Data del año
1386 los orígenes de la Taberna de Las Escobas. El dueño por entonces,
antiguo vendedor de estos cepillos para barrer, decidió incorporar a su
«espartería» el despacho de vinos, comenzando así su labor como taberna,
la primera, según cuenta, de su época. No solo la primera de España,
posiblemente la primera de Europa, y por lo tanto del mundo.
Se mantuvo así durante años, llegando a cobrar una importancia tal que la que es hoy Calle Álvarez Quinteros, constaba en los planos de Pablo de Olavide como Calle de las Escobas. Una tradición culinaria que ha ido evolucionando a lo largo de tantos años, pero cuyos muros han visto, y seguramente oído, conversaciones de las personalidades más ilustres que pasaron durante los siglos pasados por la ciudad.
Al entrar en la
Taberna de Las Escobas nos podemos imaginar cómo Miguel de Cervantes recorría
el establecimiento y se sentaba en alguna de sus mesas junto a otras
personalidades de Sevilla.
Debió acceder a través de una de sus puertas, pues disponía de otra, a pesar de que en la actualidad se acceda por la que se contempla en la imagen. Si bien es cierto, que no hay constancia escrita de tal visita, sí lo es el hecho de que «era costumbre en Sevilla, que las más importantes personalidades acudieran hasta aquí y se reunieran en la que por entonces era la taberna más famosa de la ciudad», comenta Víctor Soriano, actual dueño del establecimiento, ubicado en el número 62 de la calle Álvarez Quinteros, a pocos metros de la Catedral de Sevilla.
Corría el año
1587, cuando el famoso escritor es nombrado «comisario real de abastos», de
cereales y aceites y se instala en Sevilla. «No fue el único, pues si sus
paredes hablaran, nos contarían que Lope de Rueda, Dumas, Lope de Vega,
Lord Byron o los hermanos Álvarez Quintero pasaron por aquí».
Hasta el mismo
Colón, de cuyo acontecimiento tampoco hay documentos, visitaría Las Escobas.
Pero su dueño nos insiste también que siendo la taberna más famosa, no cabe
duda de que una celebridad como él no podía dejar de visitarla. Tal era
la importancia de este enclave gastronómico, que el poeta Fernando de los
Ríos (1886) le dedicó un poema que comenzaba así:
Taberna de las Escobas,
pues ya cerca de seis siglos,
con sus nieves te corona.
De España por lo menos, y posiblemente de Europa, pues solo data una taberna en Venecia, pero se inauguró 10 años después de Las Escobas».
500 años a cargo
de la misma familia, la de Federico “El Cojo”, hasta la década de los años 60.
Fue entonces cuando se rehabilita el edificio, adquirido por Los Linares,
famosos anticuarios de Sevilla, algo que se refleja en la actual decoración del
establecimiento, con techos de madera decorados, lámparas dieciochescas y
paredes revestidas con telas de la época.
Comer en Las Escobas
es volver al pasado para degustar el presente y pensar en el futuro. De hecho,
son muchos los visitantes que, atraídos por una ciudad tan turística como
Sevilla, no pueden perderse esta «experiencia para los sentidos», de la que se
habla en Estados Unidos y Japón, entre otros países.
En 1961 esta
familia de anticuarios volvieron a la tradición de la gastronomía y pusieron el
restaurante más lujoso de la ciudad en las mismas instalaciones, algo que no
funcionó y acabó por cerrar. En ese momento, el futuro del establecimiento
pendía de un hilo, ya punto estuvo de
desaparecer
En 1977 la familia de Víctor Serrano, actual gerente de Las Escobas, se hiciera con el mando y abriera el establecimiento con los ahorros que por entonces contaban. Fue entonces, cuando se fijó en este establecimiento, para emprender un nuevo futuro y ver renacer un sitio con historia, una historia que conoció desde siempre y que ahora se proponía a retomar. Si bien es cierto que empezaron con una confitería/heladería, pronto se dio cuenta de que el negocio estaba en las tapas.
Ese mismo olfato
se encontró con la barrera de la familia que le alquilaba el local, hasta que
consiguió convencerla de que era la vía para seguir adelante con el proyecto. Y
no se equivocó. Fue entonces cuando se constituyó lo que hoy mismo conocemos
por Las Escobas.
En la carta no
faltan los platos típicos de la gastronomía andaluza y mediterránea. La clave
está, como no, en la cocina.
Cabe apuntar que tan solo dos escobas, algo escondidas y pegadas a la cristalera de la calle, adornan el lugar por el que recibe este nombre. Pero lo más importante sin duda no es su presencia como tal, sino que “barre el apetito, de todo aquel que llega hasta el establecimiento, pues la variedad es tan amplía que es imposible no irse satisfecho de aquí”.
Dirección: C/ Álvarez Quintero, 62
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