domingo, 9 de junio de 2024

CURIOSIDADES: FERIA DE ABRIL (II)

Portada correspondiente a la Feria de 2013, proyecto presentado por Manuel Jesús Jiménez Haro y Miguel Ángel Pérez Cabo. El diseño está inspirado en la Plaza de España, conmemora el 75 aniversario de la fundación ONCE y hace alusión a la Hermandad del Rocío de Triana. La entrada tendrá 43 metros de altura, 2.500 metros de cables para su fijación, 20.000 bombillas, un peso de 250.000 kilos y 4.000 metros cuadrados de pintura. Se tardarán unas 15.500horas en construirla y supondrá un coste de 500.000 euros

1.-Portada: A finales del siglo XIX, el ingeniero Dionisio Pérez Tobías diseño una estructura metálica que se instaló en el cruce del Real de la Feria del Prado de San Sebastián, donde hoy está la fuente de las Cuatro estaciones de Sevilla. Se trataba de una pasarela elevada varios metros del suelo que, enseguida, fue vista como la entrada oficial a la Feria. Pronto dejó de ser una simple estructura de metal para convertirse en todo un símbolo.

Hoy, la Feria de Sevilla ha cambiado en fisonomía, pero manteniendo su idiosincrasia, y sigue contando con una entrada llena de significado. Desde hace varias décadas, la instalación de la portada es realizada por Ferrovial. Para el equipo de trabajadores que lo hace posible, supone todo un orgullo dar forma a la puerta de entrada de esta fiesta que significa tanto para Sevilla y para todos nosotros. 

La historia de las portadas de la Feria de Sevilla comienza en 1896, cuando se ubicó el paso elevado que servía de entrada al recinto ferial. Con el paso de los años, esta pasarela fue ganando protagonismo, y cuando se desmontó en 1921 con motivo del ensanche de la calle San Fernando, quedó claro que era necesario encontrar un sustituto. 

A partir de entonces y cada año, comenzó a instalarse una portada de entrada a la feria. En las décadas de los 20, los 30 y los 40 estas portadas tenían unas dimensiones relativamente pequeñas, pero en 1949 se colocó, por fin, la primera portada de gran envergadura. Las portadas que se fueron instalando a partir de mediados de siglo ya tenían iluminación nocturna y se parecían cada vez más a las actuales. 

Durante aquellos años, la feria también fue cambiando. Fue adquiriendo un carácter más urbano, ganó popularidad y empezó a recibir cada vez más asistentes. En los años 60, el recinto de la feria acogía ya una gran cantidad de casetas, sobre unas 300, que en aquella época eran de madera. Un hecho que determinó su historia: en 1964, un incendio arrasó más de un centenar de casetas, dejó numerosos heridos y se cobró la vida de una persona. 

Esto hizo que el Ayuntamiento de Sevilla decidiese cambiar las estructuras de las casetas de madera por otras de metal. Esta transición fue realizada por Agroman, dando comienzo a una historia que continúa aún hoy. Ferrovial lleva décadas encargándose de la instalación de la estructura de la portada, que hoy tiene unas dimensiones de 50 metros de largo y 45 de alto, con una anchura aproximada de seis o siete metros. Además, montamos alrededor de 800 estructuras de casetas de las 1050 existentes en la feria, así como las dos portadas y el altar de la festividad del Corpus Christi de Sevilla. 

Para entender cómo se realiza la instalación de la portada de la Feria de Sevilla hay que imaginar su totalidad como un puzle, un gran sistema en el que todo queda conectado. Ferrovial se encarga de su base, una estructura tridimensional tubular en donde se van ensamblando diferentes piezas metálicas. 

En los años 60, la empresa patentó una pieza en forma de T para realizar las conexiones entre estos tubos. Hoy, sin embargo, esta pieza ya no se utiliza. Las uniones de la estructura actual se basan en una pieza que ensambla un tubo con otro, llamada “acoplador”. 

A partir de esta estructura, se crean cuadrículas y planos que se enumeran y que sirven para entender la totalidad de la portada. Esto sirve, por ejemplo, para dar forma al siguiente paso: revestimiento de madera. Nuestro equipo consigue unos tableros a medida que posteriormente se pintan a mano, de forma artesanal. 

Este carácter tradicional está estrechamente ligado al propio carácter de la feria y al hecho de que el Ayuntamiento de Sevilla busca hacer perdurar las tradiciones y también los oficios artesanales, para evitar que se pierdan y desaparezcan. Es un objetivo que se comparte con otras celebraciones de Sevilla, como la Semana Santa. Equipos de,  carpinteros que, desde hace muchos años, elaboran las cornisas, las almenas y todos los demás elementos de madera que luego se pintan. 

Estos tableros, ya pintados, van a parar a manos de los electricistas, que instalan los sistemas de iluminación (desde hace unos años, basados en luminarias LED). Posteriormente, se montan con la ayuda de plataformas elevadoras y finalmente la empresa eléctrica conecta todos los tableros electrificados. En total, cada portada cuenta con unas 4.000 piezas cuidadosamente conectadas entre sí. 

Sin embargo, una vez finalizado el montaje de la portada, lo que se no es todo este complejo puzle. Se ve un diseño final que cambia cada año y que normalmente está lleno de luces y color. Una vez finalizada la feria, el Ayuntamiento de Sevilla saca un concurso para elegir el diseño de la portada del año siguiente. 

En algunas ocasiones, el concurso está sujeto a una temática, lo que ha dado pie al diseño de portadas tan emblemáticas como la de 2010, un homenaje al centenario del primer vuelo sobre Sevilla o la de 2011, que conmemoró la primera circunnavegación a la Tierra. 

Este 2024, el diseño es obra del arquitecto italiano afincado en Sevilla Davide Gambini y recrea el Pabellón Mudéjar de la Exposición de 1929 de Sevilla (edificio que en la actualidad acoge el Museo de Artes y Costumbres de la Provincia, obra del arquitecto regionalista Aníbal González, arquitecto también de la conocida Plaza de España).

2.-Casetas:

Es el hogar del sevillano mientras dura la Feria, el punto de reunión, Allí se recibe a familiares y amigos, se come y bebe. La caseta es el alma de la feria, es donde se realiza la convivencia, donde se baila y canta. 

En los comienzos de la Feria de Abril, se venían acotando espacios que, formados por un ligero entramado cubierto por lonas, se utilizaban como zona sombreada donde se refugiaban los tratantes para cerrar las operaciones comerciales. 

El Ayuntamiento instaló en 1849 una caseta para vigilar el orden en el recinto. Un año después se hace lo propio con casetillas para venta de turrones, comidas, bebidas y chucherías. Estas casetas fueron aumentando para la fiesta a medida que la Feria Comercial iba disminuyendo, hasta llegar a nuestros días con la configuración de Caseta de Feria. 

En 1919 se consiguió cierta uniformidad en el estilo basándose en un diseño del pintor Gustavo Bacarisas, aunque la total se consiguió en 1983 cuando se establecieron normas para el montaje. 

La caseta tiene una unidad de medida conocida por "módulo", su estructura es de tubos metálicos, cubiertos por lonas a rayas verdiblancas o rojiblanca. Existe una normativa para el montaje, la seguridad, el vertido de residuos y la decoración que ayuda a mantener la armonía del Real.. Aunque la mayoría son privadas, existen muchas de acceso libre, las casetas públicas están abiertas a todo el que quiera visitarlas. 

La Delegación de Fiestas Mayores convoca todos los años el tradicional concurso de exorno de casetas con premios para dos modalidades: casetas de un solo módulo y casetas de dos o más módulos. Hay 1.052 casetas distribuidas así: 513 familiares, 519 de Entidades, 3 Municipales, 6 de Distritos y 11 de Servicios. Atendiendo al número de módulos: 56 de tres módulos, 11 de cuatro módulos y 9, de cinco o más módulos. 

3.-Farolillos:

Por su parte, los farolillos de papel de la Feria de Abril encuentran sus orígenes en el año 1877, cuando la Reina Isabel II hizo una visita al acontecimiento sevillano. Otro de los elementos de la feria que hoy es muy reconocible, pero que no siempre estuvieron presentes, son los farolillos. 

Los farolillos de papel están inspirados en las tradicionales lámparas de papel chinas y se utilizaron por primera vez con la visita de la Reina Isabel II a la feria en 1877. La feria, por aquel entonces, tenía un aspecto mucho menos uniforme y algo caótico y las autoridades encargaron a varios artistas rediseñar algunos elementos decorativos del evento. El elegido para esta tarea fue el pintor Gustavo Bacarisas quién creó los famosos farolillos. Con la llegada de la electricidad a Sevilla en 1883, la utilización de los farolillos se volvió más segura y 1983 se reguló su uso público, dando a la feria el aspecto que tiene a día de hoy.

4.-El albero:

El albero es una sustancia omnipresente en la feria. Pero no siempre fue así. El albero comenzó a popularizarse en la ciudad de Sevilla a partir de la Exposición Iberoamericana de 1929. Hasta entonces, el color predominante en la ciudad era el blanco, ya que los edificios estaban recubiertos de cal blanca. Sin embargo, con motivo de la Exposición, muchos edificios de la ciudad comenzaron a pintarse de color albero, sustituyendo el blanco y entrando en la gama cromática que hace de Sevilla una ciudad con un ‘color especial’.

De esta forma, el uso de albero en la Feria de Abril contribuye a crear una estética tradicional y auténtica. Su color y textura se combinan con la arquitectura de las casetas y los trajes de flamenca, añadiendo cohesión visual y un ambiente distintivo a la feria.

Además, el albero es ideal para absorber la humedad y mantener el suelo seco y firme, lo que lo hace perfecto para los caminos y áreas de tránsito dentro del recinto ferial. El albero es fácil de limpiar y mantener, lo que ayuda a mantener el recinto ferial ordenado y presentable durante toda la semana. Después de la feria, se puede barrer y recoger fácilmente, preparando el terreno para otros eventos o para el uso cotidiano.

5.-El Traje de flamenca:

Gran embajador de la cultura andaluza y fiel a sus raíces, el traje de flamenca refleja perfectamente la atmósfera que se vive en la Feria de Abril: Variopintos, coloridos, con volantes, distintas texturas y puro desparpajo. Este es su origen. 

El Real no se puede concebir sin la gran galería de vestidos que se ven año tras año vestir las calles del recinto. Pocos vestidos existen en el mundo tan icónicos y singulares como el traje de flamenca, pues a pesar de ser una vestimenta en constante renovación, nunca olvida su historia.

Su origen del traje de flamenca es humilde y encuentra su antecedente en la bata de faena de campesinas y gitanas que iban con los tratantes a las ferias de ganado.  Estas mujeres trabajaban con una bata con volantes, cuyos bordados y colores llamaron la atención de las mujeres de alta alcurnia. En ellos descubrieron la belleza insólita que tenían estas vestimentas y copiaron sendas batas con volantes. 

A partir de 1929, año de la Exposición Universal, el traje de flamenca se erigió como la vestimenta oficial para ir a la Feria. Desde entonces se proyectó a todo el mundo, convirtiéndose en un referente de la cultura española. Una tradición que se ha mantenido hasta nuestros días. Curiosamente, es el único traje regional de España que se renueva según la moda y se reinventa todos los años. Además, no solo se viste en Sevilla o Málaga, sino que también es propio de las romerías y ocasiones especiales como pasarelas de moda. Algo similar ocurre con el flamenco y sus orígenes. 

En concreto, el flamenco comenzó siendo una expresión popular y se ha acabado declarando como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO, pero eso es otra historia que te contaremos en otra ocasión. 

Hay toda una industria en torno al traje de flamenca y resulta irónico que, siendo un elemento de origen humilde, hoy sea un capricho cuyo precio puede oscilar entre los 100 y los 1000 euros. Por no hablar de todos los accesorios y complementos que se adquieren junto al traje.

6.-Caballos: 

Los alegres sonidos de los cascabeles se mezclan con las pisadas de los animales, el brillo del charol de los coches se entrecruza con la visión de las flores que embellecen a las mujeres vestidas de flamenca, y los caballistas compiten en agilidad con la de los cocheros que guían los enganches tirados por hermosos caballos en el bullicio de la tarde. Es el "Paseo de Caballos", el apogeo de la Feria de Abril, cuando los sentidos se empapan de una fiesta que se disfruta en el interior de las casetas pero también allí donde se hace más, en sus calles, abiertas a todos. 

Al tiempo que nacía la Feria, allá por el año 1848, se hacía realidad la idea de montar otra feria, pero ganadera, en Sevilla. Los caballos, y con ellos los carruajes enganchados por equinos, eran el transporte más lógico para acercarse del campo a la ciudad, para hacer tratos primero y para, una vez terminada la venta o la compra de animales, pasearse y disfrutar. Con el tiempo, y conforme la vertiente comercial fue dejando paso a la lúdica, el carruaje también se acopló a esa función. 

Cuentan que el hecho de que los duques de Montpensier decidieran en esos años instalarse en Sevilla imprimió carácter a la feria y que los coches de caballo que acudían a éstas, en principio más rústicos, empezaron a ser más señoriales. Los enganches empezaron a ser sinónimo de poder social y empezaron a engalanarse para pasear por un real en el que mostrar lo mejor de cada casa: los mejores animales, mulas o caballos y, por supuesto, los coches más lustrosos. Entonces a la Feria muchos llegaban así, en hermosas carretelas tiradas por impactantes caballos, en faetones señoriales donde lucirse y en graciosos charrets con los que circular alegres por las calles del real. 

El paso del tiempo hizo evolucionar el Paseo. La llegada del automóvil como medio de transporte también. Las hemerotecas guardan imágenes de la Feria de los años 20 y 30 en los que sus calles no estaban invadidas por caballistas con flamencas a la grupa sino por coches de enormes ruedas y capós, entre los que intentaban llevar el paso de sus monturas los jinetes. Fue un tiempo de declive. Entonces lo que mostraba el tronío era tener un coche a motor y si podía ser uno de Hispano-Suiza, o un Pontiac de la General Motors, mejor que mejor... el coche de caballos no estaba acorde a los tiempos y eso hacía del real un espacio motorizado y lleno de un ruido, en el que los cascos de los caballos se harían casi inaudibles con el paso de tantos coches por el adoquinado y eran pocos, muy pocos, los buenos enganches que paseaban por el recinto ferial. La Guerra Civil y los años de necesidad que siguieron a la contienda, en la que el gasóleo era un bien escaso y muy preciado, hizo volver de nuevo los coches de caballo. 

En los años 40 las calles de la Feria se llenaron de nuevo de hermosos enganches, de jinetes con mujeres a la grupa: no había dinero para coches ni para gasolina y el caballo como medio de transporte recuperó su protagonismo. La lenta mejoría de la economía hizo que durante las dos décadas siguientes el paso solemne del caballo, el ritmo cadencial de los enganches, tuviese que compartir espacio con los vehículos que, poco a poco, fueron copando el real de nuevo, hasta que en los años 50 se prohibió que los coches a motor circularan por el recinto ferial. 

Hubo quien años después consiguió llegar con el coche a la puerta de su caseta, pero es que entonces estaba permitido el acceso de vehículos hasta que empezaba el Paseo de Caballos, que ya se había convertido en verdadero protagonista de la Feria. 

Había muchos caballistas y buenos enganches. El Paseo era un espectáculo que empezaba temprano, sobre las 11 o las 12 de la mañana, y se alargaba generalmente hasta la hora de los toros, no como ahora en el que dura desde las 12 de la mañana a las 8 de la noche y son muchos, sobre todo los caballistas, los que tienen que ser «invitados» a marcharse fuera del recinto ferial. 

Fue la ebullición del real, como la Feria de Abril se hizo más internacional con la visita de muchos famosos que se paseaban en hermosos coches tirados por no menos espectaculares caballos y contemplaban, con ojos de asombro, el real desde arriba, en pleno apogeo. Pero la eclosión de la fiesta dejó paso a nuevos años de languidez. Los caballistas inundaban las calles, pero el número de enganches empezó a decaer conforme avanzaba la transición política. Entonces, aparecían muy pocos por el real y no siempre bien enjaezados. 

En 1984 un grupo de aficionados decide crear el Real Club de Enganches de Andalucía. Uno de los objetivos que se marcó fue recuperar la tradición de los coches de caballos. Y poco a poco lo lograron, se vieron hermosos enganches por el real pero al renacer la afición por llegar en coches de caballos a la Feria y disfrutar de un paseo por sus calles, también trajo consigo que muchos se aprestaran a llegar al recinto con coches más propios de una romería -charrets con ruedas de gomas-, que de esta fiestas. 

El Real Club de Enganches decidió apostar entonces por la calidad y puso en marcha una iniciativa, la Exhibición de Enganches de la Feria, que este año ha celebrado su XXVI edición, con el objetivo de mostrar los mejores coches de caballos que acuden a la Feria de Abril. Fue todo un repulsivo. La belleza de los carruajes que han ido asistiendo, edición a edición, a este evento ha conseguido revitalizar una afición y recuperar coches de caballo que hasta hace años se guardaban en las haciendas o cortijos e incluso en museos, para que todos los que acuden a la Feria lo puedan disfrutar. 

El empeño por mejorar el Paseo de Caballos continuó. Se había logrado recuperar la afición por los enganches, tanto que se revivían los antiguos atascos en la feria, en la que enganches y caballistas difícilmente podían pasar y menos aún lucirse. Era tiempo de bonanza y el coche de caballos se convirtió, de nuevo, en símbolo de poder social, pero a veces la forma de llevar al real estos impresionantes carruajes no era la más adecuada. 

Le llegó el turno al Ayuntamiento de Sevilla. Modificó la ordenanza hace unos años y ésta, además de regir el horario y establecer normas como que los caballistas no pueden acceder a las aceras, obligó a los propietarios de enganches a contar con un seguro de responsabilidad civil ante posibles accidentes, a solicitar un permiso para acceder al paseo, y prohibió además los coches de caballos con ruedas neumáticos o los coches de domas, así como acceder al recinto a caballistas, propietarios o cocheros que no vayan vestidos de forma tradicional conforme al tipo de enganche que guíen o montura que usen. 

Para evitar el colapso del Paseo de Caballos se limitó el número de enganches a un máximo de 1.400 pero en días alternos, por lo que, como máximo cada jornada de la feria podrán circular por el real 700 coches de caballos. Para los caballos no hay más límite que el que marca la crisis, que, como en todo, también se ha notado en el real. Pero con esos 700 enganches y los centenares de jinetes y amazonas que se cruzan cada día por el real, las calles del recinto de Los Remedios se convierten en los días de Feria en un mundo aparte, colorista, feliz, una especie de paréntesis en el tiempo, en el que no hay que pensar más que en tener cuidado cuando se cruza la calle y la belleza de un coche bien enjaezado te lleva a volver la cara y extasiarte. El Paseo de Caballos tiene ese poder, atrae a todos y para todos está abierto al disfrute. Es de lo mejor de la Feria de Abril, y si pueden, disfruten de él al año que viene.

7.-Calles del Real: El real de la Feria está conformado por quince calles repletas de albero y farolillos. Algunas están más cercanas a la portada, mientras que otras se alejan algo más. También las hay de diferentes longitudes, siendo Pascual Márquez la más larga.

Calles del real de la Feria: Antonio Bienvenida, Costillares, Curro Romero, Espartero, Gitanillo de Triana, Ignacio Sánchez Mejías, Jiménez Chicuelo, Joselito el Gallo, Juan Belmonte, Manolo Vázquez, Pascual Márquez. Pepe Hillo, Pepe Luis Vázquez, Rafael Torres Bombita y Rafael Gómez Ortega.

8.-Calle del Infierno:  

Es como se conoce tradicionalmente al parque de atracciones contiguo al Real. Ocupa una superficie de 87 000 metros cuadrados, hay cerca de 400 actividades feriales destinadas a la diversión de todos los públicos, pero especialmente los niños, por ello es el lugar preferido por los mas pequeños. En la Calle del Infierno se encuentran aparatos mecánicos, atracciones infantiles, bodegones, espectáculos, tómbolas, circo y puestos muy diversos, donde grandes y pequeños pueden pasar momentos inolvidables.

Este año la Calle del Infierno volverá a contar con una banda sonora única, denominada ‘Canal Feria’. Serán los responsables de las atracciones quienes la pongan en marcha. El Real de la Feria cuenta con 1.20.000 metros cuadrados, el número de atracciones y actividades feriales en el recinto es el siguiente; 56 aparatos infantiles, 61 aparatos mecánicos de mayores, 14 puestos de bisutería, 7 bodegones, 7 chocolaterías, 1 circo, 1 cuadra para caballos y carruajes, 57 espectáculos, 8 grúas, 30 puestos de helado, 28 puestos de máquinas de algodón, 6 puchis, 62 puestos varios, 22 puestos de turrón, 2 puestos de agua y flores, 6 buñolerías y 4 fotógrafos.

9.-Visitantes ilustres: 

La Feria de Abril de Sevilla cada año es más conocida, Pero el desembarco de personajes famosos en el real no es algo nuevo, sino que se remonta a años atrás.

De hecho a Sevilla han acudido reyes, príncipes y princesas, ex primeras damas de los Estados Unidos, actores y actrices de Hollywood y numerosas caras conocidas. Sin duda de entre todas las visitas ilustres que se han pasado en las década por la Feria de Sevilla destaca la visita de la que fuera princesa de Mónaco, Grace Kelly, que coincidió con Jaqueline Kennedy. Fue en abril de 1966 cuando Sevilla fue testigo de ambas celebridades paseando por el real, montando a caballo y vestidas de flamenca junto a la entonces Duquesa de Alba, Cayetana Fitz-James que ejerció como anfitriona.

La princesa de Mónaco, que se paseó en coche de caballo junto al príncipe Rainiero, eligió un precioso vestido de flamenca confeccionado por Lina en tonos blancos y rosa que, al estilo de la época, era corto. Por su parte la ex primera dama de Estados Unidos, que acudió a la fiesta sevillana tres años después del atentado de Dallas que costó la vida a su marido John F. Kennedy, eligió vestirse de corto y se paseó a caballo por la Feria y luego se fue a los toros con mantilla blanca. La visita de ambas celebridades, tanto Grace Kelly como Jaqueline Kennedy derramó ríos de tinta. La princesa de Mónaco fue portada del ABC de Sevilla, mientras que la entonces viuda de Kennedy lo fue también de la revista «Life».

En los toros

Pero no fueron los únicos. La actriz Ava Gadner, tan aficionada a los toros (y a la que se atribuyen romances con más de un torero) pisó el albero en más de una ocasión. Estuvo en la Feria de Sevilla en 1950, vestida de flamenca. Monto en coche de caballos y acudió a la Maestranza. Luego, en el año 1964 volvería de nuevo a pasearse por el real

Otra actriz que despertaba pasiones y que estuvo en la Feria de Sevilla fue la francesa  que en el año 1958 y cuanto estaba inmersa en uno de sus rodajes no dudó en darse un paseo por la fiesta sevillana. Y no se pudo resistir Rita Hayworth a pisar la Feria. La famosa protagonista de Hilda, de apellido Cansino y cuyos antecedentes familiares procedían de Castilleja de la Cuesta, se vistió de flamenca y montó en un carruaje en el año 1961. La actriz Audrey Hepburn también acudiría al real en el año 1965 junto a su marido, el actor Mel Ferrer. Ambos causaron sensación a caballo por el real, tal y como reflejó la portada de «Hola» Del cine también llegó uno de sus grandes directores, Orson Welles, gran amigo del torero Antonio Ordóñez, estuvo en más de una ocasión. Cuentan que cuando aún no había cumplido los 18 años, en el año 1932, estuvo en Sevilla y vivió cuatro meses en Triana. Posteriormente, tras haberse consagrado en Hollywood regresó a Sevilla, visitando la Feria en los años 1964, 1965 y 1966

Otra realeza que visitó la Feria de Sevilla en el año 1960 fue la princesa Soraya de Persia, ex mujer del Sha Mohammad Reza Pahlavi y que también se vistió de flamenca. En el año 1968 lo harían los entonces príncipes de España,

Thank you for watchingHay toda una industria en torno al traje de flamenca y resulta irónico que, siendo un elemento de origen humilde, hoy sea un capricho cuyo precio puede oscilar entre los 100 y los 1000 euros. Por no hablar de todos los accesorios y complementos que se adquieren junto al traje.Curiosamente, es el único traje regional de España que se renueva según la moda  y se reinventa todos los años. Además, no solo se viste en Sevilla o Málaga, sino que también es propio de las romerías y ocasiones especiales como pasarelas de moda. Algo similar ocurre con el flamenco y sus orígenes.En concreto, el flamenco comenzó siendo una expresión popular y se ha acabado declarando como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO, pero eso es otra historia que te contaremos en otra ocasión.

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GRAFFITIS: BAR ALCUZA

Bar Alcuza, calle Harinas. Autora: Alexandra del Bene