El cambio de denominación de Muestra Hispanoamericana a Iberoamericana propició la participación de Portugal y Brasil alegando motivos históricos y geográficos así como el estrechamiento de lazos entre los países que conforman la península Ibérica. No obstante fueron motivos políticos los que actuaron para tal decisión, la cual se oficializó con la promulgación del Real Decreto de 9 de noviembre de 1922.
En 1924, el representante español en Río comunicaba al Ministro de Estado, que la opción de la sociedad civil de aquel país estaba en contra de la concurrencia a la Muestra, entre otros motivos por la reciente y destacada ausencia de España en la Exposición del primer Centenario de la Independencia de Brasil celebrada en 1922, así como la falta de información propagandística al respecto y la nula mentalidad ibero-americanista que se respiraba en Brasil.
Sin embargo, se podría conseguir su concurrencia mediante la inserción de artículos en distintos medios de comunicación apelando al prestigio nacional en el concierto iberoamericano, fomentando la rivalidad existente con la República Argentina, que sí estaría en el Certamen y la utilización de una intensa campaña pro-exposición emprendida por la Cámara de Comercio Española en Río.
A esta actividad propagandística emprendida por la colonia española habría que sumar las negociaciones diplomáticas emprendidas por los gobiernos español y brasileño, para alcanzar ciertos acuerdos comerciales sobre la aplicación de tasas a los productos que se importaban y exportaban entre ambos países, así como las negociaciones para hacerse con puestos como miembros permanentes en el Consejo de la Sociedad de Naciones, los dos gobiernos.
En junio de 1926, el Presidente de la República solicitó al Parlamento brasileño un crédito por 5.000 contos rei (cinco millones de pesetas) pero al redactarse el Proyecto de Ley para ser presentado a las Cámaras, sería rebajada la petición a 3.500 contos rei, y a pesar de dicha rebaja a la Comisión de Hacienda le pareció exagerado iniciándose, por parte de la Cámara de Comercio Española, una serie de gestiones particulares encaminadas a solucionar las dificultades que se estaban presentando. El 1 de enero de 1927,El Presidente brasileño sancionó el acuerdo de las Cámaras autorizando la concurrencia oficial con un pabellón permanente, tras largas discusiones por estar el país en dificultades económicas pero con una reducción importante del crédito asignado por parte de la Comisión de Hacienda que lo estableció en 1.500 contos rei. Ha de tenerse en cuenta los graves problemas políticos y económicos en que se encontraba el país que hicieron dudar al gobierno brasileño de continuar con su decisión de concurrir a la Muestra.
Esta reducción dio lugar a que, cuando se recibió la solicitud de terrenos por parte del Embajador de dicho país, se hubiera decidido que la construcción del edificio fuera provisional, habiendo previsto el Presidente de la Comisión brasileña gastar 750.000 pesetas en la construcción del pabellón y 500.000, en los demás gastos. Esta cantidad se puede considerar pequeña teniendo en cuenta las asignaciones que otras Repúblicas hicieron para estar presentes en el Certamen.
Otro asunto, no exento de polémica, fue la elección de los terrenos para erigir el pabellón. En marzo de 1926, el Comité de la Exposición ofreció dos parcelas al gobierno brasileño, una en los Jardines de San Telmo con fachada a la avenida de María Luisa, junto a una glorieta y en la zona trasera del Casino; y otra, en la avenida de las Delicias, entre la parcela asignada a Méjico y el Pabellón de Bellas Artes, en uno de los lugares más interesantes que aún que3daba libre en el recinto.
El Ministro de Brasil en España solicitó oficialmente, en el mes de mayo de 1927, este último solar cuando ya se sabía el edificio iba a ser en propiedad, siéndole concedido a pesar de estar esta avenida reservada a las construcciones permanente, tomando posesión de ella el 25 de junio. Pero al poco, nuevamente se interesa por el primer solar situado en los Jardines de San Telmo, siéndole denegada la petición, pues el referido solar le había sido asignado a Uruguay, aunque al final ocupó esta parcela y la colindante el Pabellón de Perú. El Gobierno brasileño firmó la escritura de cesión de los terrenos a finales de 1928.
En la concesión de la parcela de 2.793 metros cuadrados, situada en la avenida de las Delicias, se permitía que si se creyese necesario, podría ocupar tres pequeñas parcelas colindantes, para instalaciones menores a condición de que se respetara los árboles y plantaciones ya existentes.
Decidida su participación, se designó al Ministerio de Agricultura encargado de la gestión de dicha concurrencia, asumiendo el referido ministerio las competencias no solo de la exhibición comercial del mismo sino también de su construcción, convocando un concurso de arquitectos para la elección del proyecto del pabellón a primeros de 1927 resultando ganador el arquitecto Pedro Bernardes Bastos, consiguiendo el premio de 10.500 reis.
Con el proyecto ya aprobado, a primeros de 1928 llegó a Sevilla el Delegado del Pabellón, Paulo Vidal a fin de poner en marcha los trabajos convocando inmediatamente un concurso cerrado entre las empresas constructoras, recibiendo tres propuestas siéndole adjudicada las obras a la Sociedad Vías y Riegos S.A. por 749.961,20 pesetas teniendo prevista su entrega el 15 de enero de 1929 aunque su finalización se dilató un mes más. y días más tarde el Presidente de la República, nombró por decreto la Delegación de Brasil en la Exposición Iberoamericana y como encargado del desarrollo de las obras a Paulo Vidal.
Comenzadas las obras, éstas se iniciaron con el movimiento de tierras levantándose sesenta pilares, sobre los que se asentó la estructura del edificio, toda ella metálica, habiendo sido necesario la utilización de 90 toneladas de hierro.
El edificio proyectado por Pedro Paulo Bernardes tenía como objetivo destacar y representar las características distintivas del país que representa y su arquitectura reflejar la identidad de la nación, para ello diseña un edificio provisional inspirado en lo más significativo de la arquitectura del país en ese momento como era el neocolonial, inspirado en el barroco portugués de edificios religiosos, al carecer de una arquitectura autóctona, ya que la cultura indígena se refugió en el interior del país, siendo el resultado del proceso colonizador que se desarrolló en aquel país con la aportación de jesuitas y holandeses, y más concretamente bajo la influencia que Nicolás Nazoni ejercía en Portugal, con la utilización de grandes escalinatas en las puertas de palacios y templos, los ojos de buey en ventanas y una decoración profusa y cargada, ablandando los frontones generando formas onduladas y caprichosas.
La plasmación de todos estos elementos característicos, en el pabellón original, se puede contemplar en la utilización de las columnas salomónicas, en las ventanas tripartitas, en la profusión de líneas onduladas en los frontones, así como las conchas de los alfeizares de las ventanas de la fachada y la utilización de ojo de buey en las mismas, así como la utilización del azulejo en bancos del vestíbulo de uso en Portugal. El edificio se ejecuta con solidez a pesar de la provisionalidad del mismo, contrastando con la envergadura y dimensiones del Estadio del Maracaná, que años más tarde levantaría en Río de Janeiro.
El proyecto primitivo tenía unas dimensiones de 52x52, con una extensión de 2.704 metros cuadrados que fue reducida debido al condicionante de respetar el arbolado existente, pasando a tener una superficie de 2.500 metros cuadrados, siendo el edificio de forma cuadrada de 50x50 metros con patio interior central y tres niveles de altura, sótano, bajo y primera planta; la nave correspondiente a la fachada principal es de dos plantas y sótano, siendo solo de una planta y sótano y las otras tres naves que circundan el patio.
La fachada principal se dividía en tres calles; la central que marca el eje principal y de mayor altura; y dos laterales menores que aquella en los extremos, unidas por sendas alas. Toda la fachada estaba rematada por un ondulante y caprichoso alféizar, especialmente marcado en la parte central y lateral. El zócalo estaba sustituido en los laterales por artísticos bancos de cerámica y en el centro, por la escalinata curva de acceso, donde se elevaba en peristilo semicircular formado por columnas pareadas corintias sobre basamento y rematadas por jarrones florales. La puerta de acceso estaba compuesta de un arco cóncavo-convexo, sobre el que se diseñó una ventana tripartita con columnas salomónicas.
Es de destacar, la composición tripartita en el tratamiento de las ventanas de las fachadas, diferenciando su tratamiento en las diferentes plantas; así como en la parte baja estaban rematadas con una cornisa a modo de frontón enmarcado por claraboyas en forma de ojo de buey y con ornamentación vegetal en la parte superior, y ménsulas ornamentales de perfil convexo en la parte inferior.
El Pabellón fue inaugurado por S.M los reyes D. Alfonso XIII y doña Victoria Eugenia, en un solemne acto el 10 de mayo de 1929, aunque no fue abierto al público hasta quince días más tarde el 25 de dicho mes.
Tras clausurada la Exposición, en el mes de octubre de 1930, se cede el pabellón a la Asociación General de Empleados y Obreros de Ferrocarriles de España para instalar sus oficinas y una escuela infantil, siendo sacado a concurso público, por dicha Asociación, las obras para su adecuación, con un crédito de 125.000 pesetas ampliables.
En el 16 de junio de 1935, la Comisión de Obras Públicas del Ayuntamiento informan favorablemente sobre las obras de consolidación y reforma proyectadas para el edificio del que fuera pabellón brasileño, siendo aprobada la ejecución de la obra por el Cabildo Municipal días más tarde.
Finalizadas las obras, tras la sublevación del general Franco contra la Segunda República, el 8 de septiembre de 1936, el edificio fue recepcionado para Cuartel General de la Falange, estableciéndose también al año siguiente, un Hospital de Falange, así como la Escuela de Mandos para cadetes, y años más tarde acogió así mismo la Jefatura Provincial del Movimiento y de las Milicias de Falange.
En la reforma que se llevó a cabo en 1935, se realizaron una serie de obras al objeto de consolidarlo y darle otros usos, lo que originó una modificación radical del mismo, hasta el punto de poderse hablar de dos edificios distintos. Si bien se mantienen la composición y tipología del pabellón, lo que más llama la atención de esta transformación, son las modificaciones realizadas en la fachada, que aún sin perder la simetría ,si lo hace el coronamiento primitivo, enfatizando la zona central dándole carácter de portada, quedando el resto de la fachada dividida en tres partes simétricas.
Con estas actuaciones y con la eliminación de elementos decorativos, que adornaban la fachada, como la supresión de columnas salomónicas, bancos, las conchas del alféizar de las ventanas, y las formas de ojo de buey de las mismas, se pierde el lenguaje barroco para el que había sido diseñado.
Perduran de estas transformaciones, la solería, se mantiene parte del alzado del patio, aun perdiendo las columnas con capitel corintio; también perdura el peristilo y escalinata de acceso, siendo sustituidas las columnas del mismo estilo que las del patio, por pilares pareados de ladrillo visto, manteniéndose la puerta con líneas curvas. También fueron eliminadas las columnas del pórtico del vestíbulo, transformándose en pilares.
Posteriormente, entre 1960 y 1965 fue sede de la Escuela Superior de Arquitectura y Técnica de Aparejadores de Sevilla y mientras permanecieron en el edificio, hasta el traslado a sus actuales sedes en la Avenida de Reina Mercedes, se realizaron varios proyectos de obras para su adaptación de las salas a aulas y también del sótano para uso académico, por parte de los arquitectos Rafael Fernández Huidobro, Luis Gómez-Estern y Alfonso Toro Buiza.
Al quedar nuevamente libre el edificio, se convirtió en refugio como el vecino pabellón de Méjico, y después, hasta el año 2000, en Cuartel de la Policía Local y sede de la Delegación de Seguridad Ciudadana del Ayuntamiento de Sevilla. En enero de 1999, el Ayuntamiento lo cede por veinticinco años a la Universidad Hispalense, iniciándose en el verano de 2003, bajo la dirección del arquitecto Miguel González Vilchez, la intervención y reforma del edificio finalizando en el año 2005, ubicándose en el Vicerrectorado de la Universidad de Sevilla.
En esta reciente actuación, fue la zona del patio la que sufrió una mayor transformación, perdiendo su carácter de jardín al ser enlosado y cubierto por una estructura acristalada, así como la pérdida del claustro y los ventanales con arco de medio punto y sus antepechos formados por celosías de trazado en zigzag tan características.
Se puede decir que es un edificio absolutamente renovado que se le ha despojado de las concepciones estilistas originales, habiendo sido sustituido por otros elementos compositivos que reflejan el espíritu de la arquitectura local de la época en que se reformó, y que las sucesivas reformas han mantenido.
Fuente: Juan José Cabrero Nieves
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