De ultramarinos
finos a taberna. La Alameda de Hércules es una de las zonas de Sevilla donde
más se nota la evolución de la ciudad en los últimos años. En pleno centro, ha
pasado de ser un barrio de dudosa fama a otro al que los cursis denominan el soho
de Sevilla. Se ha ganado en seguridad pero en el camino se ha perdido
cierto sabor.
En algunos locales el cambio mantiene cierto gusto de antaño. En Maestro Rufino (Plaza de la Alameda de Hércules, 97), el sobrenombre ultramarinos finos ya trae aromas de otros tiempos donde ese tipo de comercio era habitual en todos los barrios porque ir al supermercado era hacer una excursión.
Alberto Portillo Goncet está al frente de Maestro Rufino. Un informático que en plena pandemia abrió este local en la Alameda. Su hermana Purificación tiene a otro Maestro, esta vez Marcelino, en la calle Hernando Colón. Ambos tienen poco que ver con sumas, restas y faltas de ortografías. Es un homenaje a los maestros cortadores de jamón. Hasta ese momento su única relación con la hostelería era la de trabajar de modo esporádico para pagar los estudios.
“En un momento
determinado me asocié con mi hermana y abrimos Maestro Rufino en la Alameda.
Cuando firmamos el alquiler sabíamos que había algo en China que afectaba
a la población, pero no podíamos imaginar lo que venía de camino”, recuerda
Alberto Portillo. En cualquier caso, lo que no faltó a la hora de abrir el bar
fue la ilusión.
Si hay que
quedarse con una tapa imprescindible, sin duda es la de croquetas de
jamón. Aquí se cocina. Todo es casero, con guisos, carriladas, un menú clásico
con guiños. "Nada de quinta gama", asegura Alberto detrás de la
barra.
“Somos un sitio
normal con un ambiente familiar y turistas por la situación en la que estamos,
en pleno centro de la ciudad”. Los fines de semana es mejor reservar.
Pero no solo de
comer vive este local en la Alameda. La zona de terraza se ha convertido en un
lugar ideal para comenzar el tardeo en estos primeros días de primavera.
La otra parte de
Maestro Rufino es Purificación Portillo Goncet. Son hermanos y socios. Mientras
que Alberto se dedica al establecimiento de la Alameda, Purificación está entre
el Maestro Marcelino, en la calle Hernando Colón, y la tienda de Inés Rosales
en la plaza de San Francisco.
Ella estudió
dirección de cocina y ahora se está especializando en bollería y panadería.
Hablar con ella es entusiasmarse con su vida: la cocina y la alimentación.
Maestro
Rufino combina sabores en una carta que recorre desde la sierra hasta el
mar con jamón, chorizo, salchichón, pringá o pluma
ibérica. Tampoco faltan los quesos ni la mojama.
“Creemos en la
importancia de utilizar ingredientes frescos y de calidad. Trabajamos en
estrecha colaboración con proveedores locales para seleccionar los mejores
productos de temporada”, asegura Alberto.De la cocina, además de unas
deliciosas croquetas de jamón, no se pueden dejar de probar la presa o el
secreto. Entre las especialidades están los huevos rotos con trufa y
jamón o el cochinito lechal de 21 días y el lomo alto de novillo argentino.
Mención aparte
merece la carta de vinos. Una bodega que también tiene en cuenta los productos
cercanos como el Pago de Zancúo y Lumé Brut del Condado de Huelva. Tampoco
faltan los vermuts –el aperitivo que vuelve con fuerza–, la manzanilla, los
finos o los olorosos.
Dirección: Alameda de Hércules núm. 97
Teléfono: 722396196
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