Ese brazo que ahora le falta peleó por España contra los franceses en los Pirineos y contra los ingleses en el Mediterráneo, el héroe manco señala con el brazo ausente a los idiotas que se lo quitaron: recogió gloria a espuertas en la batalla de Bailén. Si antes de cometer la tropelía se hubieran parado a leer la leyenda impresa en el dorso de la estatua del general José de San Martín, habrían leído "soldado de nuestras dos patrias". El mismo brazo cruzó el océano Atlántico en 1812 para defender contra sus antiguos aliados, los que le enseñaron el oficio de militar en el regimiento de Murcia, la independencia de la América española.
El 20 de junio, al final de la misa de ocho y media, un funcionario de prisiones en delirio teológico le arrancaba un brazo al Gran Poder. Ahora le ha tocado al general San Martín, uno de los dos santos laicos, junto a Simón Bolívar, que presiden el despacho del americanista Luis Navarro García.
La estatua de San Martín es de julio de 1992, en plena Exposición Universal. Un total de 53 asociaciones, reunidas en la Federación de Sociedades Españolas de Buenos Aires, sufragaron la colocación de esta estatua.
El héroe de Bailén que en el viaje de vuelta a su tierra fundó el Regimiento de Granaderos y el Ejército de los Andes.
El Libertador falleció a los 72 años, el 17 de agosto de 1850, en su casa de Boulogne-sur Mer (Francia). Sus restos fueron repatriados en 1880, a bordo del vapor ARA “Villarino”, y actualmente descansan en el mausoleo de la Capilla Nuestra Señora de la Paz, en la Catedral Metropolitana.
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