jueves, 20 de marzo de 2025

ANTIGÜEDAD COMERCIAL: BARES ANTIGUOS

BAR LAS ESCOBAS 1386

BAR LA AURORA 1913


 Lista de algunos de los bares más antiguos de la capital hispalense:

1.-Bar La Aurora (1913), calle Pérez Galdós número 9, bajo
2.-Bodegas Díaz-Salazar (1908), calle García de Vinuesa número 20
3.-Casa Cuesta (1880), calle Castilla número1
4.-Las Teresas (1870), calle Santa Teresa número 2
5.-Casa Morales (1850), calle García de Vinuesa número 11


CASA VIZCAÍNO 1935

LOS CLAVELES 1841


6.-Los Claveles (1841), calle Capataz Manuel Santiago número 1
7.-El Rinconcillo (1670), calle Gerona número 40
8.-Las Escobas (1386), calle Álvarez Quintero número 62
9.-Casa Manolo (1935), calle Don Fadrique número 7 y 9
10.-Bar Europa (1922), calle Siete Revueltas número 35
11.-Casa Vizcaíno (1935) calle Feria número 27
12.-Bodega Casa Mateo (1918), calle Palacio Malaver número 33
13.-La Flor de Toranzo (1929), calle Jimios número 1
14.-Blanco Cerrillo (1926), calle José de Velilla número 1
15.-Casa Palacios (1926), calle Progreso número 7


QUITAPESARES 1915

CASA MORALES 1850


16.-Bar Jota (1936), calle Luis Montoto número 52
17.-Restaurante El Cairo (1977), calle Reyes Católicos número 13
18.-Quitapesares (1915), calle Padre Jerónimo de Córdoba número 3
19.-Patio San Eloy (1972), calle San Eloy número 9
20.-Taberna Entrecárceles (1894), calle Faisanes número 1


Puede consultar la etiqueta "BARES" de este blog para obtener información detallada de cada uno de estos bares hispalenses.

martes, 18 de marzo de 2025

ANTIGÜEDAD COMERCIAL: ALMACENES PÉREZ CUADRADO

 



Los almacenes Pérez Cuadrado, uno de los comercios más emblemáticos de Sevilla que sigue en pie.

Esta tienda de ropa interior lleva abierta 80 años en el centro de la capital.

En el número 13 de la calle José Gestoso de Sevilla se encuentran uno de los comercios más emblemáticos de la ciudad: los almacenes Pérez Cuadrado, una tienda de ropa interior de buena calidad que cuenta con una amplia variedad de tallas y con prendas para todas las edades. Además de esto también venden productos de perfumería y hogar.

Estos almacenes están ubicados en el interior de una antigua casa del siglo XVIII y su tienda discurre alrededor de un patio central, conservando las estanterías de madera originales desde su apertura en el año 1944. El negocio fue fundado por los hermanos Luis y Rafael Pérez Cuadrado, así como por Francisco Ledesma Prieto.

En el año 1970, tras fallecer Luis y no tener descendencia ninguno de los otros fundadores, su hijo, Rafael Pérez Castrillo se puso al frente del negocio, siendo la hija de este (Ángela Pérez) quien lo herede.

El 2 de enero de 1944, tres socios, Francisco Ledesma, Luis Pérez Cuadrado y Rafael Pérez Cuadrado abrieron un almacén de paquetería en la planta baja de una casa del siglo XVIII de la calle José Gestoso.

En este primer negocio se vendían lanas, papel, bootnes, hilos, etc.y aunque no contaban con ningún tipo de escaparate puesto que la tienda se oculta tras el zaguán de la casa en la que está, el establecimiento se llenaba y se hizo popular gracias al boca a boca.

Los buenos precios, la calidad de sus productos y la relación cercana con sus vendedores, que llevan trabajando años en esta tienda, hacen que este negocio emblemático de Sevilla siga en pie en los tiempos actuales.

En los almacenes Pérez Cuadrado trabajan desde sus inicios con marcas tradicionales de ropa interior y perfumería como Instituto Español o Abanderados.

Durante la época de la Navidad es habitual ver a muchos de sus clientes y clientas haciendo cola a sus puertas para comprar algún regalo. Sin duda este comercio sevillano ha logrado sobrevivir a pesar de no tener puertas a la calle y solo conocerse, tradicionalmente, por los sevillanos y sevillanas que han comprado en él.

lunes, 17 de marzo de 2025

ANTIGÜEDAD COMERCIAL: CUADROS VENECIA

 

Cuadros Venecia (segundo siglo)

Tradición. Fundada en 1913 por Emilia Ávila Cereceto, la tienda que sobrevivió a dos guerras mundiales y a una guerra civil lucha contra los presagios de la película de Visconti.

Es uno de los milagros de Sevilla. En una de las calles más estrechas de la ciudad, la calle Lagar, cuando aprieta la lluvia apenas cabe un paraguas de lado a lado, se adentra uno en un amplísimo taller veneciano. Ignacio Mena García, el marido de Emilia, el cuñado de Teresa, las hermanas Moscoso Ávila, hijas de la fundadora, doña Emilia Ávila Cereceto, este nieto político nunca estuvo en Venecia y nunca salió de allí.

Otro milagro es que, cruzado el rubicón del año 13, la tienda Venecia, deudora de la luna de miel de la pionera que la fundó, este local inicia la aventura de su segundo siglo. "Estamos muy cansados", dice Ignacio. "Esta tienda ha sobrevivido a dos guerras mundiales, a una guerra civil, a los años del hambre, a las crisis del petróleo, pero lo de ahora es como que te caiga una bomba atómica. Una crisis que a quien cruje de verdad es a los del medio; los grandes se aprovechan de ella; los chicos no pueden".

Presagio de Muerte en Venecia, la historia de Thomas Mann que llevó al cine Visconti. Esa estética en la que lucían Dirk Bogarde y Silvana Mangano está presente en este local, los únicos que doran con oro de 23 quilates y que introdujeron las molduras de maderas naturales.

Equidistante entre las setas y la Giralda, paralela a la calle Acetres en la que nació Cernuda, esta Venecia evocada vive estos días el trasiego de encargos propios de la festividad de los Reyes Magos. Le acompaña el símbolo más apetecible. A un lado, en la Abacería del Sur, roscos de reyes de la Confitería Rufino, de Aracena; al otro, roscos de La Colchona, marca señera de Estepa, donde el mantecado acabó con el paro como le consta al New York Times. Los roscos de Reyes son marcos del paladar, molduras frutales con la sorpresa dentro.

La abuela de Emilia y de Tere vivió en la casa que actualmente ocupa la tienda Los Reyes Magos. "Era bombonería y tintorería. Vino un cubano y vendió la casa". Venecia, cien años vistiendo el arte, se lee en los dos locales de Cuna y de la calle Lagar. La clientela es de lo más variopinta.

José Castro es un pintor que es como de la casa y se pone a retocar un cuadro de temática taurina antes de ser enmarcado. Juan Miguel González es catedrático de Historia del Arte y coleccionista de grabados antiguos. Le regala a su amigo Ignacio la visión de su primera llegada a Venecia, la plaza, las palomas, las góndolas, la cúpula de San Marcos, "aquello parecía Cifesa".

Un siglo trabajando para los mejores pintores de Sevilla y de España entera. "Aquí ha venido una nieta o bisnieta de Sorolla porque el pintor siempre prefería marcos de los sitios donde trabajaba". Uno imagina a García Ramos, Bacarisas o a Hohenleiter llegando con sus lienzos. "Muchos cuadros antiguos tienen todavía el sello de la tienda". Entre los clientes, Joaquín Sáenz, Carmen Laffón, Pepe Barragán, Manuel Salinas, Miki Leal, Abraham Lacalle o Luis Gordillo, que propicia una curiosa historia.

Advierten a Ignacio de la llegada de un cliente muy especial. Juan Candau tiene 32 años, es sevillano y trabaja como recuperador de futbolistas en el CSKA de Moscú. Eligió la diáspora rusa después de hacer un trabajo similar en el Betis con Víctor Fernández y Antonio Tapia en el banquillo. No viene solo. Le acompaña Belén, también sevillana, a punto de dar a luz al primer fruto de la pareja, Alejandra, que nacerá en Sevilla antes de familiarizarse con el frío moscovita.

Candau tenía una camiseta con la imagen de Rafael Gordillo, uno de sus ídolos balompédicos, pero llega a Venecia -en la ciudad homónima está enterrado Helenio Herrera- con un cuadro de Luis Gordillo, pintor emparentado con su familia. "El galerista Rafael Ortiz y yo creamos un tipo de moldura especial para unos cuadros de Luis Gordillo a la que ahora le llaman la caja americana", le dice Ignacio Mena, que se pierde en la taiga de los futbolistas rusos, de este equipo que fue apeado de la Liga de Campeones en el mismo grupo del Bayern Múnich y el Manchester City. Con Guardiola y Pellegrini.

Los Reyes van camino de Belén y esta Belén busca el sendero de los Reyes Magos con el mejor regalo, una vida pletórica en sus entrañas. Vida en Venecia, invirtiendo los términos de la película asociada con la música de Gustav Mahler. El catedrático sigue dentro del taller eligiendo sus grabados; el pintor ha concluido sus retoques y vuelve a la calle. Cuna vive una efervescencia comercial que parecía olvidada.

Cuadros. Serigrafías. Óleos. Cristales. Láminas. Litografías. Inventario de quehaceres de la tienda que fundó doña Emilia. Del 13 al 14 más cien años de avatares. Emilia Ávila tiene cinco hijos; su hermana Teresa, dos. Ninguno aspira a coger el timón. "Nos mantienen los doce empleados, que son como de la familia", dice Ignacio. Entre roscos de Aracena y Estepa, placeres de serranía, Venecia sigue viviendo la historia del arte en la calle más estrecha, en el taller más amplio.

ANTIGÜEDAD COMERCIAL: CONFITERÍA LA CAMPANA













 

Confitería La Campana, una de las más antiguas (1885)

Como el huevo y la gallina, en la ciudad no se entiende la una sin la otra y hablar de la plaza de la Campana es imaginarse comiendo una torrija en esta emblemática pastelería mientras se espera la llegada de la primera cruz de guía de la Semana Santa. 

No es de extrañar que el sevillano suela relacionar la plaza con la confitería casi sin dudarlo. Esta última lleva en la misma esquina 140 años, habiendo coexistido con Alfonso XII, Alfonso XIII, la II República, la dictadura de Franco y todo lo que va de democracia. Ahora, la centenaria confitería se adapta a los tiempos modernos y acaba de inaugurar un nuevo obrador en Santiponce.

La confitería La Campana es una pequeña empresa familiar que rezuma historia y un cierto halo de romanticismo. Antonio Hernández Merino, un roteño que vivió en Filipinas cuando todavía era colonia española, fundó la confitería en 1885. Por aquel entonces ya estaba casado con Margarita Nalda Gil, hija de un médico militar de la que se enamoró perdidamente durante su estancia en Filipinas. Fruto de ese matrimonio nacieron ocho hijos de los que dos quisieron continuar con el negocio de su padre.

Entre los incontables establecimientos hosteleros de Sevilla que desempeñan un papel protagonista en la historia de la ciudad por sus incansables servicios a la población, una serie de nombres propios destacan por encima de los demás por haberse convertido en iconos inconfundibles por sí solos.

Este es el caso de la Confitería La Campana, ubicada en el centro histórico junto a la Plaza del Duque. Desde 1885, hace ya la friolera de 140 años, los dulces de La Campana han conquistado los paladares de sevillanos y turistas por igual, con un amplio abanico de opciones que siguen la tradición confitera de la capital hispalense, que ya de serie es una de las ciudades más importantes del panorama gastronómico internacional por su oferta culinaria infinita, e incluso acoge en la actualidad elementos procedentes de todos los rincones del mundo en sus calles.

En definitiva, es complicado entender la herencia confitera sevillana sin pensar de manera instantánea en La Campana, que para muchos es la pastelería, cafetería y confitería más importante de toda Sevilla, no solo por su impecable decoración tradicional y la calidad de sus servicios, sino también por su ubicación envidiable en el centro neurálgico de la ciudad, más concretamente en una de las zonas con más ambiente de todo el territorio, cerca de la Facultad de Bellas Artes y al final de la legendaria calle Sierpes.

Ahora bien, no muchos conocen los orígenes de este local y su nombre. Por ello, trataremos de homenajear como es debido a este auténtico símbolo culinario de nuestra ciudad, que sin duda desempeña un papel crucial en la identidad de la misma.

¿Por qué se llama Confitería La Campana? El famoso nombre de este local se origina en el mencionado año de 1885, con la fundación del mismo de la mano del maestro pastelero Antonio Hernández Merino. Por aquel entonces, un parque de bomberos se ubicaba en este mismo emplazamiento antes que la confitería, y dentro de este, sonaba una campana en determinados puntos del día. Tras oír esta campana en incontables ocasiones, Hernández se vio inspirado por su sonido para ponerle nombre a su establecimiento pastelero.

Poco sabía este prodigioso confitero que más de un siglo después, su invención seguiría, manteniéndose de manera inmortal, en el imaginario colectivo sevillano.

domingo, 16 de marzo de 2025

ANTIGÜEDAD COMERCIAL: EL CRONÓMETRO



El Cronómetro, 120 años marcando el tiempo. El Cronómetro es sinónimo de tradición, cultura y el más selecto estilo

Teofrasto, filósofo y botánico griego, dijo que "el tiempo es la cosa más valiosa que una persona puede gastar". Se reflexiona a diario sobre el tiempo, una magnitud física que siempre ha estado ahí pero que, a veces, parece no ser suficiente. Por ello, la familia Sanchís lleva 120 años regalando a sus clientes la medida justa, la hora y el minutero exacto para no perder ni un solo segundo.

En 1901 comenzó su andadura, unos comienzos asentados en una pequeña relojería que hoy día se ha convertido en una empresa sólida, firme y de vanguardia. Nada más y nada menos que seis son las generaciones que han permitido a las personas medir algo tan abstracto como el tiempo.

La capital hispalense se da cuenta de que no está anclada en el pasado y que la vida prosigue gracias a El Cronómetro, uno de los establecimientos más tradicionales de Sevilla. Situado en la majestuosa calle Sierpes, una de las arterias principales de la ciudad, El Cronómetro enamora por su esplendorosa fachada, una fachada que esconde en su interior una gran colección de piezas antiguas y únicas, prueba irrefutable de que se trata de un lugar mágico, con una esencia e historia que se remonta a principios del siglo XX. Si recorremos trazos históricas, El Cronómetro ha vivido tres guerras y algunas pandemias, momentos históricos que ha sobrellevado con el tesón de la gente y sus épocas, aprendiendo con cada una de ellas.

Muchos entendidos dicen que hay que ir más allá de nuestra propia existencia. Por ello, de generación en generación se ha ido transmitiendo la esencia de este negocio para conservar lo necesario, eso sí, siempre asimilando con rigor los vaivenes de la vida para avanzar en cada momento. De los relojes de bolsillo y pared a los de pulsera, cambios y más cambios llevados con tal naturalidad que han hecho de El Cronómetro el distribuidor oficial más famoso de Sevilla y Andalucía, prueba de ello son las mejores y más reconocidas marcas que se exhiben en sus ventanales. En definitiva, la clave de éxito es ir más allá de un simple negocio, se trata de una esencia familiar, de trabajar con pasión y estilo para ofrecer a las personas la posibilidad de ser los protagonistas de su propia historia.

El Cronómetro se basa en el ahora, en vivir el día a día sin perder algo tan efímero como el pasar de las horas. Para ello, no se trata de un simple establecimiento emblemático de Sevilla, es un lugar que va más allá, un lugar que siempre busca estar a la vanguardia de la innovación y la más novedosa tecnología, tratando de ofrecer los mejores productos y servicios a sus más selectos y distinguidos clientes.

En esa incesante búsqueda de perfección, El cronómetro confeccionó el denominado Duo-Boutique, un concepto que nace de la necesidad de brindar a los clientes una amplia gama de productos junto con las experiencias más exclusivas para sumergirles en ambientes asombrosos que seducen al franquear la escena. El tic tac de la elegancia lo definen marcas como Jaeger-La Coultre y Panerai, alta relojería que da la bienvenida a este nuevo concepto de boutique pionero en España y que ha sido diseñado al detalle presentando una imagen contemporánea donde se combina la tradición, la elegancia y la innovación.

Las palabras no bastan y las miradas deben observar las esferas que adornan Sierpes. Tan sólo un segundo de su tiempo será necesario para deleitarse con las vitrinas repletas de relojes de firmas muy conocidas como Patek Philippe, Rolex, IWC, Breitling y los mencionados JLC y Panerai, entre otros. Finalmente y acompañando nuestra oferta en Alta Relojería, os ofrecemos la incorporación de Chanel, Pomeliato, Roberto Coin y Dinh Van en joyería

120 años de historia y ningún impas en el tiempo. 

sábado, 15 de marzo de 2025

ANTIGÜEDAD COMERCIAL: SOMBRERERÍA MAQUEDANO

 

La única sombrerería especializada de Sevilla resiste desde 1908 en el mismo emplazamiento de la calle Sierpes. Tras cuatro generaciones regentada por la familia Maquedano, el negocio sigue cubriendo las cabezas de locales y extranjeros que encuentran aquí el sabor de la tradición y la calidad de los sombreros únicos

Cristina Vega, cuarta generación de Sombreros Maquedano, se declara como una “mujer de mar y apasionada de los viajes”, aun así, desde hace 20 años gran parte de su vida sucede en esta pequeña tienda de la calle Sierpes. 

Sombreros Maquedano abrió sus puertas por primera vez en 1896 en Almirante Apodaca, y en 1908 se traslada a Sierpes, donde permanece intacta desde entonces. Este local fue diseñado y creado para ser lo que sigue siendo hoy en día: una antiquísima tienda que guarda en su interior los sombreros que han cubierto las cabezas de gran parte de los sevillanos durante los últimos cien años.

Sombreros de ala ancha (el típico andaluz), con el sevillano, el cañero o el cordobés como subtipos principales; sombreros estilo mascota, pork pie (los que visten la gente del jazz), los canotiers (algo parecidos a los que llevan los gondoleros en Venecia) o el tipo indiana, son algunos de los sombreros que se encuentran entre sus estantes y cajas. 

Las cajas, uno de los iconos de la tienda, son de Miguel, trabajador aquí durante 40 años que actualmente sigue al frente de su fabricación, y que muchos clientes compran a modo de recuerdo o para guardar sus sombreros. Por aquí han pasado también algunos clientes reconocidos como Paco Rabal, Tita Cervera, Lucóa Bosé, Verónica Forqué, Arturo Pérez-Reverte o Juan y Medio. Todos ellos tienen, al menos, un sombrero de la casa Maquedano.

Un viaje a Cuba de Federico Cárdenas y Juan Maquedano a finales del XIX impulsó que a su regreso, y tras haber ahorrado un pequeño capital, decidieran abrir este negocio. La idea tenía sentido, ya que por aquel entonces todo el mundo iba cubierto. En palabras de Cristina “con el tiempo se perdió esta costumbre, muchos empezaron a asociarlo con una moda antigua, pero por suerte en los últimos años está volviendo”. Así, sin saberlo, pusieron en pie lo que hoy en día es la única tienda de sombreros especializada: “En Sevilla hay tiendas con sombreros, pero conviven con otros accesorios y ropa. Actualmente, la única especializada es la nuestra”.

Las escaleras de madera siguen intactas desde 1908 y fueron construidas para dar acceso al taller que se encontraba en la parte superior.   

 Cristina Vega, es la cuarta generación de este comercio familiar: de Federico Cárdenas y Juan Maquedano pasó a Santos Cardoso, bisabuelo de Cristina; de él pasa a Cristina Menéndez, madre de Cristina, y finalmente de madre a hija. “Mi madre sigue siendo la propietaria y de vez en cuando se pasa por aquí, y mi bisabuelo pasó 92 de sus 93 años al frente de esta tienda”, explica Cristina orgullosa de mantener viva la tradición de un negocio que ya es todo un emblema para la ciudad, y del que declara “es parte de mí”. Además, esta sombrerería fue hasta los años 60 tienda y también taller de fabricación, “la variedad era mínima, por lo que en un espacio tan pequeño podían apañarse”, apunta Cristina.

viernes, 14 de marzo de 2025

ANTIGÜEDAD COMERCIAL: ADMON. LOTERÍAS SAGASTA


 

Inaugurada en 1919, la Administración de Loterías nº 16 de Sevilla es una de las más antiguas de España y de la que más premios ha repartido. En 1954 Dña. Isabel Cifrián Casado, Vda. de Porto, tomó posesión de Lotería de Sagasta, y desde entonces fue regentada por la familia Porto hasta que en 2017 fue comprada por Ricardo Ruiz Iglesias. 

Es a partir de ese momento cuando salta a la fama como la Administración de Lotería con más premios gordos repartidos llegando a ser conocida en Sevilla como “La de los millones”, una fama avalada por la gran cantidad de Gordos y miles de millones repartidos por Sagasta a lo largo de los años.

Ahora, en pleno siglo XXI, Lotería Sagasta en Sevilla sigue siendo un referente no sólo por los premios y la alegría que ha repartido, sino por el trato amable y personal que dispensamos a nuestros clientes, así como por más servicios para empresas y organizaciones, que hacen de la compra de lotería un modo de compartir ilusión entre los empleados y compañeros.

En el año de nuestro centenario, queremos estar todavía más cerca de ti, y demostrar que Lotería Sagasta es mucho más que una administración. Eventos como la Gymkana por el centro de Sevilla forman parte de un conjunto de acciones que se irán desvelando a lo largo de 2019.

Los datos no engañan, y la historia tampoco. En Sagasta colaboramos con las personas que más lo necesitan, porque la fortuna no está solo en comprar el Décimo, sino en hacer un mundo mejor y más solidario

ANTIGÜEDAD COMERCIAL: BARES ANTIGUOS

BAR LAS ESCOBAS 1386 BAR LA AURORA 1913   Lista de algunos de los bares más antiguos de la capital hispalense: 1.-Bar La Aurora (1913), call...