Fue creada por Pedro Enríquez, que compró y derribó varias casas frente a su palacio.
Primera estación. Un azulejo con esa inscripción señala, en uno de los muros de la Casa de Pilatos, el comienzo de un vía crucis que acaba en el templete de la Cruz del Campo. Esa cerámica, al igual que el imponente palacio que evoca al personaje bíblico, se encuentra en la Plaza de Pilatos. Un bello nexo entre las calles San Esteban y Águilas que tiene a un pintor como protagonista. Una estatua de Francisco de Zurbarán sobre un pedestal pétreo y rodeada de setos preside la plaza. Frente a ella, el lugar que da nombre y popularidad a este punto de Sevilla: la Casa de Pilatos. Un fantástico palacio que hasta finales del siglo XV no disfrutó de esta plaza como vestíbulo público. Pedro Enríquez, Adelantado Mayor de Andalucía, compró junto a su mujer Catalina de Ribera varias casas y las derribó creando este espacio que se llamó en un primer momento Plaza del Adelantado.
Años más tarde, a su hijo Fadrique le concedieron el título de Marqués de Tarifa y pasó a llamarse Plaza del Marqués de Tarifa. Curiosamente, tras volver Fadrique de un viaje de Jerusalén, impulsó un vía crucis desde su palacio al templete. La distancia que separa ambos puntos es similar a la existente entre el Palacio de Poncio Pilatos y el Gólgota. Por ello, el palacio es conocido como Casa de Pilatos. La plaza, por su parte, se llamaría Plaza del Duque de Alcalá en honor a Per Afán de Ribera, morador del palacio y descendiente del Adelantado Mayor.
La presencia del palacio, ahora en manos de la Casa de Medinaceli, atrae hasta la plaza a miles de turistas. Aunque el primer viernes de cada marzo el público se multiplica por el Vía Crucis que organiza la Pía Unión. Una tradición por el interior del palacio que recuerda la historia de un lugar ya vinculado por siempre al quinto prefecto de la provincia romana de Judea entre los años 26 y 36: Poncio Pilatos.
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