Esta calle larga y sinuosa, que se extiende entre la calle Santa María la Blanca y la confluencia de la calle Jamerdana con los Pasajes de Andreu y Vila, está dedicada a la memoria de Don Diego Ximénez de Enciso (1585-1634) ilustre sevillano dramaturgo y poeta del Siglo de Oro, que estuvo muy integrado en la ciudad, llegando a ser Caballero Veinticuatro y Alguacil Mayor.
Es muy frecuentada por el turismo, ya que es vía de paso desde la Puerta de la Carne al interior del barrio de Santa Cruz, así como a la Sevilla céntrica y monumental.
Tiene dos tramos muy diferenciados, el primero más corto, coincidiendo con las calles Fabiola y la de Santa María la Blanca que padece un intenso tráfico automovilístico; el otro peatonal, desde su confluencia con la calle Cruces hasta su final en los Pasajes ya mencionados.
Además de las casas señoriales y las tiendas de recuerdos, lo que nos llama la atención son las ruedas de molino en una de sus fachadas, conocidas como botarruedas.
Servían para preservar las paredes de los golpes de los muchos carros y carruajes que transitaban por ella.
Sobre la fachada del trasero del Oratorio de la Escuela de Cristo, dos hermosos paños de azulejos dedicados al Cristo de la Providencia y a la Virgen de la Misericordia.
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