El origen del nombre de esta tradicional calle, que se extiende desde el Salvador hasta Placentines, no cabe buscarlo en el genitivo de los galos. Debemos buscarlo en el privilegio otorgado `por Fernando III a los comerciantes aquí alojados. Se desconoce si había segundas intenciones en la decisión del monarca.
Por aquel entonces fue una forma de premiar a estos tenderos que solían abastecer a los soldados, por lo que "francos" procede de estar exentos de pagar ciertos impuestos. Es decir estaban francos de tributos.
Aunque ésta era la denominación con que se conocía a esta travesía, no fue hasta mediados del siglo XIX cuando adopta firmemente este nombre.
No siempre ha sido tan larga como ahora, pues a mitad de la calzada existe un pequeño ensanche que provoca una desviación en su trazado rectilíneo y desemboca en un ensanche mayor hacia el final de la calle. Esta parte se conocía bajo el nombre de Entalladores, por estar aquí ubicado este gremio artesanal. Posteriormente fue conocida por Imagen, adoptando el nombre de Plazuela del Silencio durante el siglo XVIII.
El escritor Aleixandre en su obra: "Historia del Corazón" se refirió a ella como "una plaza abierta y había olor a existencia". Esta sugestiva denominación cabe explicarse porque allí se alojaba un retablo del Niño Jesús en brazos de la Virgen, y junto a ellos San José y barios ángeles solicitaban silencio colocándose el dedo en los labios. En esta calle también se lucieron dos retablos: el dedicado a la Virgen del Rosario hasta 1840 y el de la Virgen de Belén que desapareció un siglo después.
Los comercios que, tradicionalmente, se han asentado en esta calzada han sido exclusivos, intimistas, variados y muy cuidados. De alguna forma estos atributos persisten en muchos de los locales abiertos de la calle.
En su número 11 se localizaba la conocida como la botica de la calle Francos, la más antigua de Sevilla. En el número 69, Mariano Garrido explotaba su comercio de cajas de cartón, considerado entre los más antiguos de la ciudad.
En la casa 41, donde creció la escritora Blanca de los Ríos se ubicó un museo que contó, entre sus visitantes, con el monarca Felipe II.
La famosa casa Honda, grandioso y selectivo comercio de prendas de vestir, muy considerado entre los sevillanos más pudientes, se encontraba en el número 38. Otra tienda de géneros de vestir se ubicaba frente, en los números 39 y 45. Un poco más adelante, en los números 54 y 56 Basilio del Camino y Hnos. regentaba otra prestigiosa tienda de ropa. Entre los números 60 y 62, la librería de Antonio Izquierdo colaboraba a ofrecer un amplio espectro de artículos en esta tradicional calle.