Se llama "guardacantón" a los postes de piedra que servían para resguardar las esquinas de los edificios de los carruajes. Se colocaban a los lados de los paseos y caminos para que no se salieran de ellos los carruajes. Antiguamente, eran muy usados en las esquinas de las calles y se hacían de piedra dura en forma redondeada, habiéndose utilizado para este objeto piedras miliarias romanas o cañones viejos con la culata para arriba,
Esta antigua costumbre se conservó hasta que se comenzó a generalizar el empleo en las aceras en las poblaciones modernas. Aún se ven casas antiguas con guardacantones en la entrada de sus puertas.
Los guardacantones podían estar adornados con bolas o con caracoleos y algunos tenían sus dos empotramientos en un dado colocado en el suelo con el fin de evitar que los choques de las ruedas produjeran sacudidas en el edificio. En ocasiones, se formaban recintos con guardacantones enlazados por cadenas de hierro para preservar algún edificio o monumento de la aproximación de los carruajes. En dicho caso, sería más propio denominarlos pilares, marmolejos, marmolillos,... se hacían bien de piedra o mármol, con anillos empotrados o aras de hierro o todo del mismo metal colado.
En el caso de la imagen, encontramos un guardacantón de fundición ubicado en la calle Harinas esquina con la calle Jimios. Está firmado por la Fundición de Hierro de Enrique Balbotín fundada en 1864 y ubicada en las Plazas de San Juan de la Palma y de Jáuregui núm. 26. Contaba con una amplia maquinaria y personal cualificado con una producción anual de más de 1.500 toneladas de hierro. Fue padre de don Alberto Balbotín Horta, arquitecto municipal y de don Enrique Balbotín Horta, quien fue alcalde de Sevilla en 1939 por unos meses
La primera imagen corresponde a la calle Siete Revueltas. Se observa, en la misma, doble guardacantón.
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