Está dedicada a San Isidoro, advocación de la Iglesia ubicada en la misma calle, a la que da el muro de la Epístola de la misma.
Durante siglos se la identifica por los puntos que comunica: Francos y
la parroquia de su nombre. Según Arana Varflora, se denominó del
Licenciado Diego Hernández, sin aportar más datos. A mediados del siglo XVIII ya se la conoce como San Isidoro, aunque se distingue la parte
inmediata a la iglesia, a la que se califica de plaza o plazuela, la
cual, en el plano de Arjona (1832), es llamada de las Campanas, por
encontrarse en ella el campanario y diferenciarla de la otra plaza del
mismo nombre.
En 1845 quedaron los dos tramos unificados en una sola
calle. Posee dos tramos claramente diferenciados, que coinciden con esa
distinción que se hacía antiguamente, separados por la confluencia de
Manuel Rojas Marcos, por la derecha, y de Luchana, por la izquierda. El
primero, con pendiente ascendente, es bastante recto, pero presenta gran
irregularidad en las líneas de fachadas, con varios entrantes y
salientes. En parte esto es producto de operaciones de alineación que se
inician en la segunda mitad del pasado siglo y llegan hasta los años
cuarenta del actual, ya que era y es una calle relativamente estrecha;
en documentos de los siglos XVII y XVIII se la conoce como calleja. El
segundo, con pendiente descendente, posee forma de embudo: comienza
ancho, dando origen a una especie de plazoleta ante la iglesia, pero va
disminuyendo paulatinamente y termina en un tramo recto y estrecho.
En 1514 se enladrilla, y durante la primera mitad del siglo XVI hay
reiteradas peticiones y acuerdos de empedrado. Este sistema se mantiene
hasta el siglo XIX; en 1855 los vecinos solicitan que sea embaldosada,
comprando ellos las losas. En la década de 1910 se adoquinó, y el
pavimento actual es de cemento en ambos extremos, que son peatonales;
el resto está adoquinado. Éste, en el primer tramo ,corresponde
probablemente al de 1910, y se encuentra totalmente desnivelado,
mientras que el del segundo pertenece a una renovación posterior; se
trata de piezas más pequeñas.
También en este tramo existen aceras de
losetas, que se unen al final de la calle, impidiendo el paso de
vehículos, a lo que contribuye un marmolillo de fundición en el extremo.
En el resto no existen aceras, y sólo cuenta con guardaejes. La
iluminación se efectúa por medio de farolas sobre brazos de fundición
adosados a las fachadas, y sobre pies delante de la iglesia, ante la que
hay varios naranjos en alcorques.
González de León (1839) sólo destaca
de esta calle sus hermosas y cómodas casas. Aunque algunas han sido
derribadas recientemente, como la que forma un entrante al final del
primer tramo, se conservan varias de los siglos XVII y XVIII, unas más
monumentales y otras pertenecientes a sectores sociales medios (como la
que posee un azulejo que fecha su realización en 1794) que han sido
rehabilitadas y reformadas. Esta proliferación de casas notables se debe
a que fue una calle habitada por numerosos miembros de la nobleza y del
gran comercio, una de ellas fue construida en el siglo XVIII por el
marqués de Premio Real.
La mayor parte del caserío posee dos o tres
plantas y algunas rematan en magníficos miradores. En el segundo tramo
todas las casas son de reciente construcción. En los bajos de una de
ellas estuvo instalada provisionalmente, en los últimos años, la
parroquia de San Isidoro, mientras se restauraba el edificio, que es de
estilo gótico; a esta calle da la torre fachada, en la que destacan sus
azulejos.
A
la importancia de la calle contribuyó el que fuese lugar de paso. En un
documento de 1611 se dice que era una de las "más pasajeras". Desde el
siglo XIX hubo problema con el trafico de carruajes; intentan los vecinos,
en algunos momentos que se instale un marmolillo para evitar dicho
tráfico, aunque no siempre lo consiguen, como en la actualidad, en que
los coches entran a uno u otro tramo, pero ninguno posee salida de
vehículos. Predomina la función residencial, pero hay varios almacenes
en los bajos y diversas oficinas, así como una academia de enseñanza. En
una casa que se levantaba junto a la iglesia vivió el insigne médico
Juan Muñoz de Peralta, y en ella se reunían, a fines del siglo XVII, una
serie de médicos que fundaron la Regia Sociedad de Medicina y otras
Ciencias de Sevilla, como recuerda una lápida. En la esquina con Francos
se conserva un anuncio de estilo "art decó", de una tienda de artículos
ortopédicos
San Isidoro, 3. Casa de dos plantas y
mirador en uno de los extremos de la fachada, con doble arcada sobre
columnas. La portada, de piedra, se desarrolla en dos cuerpos; el
inferior con pilastras toscanas de fustes acanalados y entablamento con
friso de triglifos y metopas rematado por un frontón partido, que da
paso al balcón, rematado, también, con frontón partido, con un antepecho
de hierro forjado.
San Isidoro, 4-4 dpdo. Casa de dos plantas y ático, con balcones separados por pilastras.
San Isidoro, 8.
Portada con escudo de armas sobre el dintel. El acceso a la casa es un
largo pasadizo al final del cual se encuentra la vivienda, en la que se
conserva un arco almohade.
San Isidoro, 11. Casa de dos plantas, que perteneció a los marqueses de Premio Real y
construida en el siglo XVIII. La portada se compone de pilastras
toscanas con fustes acanalados, sobre pedestales, que sostienen un
entablamento con friso de triglifos y metopas; unos pináculos flanquean
el balcón, rematado por frontón triangular, a cuyos lados se encuentran
las armas de la casa.
San Isidoro, 12.
Casa del siglo XVIII, de dos plantas, la segunda avitolada, y ático con
pilastras pareadas avitoladas en los extremos. La portada va resaltada
sobre medias pilastras toscanas y una gran cornisa sobre la que va el
balcón. La fachada remata en un mirador de silla, decorado con pilastras
toscanas y pinjantes.
San Isidoro, 18.
Casa de tres plantas, que, según reza un azulejo en la fachada, se
remató en 1794. En esta fachada, enmarcada por pilastras, destaca el
balcón central con jambas decoradas con molduras quebradas y rematado
por un frontón triangular.
San Isidoro, 19.
Casa de dos plantas, que recientemente ha sufrido reformas que han
alterado su fachada primitiva. En el interior destaca el patio de
columnas corintias y arcos semicirculares con enjutas decoradas con
cartabones. En el patinillo se conserva una fuente de pared, compuesta
por una hornacina, flanqueada por pilastras toscanas, y rematada por un
frontón triangular.
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