lunes, 24 de junio de 2024

CURIOSIDADES: SEMANA SANTA (II)

 

 

9.-NAZARENAS:

Se cumple el 10 aniversario del decreto de las mujeres nazarenas en la Semana Santa de Sevilla. En 2011, había tres cofradías que aún no permitían que las hermanas pudiesen vestir la túnica, algo totalmente normalizado a día de hoy. 

El pasado 2 de febrero DE 2021 se cumplió el décimo aniversario del decreto que igualaba a los hombres y a las mujeres en el derecho de hacer estación de penitencia a la Santa Iglesia Catedral con el hábito de nazareno. No ocurrió ni con la exhortación del cardenal fray Carlos Amigo Vallejo y las normas diocesanas de 1997, fue el actual arzobispo de Sevilla, monseñor Juan José Asenjo Pelegrina, quien lo impuso en sus primeros años como máximo pastor de la iglesia sevillana.

Por aquel entonces había todavía tres hermandades que su cofradía estaba formada por hombres: el Silencio, la Quinta Angustia y el Santo Entierro, unido a la del Santo Entierro de la localidad de Dos Hermanas. Tres años antes, en 2008, se unía a esta lista el Gran Poder, las Penas, el Amor y San Isidoro. Este decreto dejaba la puerta abierta para que las mujeres pudiesen desempeñar otros cargos en la estación de penitencia y en los cultos internos. Entró en vigor el 2 de marzo de 2011.

El nacimiento de las mujeres nazarenas ocurrió en la Semana Santa de 1986. Cinco hermanas de los Javieres salieron el Martes Santo a modo de prueba, estando incluso advertido el arzobispo por aquel entonces, fray Carlos Amigo Vallejo. 

Ya de forma reconocida, un año más tarde, saldrían en la Vera Cruz, seguido de San Esteban, San Roque, Santa Marta, La Candelaria, Los Panaderos, y La Mortaja, incorporándose poco a poco a todas las cofradías. 

10.-BOLAS DE CERA:

La Semana Santa de los niños tiene su propia parafernalia en Sevilla. Entre los útiles que más se han visto de un tiempo a esta parte, y en especial durante las procesiones de este año, está el guante para recoger cera. No es que sea un invento reciente, porque siempre ha existido, pero lo que sí es nuevo, es su generalización entre la chavalería, harta de quemarse con los goterones hirvientes de esos cirios que buscan con avidez entre paso y paso para ir conformando, con el transcurso de los días y el tránsito de las cofradías, su gran bola de colores, motivo de orgullo entre los de su edad y testimonio rotundo de sus vivencias y de su implicación en la fiesta. 

Hasta ahora se habían servido también, para esa misión, de otros recursos más rudimentarios, caso de las bolsas de plástico de los bocadillos que, una vez consumidos, bien podían desempeñar esa misma función de sujetar la bola mientras el nazareno la regaba, con más o menos los mismos resultados, por poco elegante que resultara.

Un guante viejo que luego se tira ha resultado ser la opción más conveniente para unos niños que de este modo, pidiendo cera a los nazarenos o cualquier otra cosa que estos lleven, alivian la larga espera que en el común de los casos supone ver una procesión de cabo a rabo, ya sea en las sillas de la Carrera Oficial o en cualquier otro punto del recorrido. Nada que ver con otro guante encerado que, ese sí, tendrá que ser adecentado después de Semana Santa: el del nazareno que porta el cirio y que en algún caso se entretiene rebozándolo de esa manera. 

11.-EL PERTIGUERO

En la Semana Santa de Sevilla el pertiguero, se encarga, más allá de velar como oficial eclesiástico por el buen tino de la liturgia y el orden, de cuidar por el escrúpulo y buen hacer del cuerpo de ciriales, monaguillos, incensarios y asistentes que acompañan a los pasos de los titulares y que procuran el debido brillo al culto externo en todo momento.

Es habitual que el pertiguero sea el responsable de los hermanos que portan los ciriales. Antecede este grupo a cada paso. Cuando el paso se levanta, el pertiguero dará un golpe en el suelo haciendo sonar la parte inferior de la pértiga como señal para que los ciriales se alcen. Hará lo mismo cuando el paso se detiene para que los ciriales se bajen y queden apoyados en el suelo. Tiene además el encargo de cuidar que la cera de los ciriales vaya encendida de manera permanente anunciando la llegada de los Sagrados Titulares. Vela además porque el incienso vaya ardiendo, quemado, de manera regular para lo que se ayuda de incensarios y navetas.

Es muy habitual que el pertiguero sea una persona de no mucha edad, muy a menudo miembro de la juventud de la Hermandad, al igual que los ciriales y los monaguillos. Ocupan un sitio de privilegio y de mucha responsabilidad en el seno de la cofradía cuando ésta realiza la estación de penitencia pero además participan durante todo el curso en los cultos de regla y en los extraordinarios que celebre la corporación. Así es normal que esté vinculada su tarea durante el año con el reconocimiento para salir en ese puesto el día de la estación de penitencia.

El pertiguero además tiene que cuidar su aspecto toda vez que la indumentaria es una pieza que facilita la propia Hermandad. No podemos olvidar que hablamos de personas muy cercanas al paso que además anuncian su llegada y tratan en todo momento de dignificar a los Sagrados Titulares. Hay que reseñar que, precisamente, por ese lugar que ocupan en la cofradía tanto el pertiguero como cualquier miembro del acolitado, ciriales y auxiliares, suelen atravesar momentos de mucha dificultad para andar y cumplir con su tarea. En ese sitio se agolpa un importante número de personas del público que dificulta sobremanera cualquier acción. Así, en los momentos de bulla es habitual que los ciriales, pertiguero, incensarios y navetas pasen tramos de apuro, empujones y situaciones difíciles. 

12.-LA MANTILLA:

La mantilla, una tradición en boga. En la Semana Santa de Sevilla, la mantilla adquiere un significado religioso. El color negro representa el luto por la muerte de Cristo

La mantilla, esa prenda tan singular y elegante, se convierte en un elemento indispensable durante la Semana Santa. Esta tradición, que se remonta a siglos atrás, representa un acto de luto y recogimiento durante el Jueves Santo. El tocado suele estar confeccionado en encaje aunque el tejido puede variar mucho. Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua puede ser hasta de lana, aunque eso en Sevilla, está descartado.

Sabemos también que, en nuestra ciudad, la mantilla usada en Semana Santa es la negra. La blanca se deja para otro tipo de eventos, normalmente, más festivos, como las tardes de toros. No obstante, seguro que todos los que leen estas líneas han visto, en alguna ocasión, a algún turista extranjero con una mantilla blanca un Jueves Santo.

Un complemento con historia: El origen de la mantilla se remonta a la época de la Reconquista, cuando las mujeres se cubrían la cabeza con un velo como símbolo de poder y recato. Con el tiempo, la mantilla se fue convirtiendo en un complemento de moda, especialmente entre las clases altas. En la Semana Santa de Sevilla, la mantilla adquiere un significado religioso. El color negro representa el luto por la muerte de Cristo, mientras que la peineta, que suele ser de carey o de metal.

Más que una simple prenda: Lucir una mantilla en la Semana Santa no es solo cuestión de moda, sino que es una forma de expresar la devoción religiosa y de participar en una tradición centenaria. Es un momento especial para muchas mujeres, que se sienten orgullosas de poder llevar este símbolo tan representativo de la ciudad.

La mantilla es un símbolo de la Semana Santa de Sevilla que se resiste a desaparecer. A pesar de las dificultades, esta tradición sigue viva gracias al esfuerzo de muchas personas que se empeñan en mantenerla viva.

Vestirse de mantilla no solo implica colocarse la peineta y el tocado, encierra en sí muchos más rituales entre los que se encuentra la combinación de ésta con un vestido negro por debajo de la rodilla y poco escote, la utilización de medias negras tupidas y, también, el uso de zapatos de tacón del mismo color. 

13.-CAPATACES:

La primera constancia de la existencia de un capataz al frente de un grupo de hombres que cargan un paso data, según el historiador del Arte Teodoro Falcón, del año 1587. Gracias a los documentos conservados en el archivo de la Catedral de Sevilla, sabemos que dichas andas formaban parte de la procesión del Corpus Christi, concretamente para sostener la custodia realizada por el platero leonés Juan de Arfe. Si damos un salto hasta el año 1635, podemos encontrarnos con cargadores pertenecientes a la Gran Compañía que atendía el muelle, miembros todos de la Hermandad de Nuestra Señora de la Granada, cuya capilla se hallaba próxima a la actual Puerta del Lagarto de la Catedral.

No obstante, «hasta finales del siglo XIX prevalece una ausencia de documentación y por tanto de conocimiento sobre los capataces y costaleros, quizás por la poca relevancia que se les prestaba desde el mundo oficialista de la Semana Santa, y quizás también por corresponder tal laguna en buena medida a un periodo como la segunda parte del XVIII y primera del XIX, en el que las cofradías no pasaron precisamente por su mejor época, sufriendo varias de ellas serias crisis o incluso la extinción».

De Miguel “Tarila” a Ariza “El Viejo”

En cuanto a los nombres propios, los primeros protagonistas de los que tenemos noticia pertenecen a la última década del siglo XIX, y son Miguel ‘Tarila’, uno de los capataces más populares de su época debido a sus «teatrales» modos de mandar; Ayala, de estilo similar al anterior; Francisco Palacios, más comedido en el mando y en la indumentaria; y Antonio Torres Macías, conocido como «Juanillo Fatiga’, capataz calificado con un estilo intermedio entre el más mesurado de Palacios y el efectista de los dos primeros.

A estos se sumarán otros líderes de cuadrilla como Antonio Fernández ‘El Cuco’, Joaquín ‘Canela’, ‘El Carté’, ‘El Gorrión’ padre e hijo, Soto, ‘El Farolero’, Manuel García y Manuel Pérez. Con la llegada del siglo XX, la nómina se ampliará con capataces de la talla de Rafael Franco Luque, cuyo estilo sobrio y disciplinado marcará un antes y un después en la forma de mandar los pasos —durante años será el responsable del martillo del Gran Poder y la Amargura—, ‘Canelita’, José ‘El Naranjero’, Antonio ‘El Francés’ y un joven Rafael Ariza Aguirre que pasaría a la historia como Ariza ‘El Viejo’. 

14.-PASOS:

La Semana Santa en España, además de una explosión de fe y espiritualidad, posiblemente sea la mayor exhibición artística que se puede ver en las calles de cualquier lugar del mundo. Las imágenes que procesionan por nuestras ciudades en muchos casos tienen un valor artístico incalculable. En la mayoría de las procesiones los pasos son los principales protagonistas. Un paso según recoge el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española -en su vigésimo segunda acción- es una Efigie o grupo que representa un suceso de la pasión de Cristo, y se saca en procesión por la Semana Santa. Hay distintos tipos de paso y cada Semana Santa tiene sus particularidades. En cualquier caso podemos distinguir tres tipos de pasos:

1. De Cristo: cuando lo que se representa es el Señor desde la crucifixión hasta su entierro. Cuando Jesús aparece con la Cruz al hombro se le conoce como Nazareno

2. De Virgen: cuando va sola o acompañada de San Juan. En estos casos suele ir cubierto con un palio y se le conoce como paso de palio

3.De Misterio: cuando el protagonista es Jesús sin crucificar y se escenifica algún pasaje de pasión.

En cada punto de España los pasos tienen sus características propias, pero vamos a quedarnos con los pasos de la Semana Santa sevillana.

Paso de Virgen

1.-Bambalina: Caída de palio de terciopelo o mallas bordadas que van en el frente, trasera y laterales del techo del palio. Se sostiene con los varales del paso de palio. Es un palio de cajón el que termina en rectas y de figura si lo hace en puntas.

2.-Varal: Cada uno de los doce soportes verticales que sustentan el palio.

3.-Candelabros de cola: Juego de luces divido en varios brazos con formas curvas que iluminan la parte trasera de los pasos de palio.

4.-Jarras: Recipiente panzudo de boca estrecha en el que se colocan parte del exorno floral de los pasos. En los pasos de palio pueden tener distintos tamaños y diseños.

5.-Manto: Rica vestidura de tejidos nobles con extraordinarias labores de bordado, que parte desde la cabeza de la Virgen hacia la trasera del paso de palio sobre un ensamblado metálico.

6.-Ahuecador o pollero: Estructura de metal que parte desde la cabeza de la Virgen hasta la cola del manto y que sirve para sostener esta prenda.

7.-Cielo: Techo del palio. Suele llevar una imagen pintada o bordad que se conoce como medallón o gloria y que suele ir sobre la cabeza de la Virgen.

8.-Palio: dosel sustentado por los varales que llevan los pasos de Virgen. Son al igual que los mantos, verdaderas obras de arte. Por extensión se denomina con este nombre al paso de Virgen completo. No ocurre lo mismo en el caso de la Soledad de San Lorenzo, que es de Virgen, pero no tiene palio.

9.-Basamento: Parte baja de la columna o varal.

10.-Respiradero: Celosía que se coloca alrededor de los pasos para que el costalero pueda ver y respirar sin ser visto y que además sirve para decorar los pasos.

11.-Candelería: Conjunto de velas o luces que llevan los pasos y sus candeleros correspondientes. En el caso de un paso de Cristo se llamarían 'Candelabros'. 

 Paso de Cristo

1.-Candelabro: Conjunto de velas o luces que llevan los pasos y sus candeleros correspondientes.

2.-Guardabrisas: Fanal de cristal abierto por arriba y por debajo, donde se colocan las velas para que no se apaguen con el aire.

3.-Canastilla: Parte superior de los pasos que se sitúa sobre los respiraderos. 

4.-Manigueta: de orfebrería o madera que se coloca en el paso en las esquinas delanteras y traseras. 

5.-Llamador: Pieza metálica situada en el frontal de los pasos con cuyo martilleo el capataz ordena levantar o arriar el paso. 

6.-Cartela: Medallón en relieve situado en la canastilla del paso de Cristo o misterio y representa escenas de la Pasión de Jesucristo.

7.-Respiradero: Celosía que se coloca alrededor de los pasos para que el costalero pueda ver y respirar sin ser visto y que además sirve para decorar los pasos. 

8.-Faldón: Tela de terciopelo que cubre la parihuela del paso 

9.-Zanco: Las cuatro patas que están en las esquinas del paso y lo sostienen. 

Además existen unos elementos comunes a ambos pasos

1.-Parihuela: Armazón interior del paso, donde van armados todos sus elementos como canastilla y monte en los casos de pasos de Cristo y varales y palio en el caso de los pasos de Virgen. La parihuela se compone fundamentalmente de las patas o zancos, la zambrana y las trabajaderas.

2.-Trabajadera: Vigas de madera transversales en las que los costaleros apoyan el costal para llevar los pasos.

3.-Chambrana o Zambrana: Cada uno de los travesaños que unen las patas de los pasos, también llamados zancos, en los que se apoyan los costaleros durante las paradas y que sirven para proteger los faldones.

4.-Baquetón (Visera): Moldura que sostiene los faldones del paso, y que se coloca por la cornisa o aristas de la parihuela.

5.-Corriente: Son los costaleros de las filas centrales del paso.

6.-Costero: Son los dos lados del paso, derecho e izquierdo.

7.-Delantera: Parte frontal de un paso. 

8.-Patero: Costalero que va en la primera o última fila justamente junto la pata del paso.

 

15.-DULCES TÍPÌCOS:

En Sevilla, la tradición religiosa se fusiona con la gastronomía, dando lugar a una amplia variedad de dulces típicos que se convierten en los protagonistas de la repostería de Semana Santa sevillana. Postres en los que la miel y el azúcar son el complemento perfecto para coger energía entre paso y palio.

¿Cuáles son los dulces típicos de la Semana Santa de Sevilla?

Entre los dulces de Semana Santa sevillana más destacados, encontramos las torrijas, los pestiños, las yemas y las empanadillas de cabello de ángel. Estos postres son una muestra de la rica tradición repostera de la ciudad y son elaborados con ingredientes típicos de la zona, como la miel, el aceite de oliva, el vino o la canela.

Las torrijas: el dulce más popular de la Semana Santa sevillana. Las torrijas son el postre más emblemático de la Semana Santa y su elaboración es toda una tradición en muchas casas de la ciudad. Este dulce se elabora a partir de un pan cuadrado un tanto similar al pan de molde (de venta en todas las panaderías), huevo, vino blanco y miel. Durante la Semana Santa se convierten en uno de los dulces más esperados.

Los pestiños: una delicia de la repostería andaluza. Los pestiños son un postre típico de Andalucía  que se consume durante la Semana Santa. Se elaboran con una masa dulce hecha de harina, aceite de oliva, vino blanco, anís y ajonjolí. La masa se corta en circulitos, se les da forma y se fríen en aceite y se rocían con miel caliente o bien con azúcar y canela. Los pestiños tienen un sabor dulce y especiado que es irresistible para los amantes de la repostería.

Las yemas: un bocado suave y exquisito. Otro de los dulces típicos son las yemas, un postre que se elabora con yemas de huevo, azúcar y agua. Esta deliciosa golosina tiene una textura suave y esponjosa que se deshace en la boca. Las yemas son perfectas para cualquier ocasión, pero durante la semana santa sevillana se convierten en uno de los dulces más demandados.

Las empanadillas de cabello de ángel: un clásico de la repostería sevillana. Las empanadillas de cabello de ángel son un postre típico que se consume durante la semana santa sevillana. Estas empanadillas están hechas con una masa dulce rellena de cabello de ángel, un producto típico de la zona que se elabora con la pulpa de calabaza y azúcar. Se fríen en aceite y se espolvorean con azúcar glas para dar un toque dulce y decorativo a la elaboración.

En la repostería de Semana Santa sevillana, hay un dulce que se adapta a cualquier paladar. Desde las torrijas hasta las empanadillas de cabello de ángel, todos tienen un sabor único y una historia detrás que los hace especiales. Dulces que han pasado de generación en generación y que a día de hoy pase de padres a hijos. 

16.-LA SAETA:

Decía Fernando Villalón, “el andaluz campero y poeta”, que la saeta es una llaga que desgarra el corazón. Su origen es incierto y confuso, pero terminó conformándose como un cante propio de la Semana Santa andaluza en el que el pueblo expresaba sus padecimientos, lamentos u oraciones. Hay quien apunta que su nacimiento está en las coplillas que cantaban o recitaban, en los siglos XVI - XVII, los franciscanos como apoyo a los pecadores para que se arrepintieran de sus culpas.

Ahora bien; el carácter flamenco de este canto puede derivarse de otras dos corrientes: la árabe, por los cantos que llamaban a la oración en las mezquitas, o la judía, por las salmodias que se realizaban en las sinagogas. De manera definitiva, será el pueblo gitano, a mediados del siglo XIX, quien encumbre este cante indispensable de nuestra fiesta mayor y su patrimonio inmaterial.

Enrique el Mellizo, en Cádiz, y Manuel Centeno, en Sevilla, se yerguen como los primeros nombres conocidos que, al paso de las procesiones, ejecutaban el canto de las saetas flamencas, que a su vez presentan diferentes particularidades o cunas dentro de sus varios estilos: las carceleras de Marchena, las de Mairena del Alcor, las cordobesas de Puente Genil y Castro del Río, las de Arcos y Jerez en Cádiz... Un cante, en definitiva, que ha alcanzado cotas mayúsculas de interpretación en nuestra geografía y son un verdadero tesoro del pueblo andaluz.

El pasado domingo salió a la calle el Cachorro, icono de Triana, cuna de artistas universales y ejemplo en el mundo del cante gitano y flamenco. Tan solo había recorrido unos metros cuando, desde las profundidades de no sé qué dimensión inesperada, emergió una voz rota y grave, aquejada y herrumbrosa, que abrió en dos el silencio de la multitud con aquella saeta de Antonio Mairena: "Al ver tu agonía, triste y penosa..." Cualquiera con un mínimo de sensibilidad experimentaría, a buen seguro, un zamarreo en el estómago, una llaga en el corazón que nos dejó aturdidos y conmocionados. Era la voz del jerezano Juan Lara, ni más ni menos. 

Hacía tiempo, muchísimo tiempo que no escuchaba una saeta ejecutada y cantada de tal modo: breve, directa, sincera. Honestamente, la saeta en Sevilla no experimenta sus mejores tiempos, a diferencia de otros puntos donde mantiene su sello y su impronta. Y es de alabar y agradecer el esfuerzo que colectivos y asociaciones realizan por la supervivencia digna de la saeta, como la Escuela de la Hermandad de la Cena, o la invitación por parte de la Hermandad de los Gitanos a verdaderos maestros del cante para que interpreten sus saetas en la Madrugada, o la Exaltación de la Saeta en el Lope, pero resulta tremendamente dificultoso escuchar una saeta que, primero, cumpla con su concepto (saeta igual a flecha, igual a brevedad, no a cinco minutos interminables) y, segundo que transmita.

La saeta merece reflexión y respeto, como todas las artes que confluyen en la Semana Santa. Una saeta puede convertir en inolvidable (en todos los sentidos del término) un instante prometedor. Son detalles que marcan las diferencias. Hay que recuperar la saeta. Y hay extraordinarios cantaores para ello. Como patrimonio, como cante, como elemento esencial de nuestra identidad y de la Semana Santa.

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