viernes, 19 de enero de 2024

PABELLONES EXPO 29: PABELLÓN DE MÉJICO







El 21 de abril de 1925, el Ministro de Estado comunica que Méjico había decidido participar en el Certamen, ignorándose las gestiones llevadas a cabo para tal decisión. No obstante, se tiene conocimiento de las protestas de la Cámara Oficial Española de Comercio de Méjico, por no haberle sido confiada la propaganda, a pesar de haberlo solicitado en reiteradas ocasiones. La participación en la Exposición se vio como una ocasión para explotar la curiosidad sobre la Revolución Mexicana y fomentar una opción favorable hacia ella.

En pleno celebrado el 20 de julio de 1925, la Corporación Municipal Hispalense, concede una parcela para la edificación del pabellón representativo del país, desconociéndose la ubicación de la misma, la cual fue cambiada por la definitiva el 9 de octubre de 1926; la entrega de ésta se realizó de forma solemne el 12 de octubre del mismo año, firmándose las escrituras el 19 de octubre de 1928.

La mencionada parcela de 5.445 metros cuadrados se situaba en el extremo sur del Parque de María Luisa, lindando al norte con el vecino Pabellón de Brasil y al sur con la avenida de Villa Eugenia, hoy Eritaña, originándose en su cruce con la Avda. de la Palmera, la Glorieta de Méjico.

Para la edificación del pabellón representativo de su país, el gobierno mejicano convoca tres concursos sucesivos, ganado el denominado "TIZA" presentado por Manuel María Amábilis Domínguez.

Desde el punto de vista artístico el Pabellón de Méjico se adapta con justeza al programa de la Exposición, proyectando un edificio historicista, símbolo no solo de su arquitectura nacional, sino del trasfondo ideológico que sustentaba aquella República con España.

Amábilis como Aníbal González, es un regionalista converso, que sigue el historicismo maya-tolteca de las culturas precolombinas de su país natal. El proyecto se aleja del estilo colonial de la época y pretende sentar las bases del estilo nacional, fundamentalmente en las edificaciones precolombinas de las civilizaciones mayas con influencias toltecas, conocidos como los griegos del continente americano.

El edificio utiliza los recursos formales procedentes de los estilos precolombinos de los monumentos de la cultura maya-tolteca, inspirándose directamente en los templos del grupo "Sayii".

A comienzos de 1927, se inician las obras de construcción. Concluyéndose en agosto de 1928. La planta del edificio es de gran nitidez producto de una elaborada geometría, que combina el sistema octogonal con el de cruz latina girada 45ª, determinando, en su interior, piezas rectangulares y hexagonales. Consta de dos plantas y sótano, estimándose la superficie construida, incluido el sótano en unos 3.000 metros cuadrados, rodeando el resto de la superficie de la parcela con jardines.

La distribución se realiza utilizando un gran patio central cubierto, como sala de lectura o salón de fiestas y conferencias, del que parten cuatro grandes salas rectangulares en forma de cruz, y en los ángulos de la misma, otros de menor entidad de forma hexagonal en las dos plantas nobles. Frente al vestíbulo, en una de las salas hexagonales se instala una escalera de tres rampas que da acceso  a la planta alta. En la zona central de la azotea se levanta el ático, representado por una ancha corona con calados sueltos con vidrios de fuertes colores, sobre el que se eleva miradores. Estos elementos representan el remate de las cabañas. El acceso al ático y miradores se realiza a través de dos escaleras metálicas de caracol.

La construcción se realizó sobre muros de carga de hormigón en masa, con forjados de losas de hormigón armado y cimentación casi inexistente, sobre un terreno arcilloso y que ha ocasionado con el transcurso de los años daños en la estabilidad del edificio que afectan a elementos estructurales.

El Pabellón es una obra original que consigue representar la historia, el suelo y las gente de aquel país y mostrar a su vez, los productos de sus fábricas y de sus tierras. Y desempeñar el papel de representación nacional, mediante un tratamiento muy especial de la decoración, sobre todo en lo que respecta a la pintura y la escultura, vehículos iconográficos que aluden a los orígenes de su nacionalidad, sus constructores y usos mejicanos. 

                                                    

Dos estelas flanqueaban la fachada principal. En ellas aparecen, bajo sendos sacerdotes toltecas, las alegorías masculinas del trabajo y la espiritualidad como causa del progreso humano.

Elevada sobre una amplia escalinata, se encuentra la puerta principal flanqueada por dos columnas serpentiforme, mal llamadas emplumadas, símbolo del Dios del Fuego QUETZALCOALT" según la denominación azteca, siendo signo de divinidad y no solo es utilizada en la fachada, sino en distintas partes del pabellón sobre todo en el mobiliario y la fuente de la fachada trasera. Sobre el dintel de ésta, el tema de la universidad de Méjico "Por mi raza hablara el espíritu".

El escudo nacional, rodeado por una aureola y motivos toltecas lo preside; coronando la fachada un tímpano con bajo relieves alegórico con cinco figuras unidas por guirnaldas, custodiado por dos estatuas que reproducen a los originales conocidos como "CHAC-MOL" que se les denomina como dioses del agua o el primer hombre.

La decoración interior del pabellón es muy profusa, empleando para la pintura, la técnica del temple liso directo con colores naranja, ocre, azul, rojo, verde y amarillo. Esta decoración manifiesta los sentimientos y pensamientos de la época "en mejicano", por ello todos los motivos representados fueron históricos o alegóricos. Los cromáticos colores corresponden a un amplio programa iconográfico de exaltación a la raza indígena, el mestizaje, el arte prehispánico y a la exuberante naturaleza mejicana.

Los relieves de las jambas, de intensa policromía, se decoraron  con bajo relieves en los que se representaron personajes que conformaron el Méjico actual, aludiendo al mestizaje racial: guerreros,  soldados, indígenas, etc.

La escalera de acceso al piso superior, se conforma con tres rampas, construidas con mármol rojo alicantino. La parte alta de la escalera estuvo decorada con pinturas al óleo, en las cuales intervino el pintor Diego Mª Rivera. Se labraron dos hornacinas, en las paredes del arranque, para ser ocupadas por esculturas que representaban al guerrero español y al indígena azteca, que aún hoy se conservan.

Las vidrieras se vieron enriquecidas. En las de la planta baja se representó la vegetación con las cuatro plantas más características del país: plátano, palmera, papayo y el maíz. En la planta alta, se ubicaron cuatro rectangulares y otras tantas circulares.

La decoración estaba cargada de mensajes nacionalistas, siguiendo las directrices del arquitecto, constituyendo un todo original, que por desgracia ha desaparecido. En definitiva, un conjunto loable, de ahí que fuera el pabellón extranjero mas premiado de la Exposición.

El pabellón tuvo también buenos trabajos de hierro forjado, de los que se conservan el de la puerta principal el del balcón que rodea el piso alto del patio central, decorado con incensarios y estrellas de ocho puntos. En el acceso trasero del edificio se encuentra la fuente proyectada por Amábilis de estilo tolteca.

Seiscientos expositores particulares mostraron productos muy diversos: pieles, producción textil, vinos, licores, perfumería, café, plantas medicinales, etc.

Concluida la Exposición, el Estado Español acepta la donación que le hiciera el Mejicano, el 13 de diciembre de 1934, éste lo cede al Ayuntamiento sevillano para crear un centro de maternidad, según decreto de 24 de octubre de 1935. Este proyecto no se materializa hasta 1940, cuando se acometen las obras de adaptación y consolidación del edificio para tal función.

Desde la terminación de las obras, el edificio ha sufrido agresiones de todo tipo en su patrimonio artístico, además de las lógicas para adaptarlo para centro sanitario; así con las reformas posteriores desaparecieron esculturas y pinturas decorativas.

Trasladado el Servicio de maternidad al Equipo Quirúrgico Municipal, el edificio quedó sin uso, sirviendo como refugio provisional a familias desahuciadas; encargándose de su custodia la Policía Local ubicada en el vecino Pabellón del Brasil, que posteriormente lo utilizó como alojamiento de la Sección Canina y almacén, y la zona exterior para aparcamiento del personal que trabaja en las dependencias municipales.

Su abandono fue a más hasta provocar a finales de los ochenta una actuación de urgencia para consolidar el inmueble, cuyos cimientos débiles habían sido reforzados para su utilización como centro de maternidad.

En el año 1997 se realizó trabajos de restauración del edificio dirigidos por el arquitecto Juan Manuel Rojo Laguillo, al objeto de albergar en el mismo, el Vicerrectorado de Tercer Ciclo y enseñanzas propias de la Universidad Hispalense, contando con un presupuesto de 210.902.790 pesetas.

Naturalmente, algunos elementos no pudieron ser rescatados pero sí sustituidos. Es el caso de las ventanas que rodeaban el octágono central; al perderse para siempre los vitrales originales, se emplearon materiales modernos para reestablecer, al menos, los colores vivos originales. El piso fue sustituido por mármoles blancos y rojos. Y se han conservado las entradas de luz que tenía, no solo a través de la montera central, sino de las que cubre las aulas situadas en la planta alta. Así mismo se han actuado sobre la fachada, devolviéndole su color original, así como la recuperación de los jardines y fuente exterior. El pabellón ya rescatado y restaurado, fue inaugurado, o mejor, reinaugurado el 24 de noviembre de 1998.

Fuente: Juan José Cabrero Nieves

Pab. de Méjico

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GRAFFITIS: FLAMENCO

Plaza de la Gavidia, cerramiento de edificio