 a su nuevo uso como apartamentos.
Una de las grandes novedades que incorpora la arquitectura decimonónica
al caserío sevillano es la eliminación de los accesos en recodo. Si
visitamos los grandes palacios sevillanos como Pilatos, Dueñas o Pinelo,
nos daremos cuenta de que el patio principal nunca se encuentra a eje
con la portada y es necesario realizar algún que otro giro para llegar
hasta él. Será ya a partir del siglo XVIII cuando la arquitectura
doméstica empiece a tender hacia un eje de perspectiva más o menos
lineal que comunique el acceso principal de los edificios con el patio.
La escalera seguirá estando en este patio, pero se trasladará desde un
extremo del mismo hacia un lateral, ganando en visibilidad.
Es lo que ocurre en este palacio. La portada principal da acceso a un
gran zaguán que se abre al patio por medio de una espectacular cancela
de origen francés que permite el paso de la luz, tamizándola, y al mismo
tiempo no impide que se vea lo que transcurre en el interior. Ya en el
patio la escalera gana un gran protagonismo, ocupando todo un lateral
del mismo y decorándose con mármoles de colores en lugar del tradicional
azulejo de cuerda seca que sí vemos en los zócalos del patio. En lugar
de una armadura de madera la cubierta de la caja de escaleras se cubre
con una bóveda mucho más sencilla (y económica).
La reforma de 1978 respetó en gran parte la zona más histórica de este edificio declarado Bien de Interés Cultural
en 1968 pero al mismo tiempo modificó partes sustanciales para poder
construir viviendas en su interior. Sus grandes salones fueron
compartimentados y su jardín trasero desapareció para levantar un gran
volumen que acogiera más viviendas. Manzano, encargado de la reforma,
planteó una intervención de carácter historicista que no se desmarca de
la arquitectura original del edificio, mimetizándose con ella.
Los años setenta fueron un período de convulsión en torno a este
edificio ya que hubo un pleito entre la casa ducal de Osuna y los
herederos de Casa Galindo. Al parecer debido a un enlace matrimonial,
ambas ramas dinásticas quedaron emparentadas y el edificio se convirtió
en la residencia oficial de la duquesa de Osuna en Sevilla. Es en este
momento cuando se protege el edificio con todo lo que tenía dentro. Tras
la muerte del marido, la familia Lasso de la Vega quiso recuperar el
edificio y la duquesa de Osuna se trasladó (con su patrimonio) a otro
inmueble. La casa palacio llegó a ser propuesta como subsede del Museo
de Bellas Artes, con la idea de ampliar la pinacoteca sin alejarse mucho
de la sede principal. Al palacio de los condes de Casa Galindo iría una
parte de la colección para liberar espacio en el antiguo convento de La
Merced. Este proyecto nunca se llevó a cabo y se perdió la oportunidad
de reunir en la misma plaza las dos sedes del Bellas Artes.
Como indica la Ley de Patrimonio, el palacio de los condes de
Casa Galindo debe abrirse al público al estar declarado Bien de Interés
Cultural. La visita, que se ciñe al patio principal, se realiza los
lunes en horario de 11 a 13:30 horas y es libre.
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