viernes, 12 de enero de 2024

PABELLONES EXPO 29: PABELLÓN DE PERÚ

  



La arquitectura del edificio sería de inspiración incaica, surgida de un reciente movimiento impulsado por el arquitecto español Manuel Piqueras Cotolí que unía las características del estilo inca, con sus simbolismos y rigidez de líneas con las construcciones españolas de la época colonial, utilizando la piedra y el ladrillo como materiales constructivos, habiendo creando un nuevo estilo. 

En el mes de marzo de 1926, el Gobierno peruano amplía la superficie del terreno solicitado, requiriendo oficialmente al Ayuntamiento una parcela de 1.500 metros cuadrados para que proceda a la cesión de éste, teniendo ya terminado el proyecto del edificio de la representación por parte del arquitecto designado, siéndole ofrecida por la Comisión Permanente una de 1.116 metros cuadrados en los Jardines de san Telmo, entre el espacio reservado a Chile y la futura calle de la Rábida.

Sin embargo, éste no fue el solar que, al final, se le adjudicó ya que, al año siguiente, en el mes de junio de 1927, el Secretario de la Comisión peruana, solicitó la concesión de una parcela de 4.912 metros cuadrados para la construcción del edificio en los Jardines de San Telmo, situada entre los pabellones de Chile y Estados Unidos, la trasera del casino y la avenida de María Luisa, debido a que el pabellón tenía una planta de 1.700 metros cuadrados. Este espacio le había sido ofrecido con anterioridad a Brasil, que lo rechazó, pero que pasado un tiempo volvió a interesarse en él, siéndole denegado al habérsele concedido a Perú.

De entre los pabellones representativos de los países americanos, el de Perú, es un ejemplo sobresaliente de la representación arquitectónica de la cultura y la identidad de un país. La  habilidad del arquitecto para transmitir la esencia de la tierra, la naturaleza y la vida cultural en un espacio físico, es un logro notable. La integración de elementos escultóricos y decorativos que reflejan la riqueza cultural del Perú, junto con un manifiesto ideológico, parece capturar la esencia y la espiritualidad del país.

La capacidad del arquitecto para conjugar la belleza estética con la expresión cultural es fundamental para la preservación y promoción de la identidad nacional. La sensibilidad hacia el paisaje, la fauna, las construcciones indígenas y la luz del país andino muestra un profundo respeto por la naturaleza la historia de Perú. En este enfoque integrador no solo destaca la destreza técnica del arquitecto, sino también su profunda comprensión de la importancia de la conexión entre el hombre y su entorno. Por ello su autor vea más allá de ofrecer un edificio exótico y sugerente, creando un lugar donde integración del espacio y los símbolos están perfectamente unidos.

El 23 de febrero de1927, el arquitecto remite los alzados de las fachadas principal, lateral y posterior y un croquis de la perspectiva del edificio, dejando el resto de planos para un posterior envío. 

En este primer diseño, se observa algunas dificultades con el que al final fue construido. Lo que más llama la atención es la distribución del patio central que lo articula en dos espacios, uno cubierto y otro descubierto, divididos por una galería porticada que, partiendo del vestíbulo llegaba a la escalinata de acceso a las plantas superiores, formando el eje principal de simetría. El cubierto, por una claraboya de cristal, se situaba a la izquierda, y estaba rodeado por tres de sus lados por galerías porticadas a modo de claustro; mientras el descubierto, solo lo estaba por dos de sus lados, teniendo instalada una fuente central. Otra diferencia, fueron la simplificación en la decoración de las fachadas, especialmente en las zonas laterales de la portada principal, sobre las balconeras, y la distribución de alguna de las salas.

Para dicho proyecto, su autor adelantó como presupuesto de la obra un importe que no excedería de 700.000 pesetas, aunque desconocía el precio de los materiales y jornales pagados en Sevilla.

Para sufragar los gastos de la construcción del edificio, en el mes de agosto de 1926, la Cámara aprobó un crédito de 20.000 libras peruanas para la concurrencia a la Exposición, comprometiéndose al abono mensual de 3.000 libras peruanas, desde el mes de junio de 1927, hasta completar el crédito concedido.

El coste del proyecto presentado, resultó a todas luces insuficiente, teniendo en cuenta la superficie total a construir, superior a los 5.000 metros cuadrados por lo que el gobierno peruano asignó una nueva partida, 300.000 soles oro hasta cubrir la cifra de 1.322.000 pesetas presupuestados por el Comité, desentendiéndose éste de la dirección técnica del proyecto al haberse trasladado a Sevilla el autor del mismo, el cual recibió instrucciones para que fijar el valor definitivo del proyecto.

Las obras se iniciaron a primeros de noviembre, con los trabajos de nivelación del terreno y cimentación, contratándose a la empresa Sociedad Constructora de José y Eduardo Anduiza Hermanos, de Bilbao, la ejecución del proyecto.

El edificio se construyó a base de muros de fábrica de ladrillo, pilares de hormigón armado y losa del mismo material, excepto en algunos detalles ornamentales realizados en piedra  y piedra artificial como las embocaduras de los vanos, cadenas angulares, remates y portadas; siendo la superficie total construida de 5.250 metros cuadrados, distribuida de la siguiente manera: sótanos 1.363 metros cuadrados, piso bajo, principal patio, 1.658;entresuelo 501 y segunda planta 1.747 metros cuadrados.

Año y medio después de iniciarse las obras el pabellón es terminado, durante los primeros días del mes de mayo de 1929, quedando pendiente de terminar algunos detalles,  estando muy cerca entrega a la inauguración del Certamen el día 9 de dicho mes, siendo numerosos los elogios al edificio publicados en la prensa  siendo una de las mejores obras realizadas para la Exposición.



El edificio orienta su fachada principal a la Avenida de Chile, donde dan acceso los pabellones de  Chile y Uruguay, y la posterior a una rotunda con acceso al Pabellón de Sevilla. El pabellón en sí puede ser considerado como una estructura cerrada, compuesta entorno a un gran patio central, siendo el eje principal de simetría el configurado por la escalera exterior de entrada que, a través del patio, conduce a la escalera de acceso a la planta superior. La influencia indígena se manifiesta en el acceso de la entrada al elevarla sobre escalinata tomándolo del Templo del Sol de Calassasaya y el patio hundido; y el mestizaje, en la construcción de ladrillo y la piedra en todas las fachadas.

La influencia del barroco español se aprecia en la fachada donde la monumental portada en forma de retablo, que en su composición nos traslada a las construidas en aquella época, que parece inspirarse en la del Hospicio de San Fernando, Eso sí, en un lenguaje netamente indigenista en su concepción decorativa, las líneas curvas y onduladas son sustituidas por trazos rectos y angulosos, que se combinan con vanos trapezoidales con motivos escalonados y grecas de inspiración prehispánica, llamando fuertemente la atención el potente frontón  partido, decorado con iconografía indígenas, proveniente de las culturas Incas, Tiahuanaco, Chavin, Chimú Moche, con tres motivos heráldicos.

Este tema heráldico queda reflejado en las fachadas principal y posterior; en la principal, en el frontón curvo central, se aloja el escudo nacional y sobre éste aparece la figura  de Viracocha portando dos bastones. El escudo está dividido en tres cuartelas con representación de la riqueza del país en sus tres vertientes: animal, vegetal y mineral. Más abajo a la izquierda se encuentra el escudo de Manco Capec, hijos del Sol y creadores de mundo. El de la derecha, está dedicado a Pizarro y  Carlos V, en cuyo reinado el imperio inca fue conquistado. En la fachada posterior se encuentran los escudos de Cuzco y Lima.

Toda la superficie de las fachadas, están salpicadas de figuras semi-naturales y aspecto netamente americano, pájaros estilizados, hombres y plantas y círculos entre grecas.

Existe en todo el edificio una serie de temas y motivos compositivos que tienen su origen en la transposición de motivos de la cultura preincaica. De las técnicas constructivas que tienen su origen en la transposición de motivos de la cultura preincaica. De las técnicas constructivas de esa cultura derivan algunos elementos como son los bloques megalíticos de forma poligonal y múltiples ángulos. El desconocimiento en esa época del arco obliga a cerrar los huecos con una sola planta a modo de dintel, al objeto de reducir el tamaño de la pieza se disminuye el ancho del hueco en su parte superior dando lugar a ventanas y puertas trapezoidales con dintel monolítico.

La fachada posterior se sitúa a nivel del suelo, mientras la fachada principal se encuentra elevada sobre una escalinata, lo que origina que la primera se le añada una planta más, produciendo en este espacio cierta complejidad en las alturas y en las conexiones interiores, al contener una entreplanta. La portada es de clara inspiración colonial de Arequipa, situándose en el tercer piso un grupo de vanos trapezoidales con remates escalonados claramente incaicos, a los que se les añade en las esquinas miradores em forma de torre vigía de un fuerte, lo que le dan al pabellón carácter de arquitectura colonial. Esta pieza fue ampliamente utilizada por los arquitectos españoles en las residencias señoriales del siglo XVIII en el Perú. En esta misma fachada y a ambos extremos, se le añadieron dos cuerpos cuadrados que se elevan en altura y de composición similar a la galería superior del patio, coronados por remates que simbolizan la forma de los cuchillos chimú.

En la portada de esta fachada se encuentran tallado los escudos de Lima y Cuzco. El limeño en el centro, de grandes proporciones, con las águilas y lambrequines que lo rodea tratados de forma plana, está rodeado de otros diez escudos en línea a ambos lados, sin talla, y sosteniendo sus garras los escudos de Francisco Pizarro y Carlos V. Más abajo, sobre el dintel de la puerta se encuentra el escudo de la ciudad de Cuzco. Es de destacar la bella rejería con dibujos de motivos indigenistas que cierran los vanos de la planta baja.

El tratamiento de los distintos elementos de las fachadas, presentan un aspecto barroco que recuerda a las construcciones coloniales peruanas, como la balaustrada de madera realizada por Manuel Casana, que se encontraba sobre la amplia cornisa que circunda el edificio, los enmarques de los vanos, las gárgolas y la balconada de madera muy volada, cubierta de talla y cerradas por celosía; es quizás esta la aportación más limeña al barroco, siendo frecuente en las grandes casas, los patios circundados por arquería polilobulada y ricos artesonados de madera, en este caso de caoba peruana decorados con motivos prehispánicos, tomados de los tejidos y los casetones con el siempre presente signo escalonado.

El 10 de mayo de 1929, SS.MM. los Reyes D. Alfonso y Dña. Victoria Eugenia, visitan el pabellón. A la entrada de los Reyes, la Banda Municipal interpretó la Marcha Real y el Himno del Perú, mientras los mástiles ondeaban las banderas española y peruana, habiéndose instalado en la escalinata de acceso alfombras y tapices de Cotahuasí. Con esta visita oficial de los Reyes, el pabellón quedó inaugurado, pero solo visitables algunas de las salas de la planta baja y el patio, abriéndose al público el 19 de octubre de 1929, con todas sus salas ya montadas. El 18 de octubre, día previsto a la apertura total del pabellón, tuvo lugar la bendición del edificio por parte del Cardenal Arzobispo de Sevilla.

El 16 de julio de 1949, el Gobierno de Perú hace cesión al Gobierno de España, de la totalidad de sus derechos sobre el Pabellón de Perú en la Exposición y el gobierno de España asume, por su parte, la obligación de cancelar, en su totalidad, el crédito existente por la construcción del referido pabellón.

El 14 de abril de 1958 se inauguró la 1ª Feria Oficial Nacional de Muestras de Sevilla, ocupando el terreno y los edificios de los Jardines de San Telmo y posteriormente desde 1961 se ubicaría en el mismo recinto la Feria de Muestras Iberoamericana, que permanecería hasta 1981, cediéndose parte del pabellón al Comité de la Feria como sede oficial de dicho organismo.

Tras el traslado dela Feria, en la década de los ochenta del mencionado siglo, se realizaron trabajos de restauración para ser sede de la Estación Biológica de Doñana, produciéndose como hecho más destacable el cerramiento del hueco del patio, protegiendo de esa manera de las inclemencias de la meteorológicas los elementos decorativos.

En 2008 fue inaugurado, en este mismo edificio, la Casa de la Ciencia de Sevilla, dependiendo de la Agencia Estatal Consejo Superior de Investigaciones Científicas y cuyo objetivo es hacer llegar a la sociedad el conocimiento obtenido en los institutos públicos de investigación.

Del 31 de mayo al 28 de agosto de 2011, se instaló en el pabellón, una exposición titulada Perú en Sevilla 1929. Un viaje a la Exposición Iberoamericana, en la que se mostraron muchos de los objetos que se expusieron en el pabellón durante la Exposición, incluso en las mismas salas.

De acuerdo con el convenio firmado entre los gobiernos peruano y español, estos objetos, que habían permanecidos embalados en los almacenes del pabellón, y algunos otros expuestos en el Museo de América de Madrid, fueron entregados a las autoridades del país andino en 2013, terminando así su larga estancia de casi noventa años en nuestro país.

La última intervención en el pabellón tuvo lugar entre 2017 y 2018, cuando el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, promovió trabajos de conservación y restauración de las fachadas cuyo proyecto fue dirigido por el arquitecto Manuel Romero Romero, siendo adjudicada a la Compañía Internacional de Construcción y Diseño S.A.U que contrató a Dédalo Bienes Culturales para estos trabajos.

Fuente: Juan José Cabrero Nieves

Pab. de Perú

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GRAFFITIS: FLAMENCO

Plaza de la Gavidia, cerramiento de edificio