Un edificio de siete plantas
junto a cantidad de edificios regionalistas en el Parque de María Luisa. Un
edificio que lo único que tenía de diseño 
sevillano eran sus rejas de la planta baja. Y algo aún más sorprendente,
por el que el edificio Eritaña no levantó las iras de los sevillanos y casi
diez años más después la modernidad del Edificio  Cabo Persianas hizo levantar en cólera a la
ciudadanía sevillana pidiéndose incluso su derribo al Ayuntamiento por haber
permitido semejante construcción en Sevilla, salvándose probablemente gracias a
la intervención de Juan Talavera y Heredia. Sera como fuere el Hotel Eritaña no
levantó ninguna ampolla e incluso podemos observar en la prensa de la época
como fue calificado de éxito. 
La esquina suavemente redondeadas
de su chaflán  abierto hacia el cruce de
avenida Eritaña con Borbolla no era algo nuevo en la producción de Lupiáñez, ya
que podemos verlo en el Mercado de la Puerta de la Carne de 1928 y con
posterioridad en el citado “Cabo Persianas”.
Este esquema de líneas rectas
combinadas con curvas denotan una fuerte influencia de las tendencias expresionistas
europeas en sus inicios.  Sin embargo, en
el Hotel Eritaña también podemos afirmar que se observa cierto clasicismo en su
planta baja, su galería de arcos  de medio
punto, la utilización de rejas sevillanas combinadas con otras de estilo
“decó”.
Su fachada limpia, sin ornamento,
más que pilastras y bandas que dan juego a la fachada, dividiendo en un cuerpo
central apilastrado y dos laterales en su ancho y una banda que recorre todo el
edificio separando la última planta del resto, dando sensación de ático cuando
tan solo corresponde a su juego óptico porque sin estas bandas, la fachada
sería una repetición continua de ventanas rectangulares. Esto que un principio
no puede parecer importante sirve al arquitecto para romper con la monotonía de
esta repetición en su diseño.
Sobre el Hotel, no se llegó a
inaugurarse. Según los planes que manejaba la organización el Eritaña estaría
pòr encima del América Palace, a la altura del Cristina y por debajo del
Alfonso XIII. Contaría con 168 habitaciones de primera y 270 de segunda
categoría. El Hotel Eritaña Palace no recibió ninguna subvención municipal. Su
nombre se debe a que se asentaba sobre terrenos de la pintoresca venta Eritaña,
de la que ya no queda nada. No fue el único Hotel construido por Lupiáñez,
también construyó junto a Aurelio Gómez Millán una hospedería en la calle
Azofaito, que aun se conserva.
El Hotel estaba pensado para reconvertirse en edificio de viviendas pasada la Exposición Iberoamericana. En una entrevista que se realiza para la revista Estampa en 1933 habla uno de los directores de los hoteles que quedaran tras la Exposición. Cuenta que los Jardines del Eritaña son “tendederos de ropa” además de ser refugio de indigentes y estaba prácticamente destruido su interior, robaron las tuberías, los grifos y hasta los baños, lo que al Estado “le costó 500 pesetas lo vendían a 11 pesetas” añade. En 1933 pensando en que su gestión fuera más acertada se cedió a la Guardia Civil pasando a denominarse “Cuartel Eritaña”.


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