ASOCIACIÓN NICULOSO PISANO. PIEZA DEL MES. FEBRERO 2017.
Cuando se produce la feliz unión entre un pintor altamente capacitado y una fábrica de prestigio, podemos hablar de obras de cerámica de primer nivel como es el caso que nos ocupa.
En los momentos previos a la efervescencia provocada en la ciudad de Sevilla por la Exposición Iberoamericana de 1929, nos encontramos con algunas piezas de azulejería que son un punto de inflexión en el destacado catálogo cerámico de la ciudad, por lo que aportan y por la originalidad que presentan. Este es el caso de la fachada del antiguo comercio de Antonio Japón (hoy viviendas) ubicado en la calle Alfarería número 43 y que seguramente en 1913 no dejó indiferente a nadie que pasase ante el mismo, más aún cuando estos azulejos se encuentran en la fachada del edificio y por lo tanto a la vista de todos.
El edificio en cuestión es llamativo para empezar y supone una muestra interesante de la arquitectura del momento pues combina paramentos de ladrillo visto, con mortero y la decoración cerámica, sin duda un conjunto llamativo en la Triana de la década de 1910 donde aún predominarían las humildes casas encaladas.
Antonio Japón fue un industrial trianero perteneciente a un grupo de ilustrados sevillanos, responsables de la incipiente revolución industrial de esta ciudad. A principios de 1900 levanta una planta productora de figuras de cerámica, construcción fabril resuelta con estructuras metálicas, donde la actividad se desarrolla por zonas, divididas éstas en tres plantas y rematando el conjunto con un horno de leña, con tres cámaras: de combustión, de cocción de bizcochos y de vidriado, sin duda alguna, tecnología punta de su época.
Este tipo de rótulos se conservan en la actualidad como un testimonio de la evolución del diseño publicitario comercial, que proliferó en las fachadas de los comercios sevillanos desde las primeras décadas del siglo XX. Desde el punto de vista artístico, ofrece un gran interés por la introducción de elementos tipográficos y ornamentales que resultaron innovadores en su contexto, además de estar realizados en un soporte muy vinculado a la artesanía local.
El conjunto decorativo cerámico se organiza en la fachada de la siguiente forma: En el plano inferior se suceden una serie de rótulos que contienen el nombre del dueño del comercio en el centro y otros dos a cada lado anunciando los productos a la venta (espejos, loza y cristal, artículos de fantasía y cuadros). Ya en la siguiente planta, bajo tres ventanas, se disponen tres paneles horizontales con tondos en el centro de cada uno con bustos humanos (el central, con un guerrero, acoge la firma del pintor).Remata la fachada un friso divido en dos partes.
La célebre figura de José Recio del Rivero es la autora de estos azulejos, apareciendo su firma en dos lugares (en el tondo ya citado y en el panel con el nombre de Antonio Japón) y nos demuestra su buen hacer tanto en el apartado del diseño regionalista (con tintes modernistas) y en la ejecución.
Discípulo de grandes maestros, tuvo contacto con Manuel Rodríguez Pérez de Tudela o el propio José Gestoso, logrando un feliz resultado y unas magníficas aportaciones al renacer de la cerámica trianera a fines del XIX y comienzos del XX.
Recio, muy vinculado desde su juventud a la firma Mensaque pasó a lo largo de su carrera por diversas etapas de esta industria: Mensaque y Soto, Mensaque y Vera, Viuda de José Mensaque e Hijo de José Mensaque. Es en la prestigiosa fábrica de José Mensaque y Vera, activa entre 1905 y 1916, donde pinta estos rótulos y paneles decorativos en 1913 (la fecha también aparece en uno de ellos). La técnica utilizada es mixta, de cuerda seca y azulejo plano pintado.
La paleta cromática y el despliegue de elementos decorativos vegetales y fantásticos es digno de resaltar. Son múltiples los colores usados, destacando el amarillo, ocre, verde, turquesa, melado, azul, rosa, etc., lo cual otorga una vistosidad que sin duda interesaba para llamar la atención, cumpliendo su finalidad de rótulo comercial.
Desde el punto de vista estilístico, destacan estos paneles por responder a la estética modernista, alejándose de los temas propios de la cerámica sevillana de la época. No obstante, la ornamentación modernista no se aparta mucho del grutesco renacentista, tan del gusto trianero. Además, los colores aplicados responden, por un lado, a los propios de la cerámica trianera (amarillos, verdes, azules); y por otro, a los aprendidos por muchos de los pintores ceramistas en su etapa de La Cartuja (rosas, turquesas, celestes, etc.).
Destacan especialmente las dos sirenas que flanquean el nombre del dueño, vestidas con vistosos ropajes, joyas y hermosos peinados, las cuales sostienen una guirnalda de flores y frutas que se anuda en su parte inferior con su cola que se ha transformado en un elemento vegetal.
Por su parte, aparecen en otros lugares, grifos o dragones y otros seres alados, destacando los que sostienen el tondo con el busto de caballero cuya cola se enrosca en la superficie del panel y mediante fabulosos roleos completa la superficie del mismo. Por último, el friso, en lo más alto de la fachada muestra una serie de roleos vegetales que se distribuyen por su superficie, mezclado con máscaras femeninas, dragones y cuernos de la abundancia.
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