viernes, 19 de enero de 2024

PABELLONES EXPO 29: PABELLÓN DE CHILE




Con motivo del cumpleaños del Rey Alfonso XIII, la Cámara de Comercio Española en la capital chilena, promovió la publicación, el 17 de mayo de 1925, de una edición especial en el periódico Mercurio, en la que se incluía información sobre el Certamen, abogada por la participación de Chile en la Muestra.

En este ambiente propicio, el 18 de noviembre de 1924, el gobierno chileno recibió la invitación oficial, por parte del español, para participar en el Certamen sevillano. Además, de gestionar la participación de Chile en el Colegio Mayor Hispano-Americano, ambas propuestas fueron aceptadas, aunque, lamentablemente, España no logró materializar este último proyecto.

No obstante, la respuesta formal del gobierno chileno, se retrasó un año, no produciéndose hasta el 5 de noviembre de 1925, confirmando la aceptación de la invitación y expresando el deseo de realizar una destacada intervención. Ya en el mes de enero de 1926, el Comité sevillano, conoció, a través del Cónsul chileno en Sevilla, de la publicación de un decreto de aquella república, nombrando la Comisión encargada de los trabajos preparados para concurrencia en la Exposición.

Esta primera Comisión, estuvo presidida por el exministro de Justicia e Instrucción Pública, Julio Prado Amor. Pero fue de carácter provisional  y honorífica, siendo nombrado como presidente de la misma, en octubre de 1927, Félix Nieto del Río al que se le habían otorgado amplios poderes para el desarrollo de su cometido.

Esta Comisión fue la encargada de confeccionar el programa general de la muestra, y para la propaganda del Certamen, Paralelamente, en el mes de abril, la Legación de Chile en Madrid, solicitó a la Permanente, información sobre la situación de los terrenos asignados a las otras Repúblicas americanas, proyectos de los mismos y superficie a construir por éstos, con el propósito de establecer las bases sobre como destacar en la Muestra.

Con posterioridad, el Ministerio de Relaciones Exteriores solicitó, el 10 de mayo de 1927, le fuera concedido el sitio asignado con el "dos", enclavado próximo a la Puerta de San Telmo. La petición fue aprobada por la Comisión el 18 de junio, con la condición de respetar las palmeras existentes "las cuales serán un motivo más de decoración".

El 29 de noviembre de 1927 se llevó a cabo la firma del acto de entrega de los terrenos cedidos por la Alcaldía de Sevilla, la bendición de los terrenos y la colocación de la primera piedra en un solar de 3.100metros cuadrados en los Jardines de San Telmo, próximo a los terrenos en que construirían sus pabellones los EE.UU, Uruguay y Perú. Con el tiempo, esta superficie se amplió llegando a alcanzar finalmente los 5.850 metros cuadrados.

En enero de 1927, se ofreció al gobierno organizar un concurso de forma gratuita entre los arquitectos chilenos para el diseño del pabellón que se construiría en Sevilla, En las bases, mediante un croquis, se precisaba el lugar donde se construiría el pabellón, así como el carácter permanente del edificio, debiendo ser construido en piedra o ladrillo y contener grandes salones para exhibiciones con fácil acceso. Además de espacios destinados a oficinas para el consulado y servicios higiénicos, siendo el resto del terreno destinado a jardines, donde se podrían ubicar fuentes y esculturas que simbolizaran la raza chilena. No se especifica el número de pisos, ni las condiciones estilísticas, pero si proponía una evocación nacionalista que debía simbolizar la raza chilena.

Solo se presentaron siete proyectos resolviéndose definitivamente el 19 de agosto de 1927, cuyo resultado fue acogido favorablemente por unanimidad. Resultando ganador el arquitecto bilbaíno Juan Martínez Gutiérrez y su pabellón que, aun apoyándose en elementos culturales del país andino, adquirió un carácter simbólico muy cercano a la vanguardia expresionista que, con la compleja volumetría del edificio, habría de proponer la imagen analógica de la geografía del país andino.

Se desconocen los detalles del proyecto original. Según la descripción que se hace del proyecto, el edificio se ubicaría de esquina con tres pisos de altura y cerca de 2.600 metros cuadrados, estando formado por un patio central delimitado por el volumen formado por hall de acceso y dos cuerpos laterales y posterior, en los que se encontraba un área administrativa y recintos para exposición de la muestra. Una torre articulaba un segundo grupo de volúmenes que contenían el área del auditorio y servicios anexos. Los pisos superiores estaban destinados a la exhibición de los productos llevados desde Chile.

Una de las mayores dificultades que tuvo la Comisión encargada de la realización del Pabellón era la de encontrar un estilo que, sin necesidad de interpretación, se identificase como propio de la nación andina. Hasta ese momento el objetivo era parecerse lo más posible a Europa, u así lo había hecho en las distintas Exposiciones Internacionales que se habían celebrado La presencia de Chile en el Certamen supuso no solo el mostrar a otros países su buen hacer en las producciones extractoras y manufacturera, incluso en su superioridad respecto a otros países latinoamericanos, sino el de hacer sentir en el pabellón el latir del alma nacional. Con ello los responsables de la Comisión, montaron por primera vez un pabellón chileno en el extranjero con aspecto folclórico e indigenista.

Con el recurso paisajístico a la hora de inspirarse en la concepción del edificio esquiva la ausencia de estilo arquitectónico propio, ya que el legado artístico de los indígenas del país, era de escaso valor. Aún considerándose los chilenos superiores, en los sectores económicos, políticos y sociales, que mucho de los países latinoamericanos sin embargo, existía una conciencia de inferioridad al no poder comparar el arte indígena de diaguila o araucano con el de los aztecas, incas o mayas.

Y no es que el arquitecto imite en su obra la cordillera o la costa de su país, sino que las evoca a partir de las composiciones volumétricas del edificio, con la agrupación de los techos escalonados superpuestos y el movimiento del ala izquierda del pabellón.

El proyecto del pabellón tendría una estructura compuesta de ladrillo y hormigón armado y trozos de cantería de piedra labrada como el gran cóndor que estaba previsto colocar sobre la puerta principal. A la entrada del pabellón se situaba un gran patio de honor rodeado de pórticos para la instalación de una feria de tejidos, cerámica chilena y productos de la industria popular. En este patio, se pensó colocar una fuente de bronce de doble taza del Cerro de Santa Lucía, que sería traída desde Chile.

Al fondo de éste, se encontraba el edificio propiamente dicho, situándose a la derecha la zona consular; y a la izquierda, el salón de conferencias, actos y cinematógrafo. Constaba de tres plantas y un torreón de 40 metros de altura. En la planta baja se hallaban el vestíbulo y hall central y varias salas donde se instalarían las secciones generales y distribuidas por el pabellón las de industria y artística. En la base del torreón se ubicaría el departamento dedicado a la industria vinícola y en lo alto, un mirador.
















El día 26 de noviembre, días antes de la entrega de los terrenos, el Senado chileno votó un crédito de 2.000.000 de pesos para los gastos de su concurrencia. Para la ejecución de las obras, se contrató  a la empresa Sociedad Constructora José y Eduardo Arduza de Bilbao, especialistas en hormigón armado y siendo el costo inicial de dos millones de pesetas.

Sobre el inicio de la sobras no está clara la fecha. Es posible que la construcción se iniciara en el primer tercio del año 1926. Las obras marchaban a buen ritmo gracias a la abundante mano de obra contratada (250 operarios) no habiéndose paralizado ni durante la huelga de albañiles, estando a finales de 1926 muy avanzadas y prevista su terminación para la inauguración de la muestra.

Distintos motivos detuvieron la marcha de las obras: continuas modificaciones en el proyecto inicial, disminución de partidas presupuestarias, prohibición de por parte del gobierno chileno en contratar artistas españoles, maquinaciones y calumnias al arquitecto por parte de la colonia chilena en Sevilla, etc.

Debido a todos estos factores y, en especial, a la mejoras y ampliaciones que se habían producido sobre el proyecto inicial las obras se intensificaron aunque el pabellón no pudo ser terminado a tiempo para la inauguración de la Exposición, siendo concluido a mediados de agosto de1929,tres meses después de inaugurado el Certamen.

La superficie total de la planta del pabellón es de 2.687,5 metros cuadrados y el coste final de la obra por metro cuadrado osciló entre 250 y 300 pesetas. Se trata del pabellón de la Exposición más extenso en superficie con más de 5.000 metros cuadrados, consta de tres plantas de altura, en buena parte de la totalidad del edificio y la torre de 40 metros de altura.

La estructura, en su mayor parte, es un entramado de hormigón armado de vigas y pilares, con forjado del mismo material en casi todas las zonas. La estructura de la cubierta es a base de cerchas de madera en las que son inclinadas y de hormigón, en las planas resueltas a la andaluza. Las columnas del patio son de mármol de dos colores, gris y rojo de Ereño, y la monumental portada de tipo precolombino, roja al igual que el zócalo exterior. Grandes trozos de cantería con ornamentos indígenas acababan el pabellón. Son de destacar los estucos originales de la fachada, que con tonos grises en su base, se iban haciendo blancos a medida que ascendía. El edificio se articuló en torno a un juego de patios alrededor de los cuales se compuso un conjunto ascendente de volúmenes. La complejidad tanto de la planta como del alzado del edificio, se debía sin duda al estudio que el autor hacía sobre el circuito de las salas expositivas y la posibilidad de ser visto el edificio desde distintas perspectivas, con lo que se enriquecía el proyecto.

El elemento precolombino de la puerta principal, se resuelve con la forma trapezoidal de los vanos para disminuir la longitud del dintel de piedra y el labrado de la misma en sillares isodormos, en lenguaje Art-Decó que el primer proyecto incluía un cóndor tallado en piedra, simbolizando la cordillera andina con otros detalles decorativos que fueron suprimidos

A la izquierda de la portada se colocó una estatua en cobre que representaba a los famosos caudillos mapuches llamados Toqui, que simbolizaban las virtudes del pueblo chileno.

Junto al anfiteatro se encontraba el Casino, con sala de reuniones y los servicios propios de estas instalaciones y junto a éste, las oficinas y dependencias del consulado. Y en la base del torreón el arranque de la escalera de acceso a la planta superior, en la que se inscribe un distribuidor. En las cubiertas se instalaron amplias terrazas a distintas alturas, destinados a fiestas y reuniones y desde la que se tenía acceso al torreón, que era el elemento arquitectónico del pabellón más elevado y en el que se ubicó un mirador.

La torre de planta cuadrada y de 40 metros de altura se coronaba con una cúpula que era sostenida por cuatro soportes anclados en los cuatro vértices de ésta. Sobre la cúpula, un tambor invertido con vanos regulares, se cubría con una superficie  semiesférica que remataba el conjunto, coronándose con una aguja que le proporcionaba esbeltez. . Otros aspectos como el artesonado del salón principal, el arranque de la escalera y distintos ornamentos como frisos y rejas recogen formas de arquitecturas coloniales americanas.

Para dar a conocer el enorme potencial de recursos que el país podía exportar, se montaron en el edificio una serie de salas temáticas con participación tanto pública como privada. Entre ellas destacaban las secciones de fomento, producción industrial, agricultura, comunicaciones,, extracción de recursos naturales, turismo en la que se representaban las maravillas naturales del país, prensa, vinos e industrias alimenticias, salitre y yodo, nitrato de Chile, yodo, productos artesanales, exposición de objetos de acro y cobre, , productos químicos, fundiciones artísticas y muebles de lujo, artes con un total de 170 pinturas y 24 esculturas, cobre, instrucción y bienestar social, caza y pesca, bosques, vías de comunicaciones, geografía e historia, biblioteca, etc.

El pabellón fue inaugurado, aún sin terminar, por SS.MM. los reyes, don Alfonso y doña Victoria Eugenia, el 11 de mayo de 1929, debido a los retrasos en su construcción, siendo recibidos por diversas autoridades y miembros de la delegación chilena. Con el inmenso edificio en sus obras, el 18 de junio, recibió la visita de los periodistas extranjeros acreditados en el Certamen.

Próximo a concluirse las obras en el pabellón, a primeros de agosto, El Correo de Andalucía publicó un artículo en el que analizaba la ausencia de estilo arquitectónico propio. El 8 de octubre se produce la apertura al público de todas sus salas. Es a partir de entonces cuando se organizan diferentes actos. La semana en honor a Chile se celebró entre el 20 y el 25 de octubre de 1929.

A finales de febrero de 1930, el embajador de Chile informaba al Gobierno español del ofrecimiento del edificio del pabellón chileno como muestra del sentimiento de filial cariño hacia España. Conocida la noticia de la donación se produjeron inmediatamente diferentes reacciones sobre cuál debería ser el destino final del edificio, La opinión era la de trasladar a ese recinto la Escuela de Artes y Oficios debido a que las instalaciones donde se encontraban compartían espacios con el Museo Provincial de Pintura. En octubre de 1931 empezaron a impartirse las clases de colorido y composición a cargo del profesor José Rico Cejudo. En julio de 1933 se ordenó el traslado urgente de la Escuela a la Torre Sur de la Exposición y, en el curso 1933.34, ya se empezaron a impartir la mayoría de clases en las dependencias de la Torre Sur.

El pabellón fue durante la Guerra Civil hospital de la Falange y concluida la contienda Cuartel, Juzgado Militar y hospital para los afiliados a la Obra Sindical del 18 de julio. Entre los años 1961 y 1963, se trasladó aquí el Instituto San Isidoro compartiendo espacio con la legación consular hasta el mes de mayo de 2015, cuando fue transferido este espacio al Ayuntamiento hispalense por el gobierno chileno.

El edificio ha sufrido una serie de reformas para adaptarlo a su nuevo uso como centro educativo, si bien las primeras no fueron significativas. No es hasta 1970, cuando a instancias del Ministerio de Educación y Ciencias, se realizaron unas modificaciones en la planta del edificio, llevada a cabo por el arquitecto Aurelio Gómez Millán, a fin de adaptarlo a los distintos usos. Esta reforma consistió en la ampliación del número de aulas, para ello se añadió en la fachada sur, sobre la derecha, un cuerpo más de 17 metros de largo por 8 de ancho sobre el existente que solo contaba con planta baja. A pesar de que el autor en su proyecto, establece que se seguía la misma línea arquitectónica y decorativa del edificio, las diferencias son palpables en la apertura de vanos en la zona intervenida.

A esta reforma le sigue otra, quizás la más importante por la superficie sobre la que se actúa, 1.000 metros cuadrados que se realiza en 1982, renovando ocho zonas de aseos, salas de exposiciones y viviendas inutilizadas, para convertirse en aulas, servicios y museo. Este proyecto fue dirigido por el arquitecto Luis Cano Rodríguez.

Otros proyectos de reparación son los ejecutados en 1987, en 2006 y por último, en 2008. Todos ellos con actuaciones puntuales de mantenimiento y mejora de las condiciones del edificio.


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GRAFFITIS: FLAMENCO

Plaza de la Gavidia, cerramiento de edificio