Diseñado, en 1925, por José Espiau y Muñoz, fue construido para la casa de tejidos Pedro Roldán. Una vez más Espiau muestra su faceta de arquitectura espectáculo que quizás haga de él uno de los edificios regionalistas más fotografiados por los turistas que visitan la ciudad. Al igual que en la Adriática recurre a un mirador para hacer destacar el edificio. En este caso, un mirador octogonal de inspiración gótica. El edificio posee una clara inspiración italiana.
La cúpula del mirador recuerda a la que realizara para el Duomo florentino Bruneleschi, mientras los grandes ventanales siguen el modelo de loggia veneciano. Era necesario ofrecer una iluminación óptima al visitante de los almacenes Pedro Roldán por ello Espiau elige esta configuración con grandes ventanas, sin renunciar a la estética que ofrecen los arcos conopiales. El interior está reforzada con vigas de hierro que permitían al edificio tener plantas totalmente diáfanas. Estos ventanales, igualmente, respondían a un criterio funcional, ya que proyectaban suficiente luz al interior como para que fueran iluminadas sin necesidad de luz artificial.
Existe un claro esquema cromático en la composición. Esta mezcla cromática responde a criterios puramente comerciales, tan solo hay que comparar este edificio con su edificio anexo de estilo romántico. La composición de colores cálidos como el rojizo del ladrillo y la decoración cerámica azul es uno de los secretos que hacen que este edificio llame poderosamente la atención. Por último Espiau incluye unos pináculos rematando los pilares principales del edificio, idénticamente haría en 1928 con el edificio de la Avenida de la Constitución para Antonio González, donde estos pináculos de tradición herreriana se han perdido. En definitiva una mezcla de estilos, que dan como resultado un edificio de difícil armonía.
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