jueves, 21 de diciembre de 2023

EDIFICIOS: EDIFICIO ALMACENES DEL REY




Un edificio que pasa bastante desapercibido a ojos del viandante, tanto foráneo como local, es el antiguo Almacén de Maderas del Rey, también denominado Almacenes de maderas del Segura, entre las actuales calles Arjona y Segura, muy cerca de Reyes Católicos y el Puente de Triana. 

El nombre se debe a la función original del edificio, ya que se construyó con la finalidad de almacenar las maderas de la Sierra del Segura, que descendían por el Guadalquivir hasta Sevilla, de ahí su proximidad al río y al antiguo puerto.

El edificio actual es fruto de la reforma y ampliación a mediados del siglo XX. Originalmente tenía solo una planta. Se construyó en 1735 y, en el plano de Sevilla de Pablo de Olavide de 1771 se tiene la fuente documental más antigua. En él, el almacén de maderas aparece como uno de los edificios destacados de la ciudad extramuros.

Con sus 1.200 metros cuadrados, fue declarado Bien de Interés Cultural en la categoría de Monumento el día 29 de junio de 1985, junto con la Plaza de Toros y el Mercado del Arenal.

Sevilla llega al siglo XVIII muy resentida aún  por el azote de la peste de 1649 que hizo que la ciudad perdiera aproximadamente la mitad de la población. A esto se une el problema que encontraban las principales embarcaciones de la Flota de Indias, cada vez de mayor tamaño, peso y calado, en las poco profundas aguas del Guadalquivir. Cádiz empieza a ganar la batalla en su lucha por convertirse en puerto principal de la empresa americana ya desde finales del siglo XVII, cuando las principales naves salían del puerto atlántico. Las que lo hacían desde Sevilla, tenían que salir a media carga y completar ésta ya en mar abierto, una vez salvada la llamada barra de Sanlúcar, algo que complicaba y encarecía cada vez más el transporte por el Guadalquivir. En 1680 fue fijada en Cádiz la cabecera de las flotas de Indias y el 12 de mayo de 1717, fue firmado el Real Decreto que traspasaba a Cádiz los Tribunales de la Casa de la Contratación y dl Consulado Marítimo.

Cádiz finalmente se hacía con el mando quedando Sevilla en un segundo plano con el traslado de la actividad principal al mar, lo que supuso la entrada de la ciudad en un período de crisis económica del que no llegará a recuperarse del todo hasta el siglo XX.

Felipe V y su estancia en la ciudad durante el Lustro Real, buscará entre otras cosas, aliviar la crisis hispalense, tomando algunas medidas que ayudaran a reflotar la economía local, resentida por la gran epidemia como por la pérdida del control del comercio con América.

Entre estas medidas, la ciudad verá como se traslada la antigua fábrica de tabacos, situada hasta ese momento en casas ubicadas en lo que hoy es la Plaza de San Pedro a una nueva sede, la Real Fábrica de Tabacos (actual Rectorado de la Universidad). En esa época aún extramuros de la ciudad, la antigua fábrica de artillería cobrará un gran impulso, convirtiéndose en la Real Fábrica de Artillería, donde se acometerán obras de reforma y ampliación tanto con Felipe V como con Carlos III.

La Fábrica de Maderas del Rey vino a completar ese impulso industrial con el que la Corona quiere subsanar, en lo posible, la dañada economía de Sevilla. Se situaría extramuros, a las afueras de la Puerta de Triana, junto al río, que es por donde llegaría la madera y justo antes del Puente de Barcas. Ahí los troncos de los pinares de la Sierra del Segura se recogían de lagua con unas pértigas para, desee el almacén, distribuirlos a las Atarazanas, para la construcción y reparación de embarcaciones  y a las grandes obras que se acometían en las citadas Reales Fábricas de Artillería y de Tabacos.

Las Sierras de Cazorla y Segura llevaban ya siglos abasteciendo de madera parte de Andalucía, encontrándose algunas noticias y referencias desde época romana, califal y bajomedieval, siendo más abundantes durante los siglos XVI y XVIII y adquiriendo su momento de mayor esplendor a lo largo del XVIII.

La madera de la Sierra de Segura no abasteció a Sevilla. Entre 1733 y 1836, los Montes de Segura mantuvieron un régimen jurídico especial a raíz del establecimiento del Negociado de Maderas, dependiente del Ministerio de Hacienda: la Provincia Marítima de Segura.

A partir de 1748, con la explotación y administración por parte de la Marina de un espacio, cuya superficie arbolada se extendía en el siglo XVIII desde la parte oriental del antiguo Reino de Jaén, hasta a el Reino de Murcia. La Sierra de Segura surtió de madera a obras de carácter civil y naval, se edificaron y se repararon conventos, iglesias y catedrales, como las de Córdoba y Jaén. Los arsenales de la Carraca, Cartagena e incluso de forma puntual los de Ferrol, se abastecieron de esta madera durante el siglo XVIII. La madera descendía por el Segura hasta el Mediterráneo o por el Guadalquivir, llegando a Córdoba o Sevilla

En la actualidad, el edificio consta de tres plantas. La baja, dedicada a locales comerciales y servicios y dos plantas de viviendas. El edificio original lo formaba solo la planta baja, coronada por unos cuerpos aislados rematados por tímpanos de doble curvatura similares a las espadañas, excepto en las esquinas, donde se remataba por cuatro pequeñas torres de vigilancia o garitos. Estas garitas de los ángulos están rematadas por cúpulas esféricas y tímpanos triangulares. De la cubierta sobresalen gárgolas en forma de cañón para el desagüe de la misma. Todo ello proporciona un aspecto representativo de la arquitectura industrial del barroco sevillano tardío, a la vez que un cierto aire colonial.

El Almacén de Maderas del Rey estuvo en funcionamiento como tal hasta mediados del siglo XIX. A la construcción del Puente de Isabel II y con ello la desaparición del Puente de Barcas, que hacía de final del camino a las maderas, se le unió la llegada del ferrocarril pocos años después, algo que trajo consigo un cambio en el transporte de la madera que a partir de ese momento llegaría en tren.

El edificio llegó a estar en estado de abandono pero al urbanizarse la zona, el edificio perdió solamente su cara al adosarse un nuevo edificio a la vieja construcción, conservándose el resto, decidiéndose realizar un proyecto para cambiar su uso y mantenerlo en pie.

Alberto Balbotín será quien realice la ampliación en 1958, dotando al edificio original de dos plantas superiores dedicadas a viviendas. El patio central se cubriría albergando la estación de autobuses de la empresa Damas S.A. hasta la construcción de la estación de la Plaza de Armas actual. En torno a dicho patio, se organizaba el acceso a la crujía de viviendas mediante una galería perimetral.

Desde la gran anchura del muro de la construcción original, las fachadas de la nueva parte construida se retranquean con respecto a la de la planta baja, haciendo resaltar los citados salientes de espadañas   y garitas antes citado, algo que resalta aún más por hacer las esquinas cóncavas en la parte nueva de la construcción. Esto sirvió también para que se aprecie la diferencia entre el edificio original del siglo XVIII y el añadido posterior del siglo XX. Aunque ahora el edificio pintado de color blanco, estuvo pintado anteriormente a semejanza de la arquitectura industrial urbana del barroco sevillano, con los paramentos lisos en color blanco y los elementos salientes en albero.

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