Fue hasta
finales del siglo XIV la puerta principal de la Catedral, primero como mezquita
y luego como catedral. Es muy habitual que los principales templos y
especialmente las catedrales, tengan algunas de sus puertas bautizadas con el
nombre de Perdón, muy relacionado con la concesión de indulgencia y perdón de
los pecados en determinadas celebraciones, romerías, procesiones o
festividades. El perdón de los pecados permite al fiel entrar al templo
purificado para su encuentro con Dios. En el caso sevillano, la denominación de Puerta del Perdón se usa al menos desde 1407.
Esta entrada al
templo mayor hispalense es posiblemente, uno de los elementos que mejor resume la historia de la ciudad y
la importancia del maravilloso conjunto monumental de su iglesia mayor. Ocho
siglos de historia contados principalmente a través de tres estilos artísticos:
almohade, mudéjar y renacentista. ”la puerta más antigua de la catedral, una
puerta musulmana en un templo cristiano, la puerta del patio de los naranjos,
puertas de bronce almohades para una catedral, la puerta de la mezquita que se
convirtió en catedral o alguno otro título alusivo a la expulsión de los
mercaderes del templo, a las esculturas de Miguel Perrín, a las gradas de la
catedral, a las tres manos de San Pablo o a la cara del gruñón que marca las
horas según el sol.
La Puerta del
Perdón tiene su origen en la etapa final de la ciudad musulmana, de cuando
Sevilla se llamaba Isbilya. La ciudad había tenido su mezquita mayor en lo que
hoy es la iglesia del Salvador, desde el siglo IX hasta mediados del siglo XII.
Cuando la ciudad es conquistada por los almohades en el año 1147, Isbilya se
prepara para vivir su última etapa bajo dominio musulmán, precisamente la de
mayor esplendor. La ciudad se convirtió
en capital de los almohades y serán ellos los que construirán gran parte de la
Sevilla que hoy conocemos.
La antigua
mezquita se mantendría pero levantarán una nueva mezquita aljama (mezquita
principal) de un tamaño muy superior a la anterior. El nuevo edificio seria más
digno para la capital del nuevo imperio. Con ella se construirá el alminar que,
siglos después, se convertiría en la Giralda. Durante esta etapa la ciudad verá ampliar enormemente su muralla, se creará el primer puente sobre el
Guadalquivir y dos edificios que servirán para el control del puerto y su
defensa: la Torre del Oro y el Castillo de Triana.
La nueva
mezquita mayor fue una de las más grandes del Islam y de ella hoy conservamos gran parte del alminar, el Patio de los Naranjos y la puerta de acceso a éste, la Puerta del Perdón.
La Puerta del
Perdón era por tanto la entrada principal de la gran mezquita, la que daba acceso al patio de abluciones
para posteriormente entrar en la enorme sala de oración. Al ser conquistada la
ciudad por los cristianos en 1248, la mezquita pasa a usarse como catedral,
conservando el edificio y modificando solamente su orientación. En lugar de
rezar mirando al sur, los cristianos lo harían mirando hacia el este. Durante
el siglo XV, el edificio almohade se iría destruyendo a la vez que se levantaba
la actual catedral gótica, la mayor de este estilo en el mundo.
La Puerta era el
nexo de unión de la ciudad con la mezquita y el palacio real. Sería el punto donde la Medina se encontraba con la
parte sagrada y palatina de Isbilya. La Mezquita se encontraba junto al Alcázar
dentro de un segundo recinto amurallado, justo en el extremo sur de la ciudad.
Por tanto, la parte civil, estaba separada de la religiosa y de la regia. La
Puerta del Perdón seria ese punto donde la ciudad pública y la privada se
unían. Estaba concebida a modo de torreón cuadrangular, de cierto carácter
militar y defensivo, en cuyo interior, tres arcos de herradura apuntados daban
acceso al patio de abluciones. Las primeras referencias la sitúan en 1196,
siendo mucho más sobria y simple de lo que ahora vemos, debido a las reformas
posteriores.
La portada
original tendría como remate una azotea, con un pretil de merlones de gradas,
de los que aún se conserva uno original y fragmentos de otros dos.
Lo que más
destacaría sin duda, eran las dos hojas batientes de la puerta, conservadas in
situ y que son una verdadera joya. Datan de finales del siglo XIII, tienen una
altura de 7,24 m y cada hoja de la puerta mide de ancho 1,97 m. Están hechas de
madera de cedro y forradas en bronce, con una decoración a base de hexágonos
alargados, que contienen temas florales y letreros en cúfico florido y
octógonos inscritos en estrellas de cuatro punto.
Este diseño
geométrico, según Torres Balbás, está relacionado con las puertas que aparecen
en la Cantiga número 32 de Alfonso X compuestas varias décadas después. En los
hexágonos aparecen textos procedentes de las
suras XV y XXIV del Corán (el poder pertenece a dios. La eternidad es
dios). Gracias a la
última restauración, se sabe que la Puerta estaba policromada, al menos en
parte, usando el rojo para destacar relieves e inscripciones
Otra de las
joyas de la puerta son las aldabas de bronce, cuyos originales se exponen en el
interior de la catedral, en una de las cámaras de subida a la giralda. Las que
vemos en la puerta son copias realizadas en 1982. En las aldabas también
aparecen inscripciones procedentes del Corán, así como en las bandas que rodean
las largueras de ambos batientes, perfilando ambos rectángulos.
Sobre la ya
menciona azotea, ya en época cristiana y en estilo mudéjar, se levantaría una
cámara con cinco ventanas que abren al interior del patio, donde se sabe que
hasta al menos 1486, esta cámara la formaban dos habitaciones que se
alquilaban.
Del siglo XV son
también las yeserías que la decoran, siendo por tanto mudéjares, realizadas ya
en época cristiana. Durante el tiempo que el edificio sirvió como catedral,
antes de la construcción del edificio gótico, la Puerta del Perdón ejercicio
también de fachada principal del templo mayor sevillano, algo que se
prolongaría hasta la conclusión de las obras en el siglo XVI.
Dos grandes
reformas de la Puerta, serán las que le den su aspecto actual. La primera se
realizará en torno a 1520 y la segunda entre 1578 y 1580. La primera reforma la
llevará a cabo Miguel Perrín, autor de las dos portadas de la catedral que dan
al este (Campanillas y Palos). En la Puerta del Perdón, Perrín cristianizará la
portada exterior con un relieve y cuatro esculturas de terracota. El relieve representa la expulsión
de los mercaderes del templo ¿Por qué? Tiene su explicación
En la Puerta del
Perdón se ubican las gradas de la catedral, en la calle Alemanes. En el siglo
XV Y XVI, gradas era el nombre oficial del lugar (concretamente gradas altas y
gradas bajas). En estas gradas, que rodean al edificio y especialmente en las
del lado norte donde se sitúa la puerta, es donde se llevaban a cabo la mayor
parte de contratos y transacciones comerciales en esos tiempos de esplendor
tras el descubrimiento de América. Por ella se pasaban comerciantes de medio mundo y la carrera de Indias tenía, en
ellos, su principal centro de negocios.
Esto no gustaba
al cabildo catedralicio y aún menos cuando las inclemencias del tiempo,
obligaban a todas esas masas humanas a refugiarse en el interior del patio. E
incluso, en el interior del templo. Fueron varias las peticiones del Cabildo a
la corona para que se crease un edifico donde estos pudieran llevar a cabo sus
negocios. Seria Felipe II quién autoriza y manda construir la lonja de los
mercaderes, justo en el lado opuesto de la catedral, en su lado sur. Esta lonja
es desde el siglo XVIII el famoso Archivo de indias.
Hasta la
creación de la antigua lonja, varios fueron los intentos del cabildo de
disuadir y alejar el bullicio de este comercio de las puertas del templo, que
tantas veces impedía o disturbaba las celebraciones religiosas en el interior.
Por eso estas gradas están rodeadas por columnas de granito y cadenas de
hierro, para remarcar el perímetro de la jurisdicción eclesiástica y para
evitar que los animales entraran en el recinto. Serán estas cadenas las que
dividan en esta calle de los Alemanes, lo que se conoce como gradas altas y
gradas bajas
En este contexto,
el escultor Miguel Perrin coloca en la Puerta del Perdón a San Pedro y San Pablo
(consulte la curiosidad “Las Tres Manos”), una anunciación y sobre la entrada,
el ya citado y magnifico relieve con la expulsión de los mercaderes del templo.
El mensaje era dirigido a esa multitud que diariamente se concentraban en las
gradas. Con el relieve querían mostrar
el malestar que producía a los canónigos aquel bullicio.
En torno a 1578
se iniciara una segunda reforma de no menos importancia aunque menos conocida.
En ella se realiza una espadaña, la cual sería campanario del sagrario de la
catedral. La Capilla del Sagrario se situaba en esa época precisamente ahí, en
el lateral izquierdo de la Puerta del Perdón (hoy la iglesia del Sagrario ocupa
todo el lateral oeste del patio de los naranjos, con entrada desde la Avenida
de la Constitución)
En esta
espadaña, la influencia de la Giralda será patente y Asensio de Maeda, maestro
de la Catedral en esa etapa, llevará la serliana, que Hernán Ruiz, el Joven realiza
en el campanario de la Giralda una década antes, al nuevo remate de la Puerta
del Perdón.
En esta etapa
hay que citar también un guardapolvo de madera para resguardar la portada,
fechado en 1579, al que se añadió al año siguiente un tejado de azulejos
blancos y azules. Como indica Amador de los Ríos, estos añadidos desaparecieron
en 1838, debido al estado de ruina, siendo sustituido por un relieve con la Giralda
y las dos jarras de azucenas, símbolo del cabildo catedralicio.
El canónigo
Francisco Pacheco diseñador de los principales programas iconográficos de la Catedral
en la segunda mitad del siglo XVI, añadiría
a la puerta una inscripción latina que rodearía el relieve de la
“Expulsión de los Mercaderes”, y también unas esculturas de las virtudes de la Victoria, Vigor, Celo y Fortaleza. Tanto la inscripción como las virtudes al
igual que las yeserías que ocupaban toda esa parte superior de la puerta desaparecieron,
pero podemos apreciar cómo eran en algunos grabados utilizados antes de la
desaparición. Ni que decir tiene, que toda la parte de muro visible de la
fachada, construida en ladrillo, llevó antiguamente un enlucido y encima
sillares pintados, algo muy habitual en muchas fachadas de edificios antes de
que se impusiera la moda del encalado.
La cara interior
de la Puerta del Perdón, la que da al Patio de los Naranjos, aparecen lo que fueron dos habitaciones en alquiler
hasta finales del siglo XV y sus cinco vanos. Por otro lado, y siendo el
elemento que más llama la atención, por encontrarse coronando la construcción, podemos ver un
rostro grotesco, conocido popularmente como el gruñón y que forma parte del
reloj solar que se encuentra justo debajo.
Este es uno de los siete relojes de sol con los que
cuenta la Catedral, seis verticales, más o menos visibles y uno horizontal, en
las cubiertas del templo y visible solo subiendo a las mismas.
Llama la
atención el tejaroz de madera, a modo de guardapolvo protector del arco de
entrada. Es similar al que tendría la Puerta en su fachada opuesta, la que da a
la calle. Este se colocó ya en el siglo XX recuperando así el aspecto que la
Puerta tendría en el siglo XVI.